Emecé. Novela, 217 páginas. Edición 2010. Precio aproximado: 60 pesos.
“Si uno se calla y es demasiado prudente y considerado enseguida se olvidan de vos. No te temen y te olvidan. Hay que generar un poquito de miedo en los otros… hay que ladrar. Hay que ser medio perro, si no… En lo posible ser un dóberman”
Gustavo Ferreyra
Este libro permite extraer una enseñanza. Uno nunca debe perder la fe en el arte. Incluso en el pervertido mundo de los certámenes literarios hay posibilidad de que surja una obra extraordinaria que, justamente, devuelva al galardón su función primordial: señalar lo excelso. Digámoslo de entrada: Dóberman, Premio Emecé 2010, es una novela original por donde se la mire, con exuberancia verbal y dominio de la metáfora, que destila sabiduría (aunque con cuentagotas) y cumple, con elegancia, la función de crítica social. A mí, con esto me basta.
La trama discurre en dos planos, el de la protorrealidad y el del delirio. En el primero, Joaquín Riste, neurótico chofer de la Cancillería, es reclutado por su jefe para realizar una nebulosa misión de espionaje en Polonia, al servicio de los norteamericanos. Corre el año 1994; la escritura es implacable con el menemismo. En el universo de la fantasía, Joaquín se consuela creyendo que pertenece a la raza dominante de los perros dóberman, a quienes los topos, conejos y humanos deben rendir pleitesía. Es un showman famoso que sufre un colapso nervioso y le terminan amputando una pierna, como al Riste verdadero.
El nombre del profesor y sociólogo Gustavo Ferreyra (1963) circula con admiración en los mentideros de Buenos Aires que presumen de su cultura. Su séptima novela corrobora que es un escritor para tener en cuenta. No se trata de un gran estilista, pero emplea una prosa bastante bien esculpida que alterna el párrafo macizo, abundante y barroco (incluso cacofónico) con el diálogo vivaz. Los personajes son siempre interesantes por sus patetismo. El libro tiene indudables reminiscencias centroeuropeas (¿Kafka?) incluso en los pasajes tediosos, pero es ciento por ciento porteño por cuatro razones: esboza una teoría sobre todo, emplea un tonito socarrón, tiende a lo paródico, tiene tendencia a acuñar sentencia. El efecto resulta por lo general agradable porque da la impresión de que -he aquí la clave del asunto- hay una prodigiosa inteligencia en la sala de mando.
Guillermo Belcore
Una versión más corta y purgada de la molesta primera persona blogueril fue publicada hoy en el Suplemento de Cultura de La Prensa
Calificación: Muy bueno
PD: Estoy satisfecho. Al fin una novela argentina que, por primera vez en el año, no sólo me atrapó hasta final, sino que merece admiración. Me encanta repetirme, he escrito sobre sus virtudes en otro blog y la he elogiado en un programa de radio, donde la pifiaron con el nombre. No obstante, es verdad lo que me advirtió un amigo: a veces el entusiasmo me hace perder el sentido de las proporciones, pero bueno… qué más queremos todos que la literatura nacional -tan alicaída últimamente- nos regale obras memorables.
PD: Obviamente, la banda sonora para este libro la hizo la Bersuit. Perro amor explota es un gran tema. Obsérvese la poética:
"En un país de mudos se escucha un gran silencio
no se percibe que algo va a pasar
se esconde lo sublime detrás de un nuevo engendro
que derrama baba sobre la ciudad
adrenalina desalmada
abre grietas hondas
nada recicla esta contención
el choque no se puede evitar".
"Está tan contenido que se hace invisible
y es lava hirviendo abajo de tu hogar
jadea de alegría apenas huele sangre
y no se conforma con alucinar".
"Muy lejos del mar
se enciende otra sal
y crece en sus ojos
como un destello que no te deja dormir".
"Hambre de perro fiero
oliendo tu dulzura
y cuando esta caliente
muerde la yugular
mata porque quiere vivir
pero no sabe como
no quiere ser feliz
ni quiere descansar".
"Mira adónde dejas la basura
que el amor explota
nadie esta a salvo de la locura
perro amor te toca".
Mi modesta experiencia también tiene al premio Emecé con dos libros muy destacables, uno de la Gorodischer y La fuga de Mignogna.
ResponderEliminarLos premios son una herramienta más (¡como si hubiera pocas!) de marketing. La calidad del libro es un elemento deseable pero de poco peso para los organizadores.
Lo compré el viernes y espero empezarlo pronto. Me alegro que le haya gustado, sigo a Ferreyra desde que leí "Vértice", esa novela y "El Director" son de las mejores que leí en los últimos años, se las recomiendo; la primera puede conseguirse en bateas de saldo, de la segunda queda algún ejemplar en Losada. También me gustó mucho "El Perdón", libro de cuentos que salió en Simurg. Me falta leer "Piquito de Oro" y esta última.
ResponderEliminarAquí le dejo un blog con reseñas de todos sus libros: http://librosdegustavoferreyra.blogspot.com/
Saludos
Muchas gracias Ericz y Maguila. Descubrir a un autor formidable es un placer inmenso. Qué sería de mi sin la literatura, me pregunto cada vez más a menudo.
ResponderEliminarUn abrazo a ambos y felicitaciones por vuestro blog
G.B.
finalmente estoy leyendo El Enigma de Herbert Hjortsberg: excelente!
ResponderEliminarabrazo
Estimada Gabrielaa:
ResponderEliminarEstoy seguro que una persona de su exquisita sensibilidad disfrutará de esa novela. ¿Piensa escribir algo en MITAKUYE OYASIN? Si su respuesta es "no", le ofrezco esta tribuna. Creo que es un libro que merece ser divulgado.
Un abrazo
G.B.
es que lo mío no es la crítica sino los señalamientos, G.B.: publiqué dos párrafos del primer capítulo ;)
ResponderEliminarqué novela!
otro abrazo