Steve Berry
Mosaico. Novela, 523 páginas. Edición 2010.
El Club de París no es sólo ese grupo de naciones ricas -hoy en graves dificultades- al que la Argentina les debe siete mil millones de dólares. También es una cofradía de potentados que se ha propuesto controlar el planeta a través de la manipulación de los mercados financieros, según la última novela del abogado Steve Berry (Atlanta, 1955).
El libro pertenece a la estirpe de los best sellers, conocidos, asimismo, como literatura de supermercado. Es una especie adocenada que tiene ver con el arte tanto como la comida chatarra con la alta gastronomía. Es sólo recomendable para las personas a las cuales no les interesan un rábano las densidades temáticas o estéticas; y en este caso, ni siquiera eso. Las escenas de acción y los diálogos son paupérrimos. El Club de París ha recibido elogios de Dan Brown, pero por halagar su vanidad: se copian descaradamente procedimientos de El Código Da Vinci.
El agente retirado Cotton Malone se ve involucrado en una guerra de tres frentes contra magnates inescrupulosos. Denunciadores de Internet, un multimillonario probo de Dinamarca y el gobierno estadounidense se empeñan en destruir al informal Club de París, antes de que cometan más tropelías (quieren ser como los Rothschild). El cambio de escenarios es vertiginoso. Hay ocultismo, códigos secretos, personajes siniestros y un tesoro fabuloso que descubrir: el oro de Napoleón. El Gran Corso, justamente, es otro de los nudos del relato. El autor, por desgracia, no hace otra cosa que reciclar esos datos elementales (aunque útiles) que contiene la Wikipedia.
Los antiguos decían que no hay libro tan malo que no contenga algo bueno. En esta ocasión, se destaca cierto talento para introducir de manera oblicua una buena cantidad de alocadas teorías conspirativas que hacen las delicias de muchísimos norteamericanos y de los tontos de medio planeta.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Malo.
PD: Una pérdida de tiempo.
Estimado Asterion:
ResponderEliminarDe este autor he leído "La Conexión Alejandría" y si bien literariamente es mediocre, me resultó fascinante la hipótesis donde las obras de esa biblioteca fueron salvadas en un perdido rincón del Sinaí.
Coincido con su comentario respecto a las teorías conspirativas, son una manera fácil de vender un producto. Sin embargo, con todo respeto, me llama la atención sus halagos en algún post a la serie X-files, máximo exponente de esos productos estupidizantes.
Saludos, Harry.
Querido Harry:
ResponderEliminarSí, soy una creatura contradictoria. Pero con respecto a las teorías conspirativas es menester hacer una aclaración. Me desquicia cuando se postulan seriamente como explicación de la realidad o historia alternativa. Pero en el caso de 'X-files' es obvio que se trata de una fantasía de cabo a rabo, como la Sci-Fi. Creo que sólamente un enajenado puede tomar la serie como criterio de verdad. Reconozco que el niño que aún hay en mí ha pasado momentos muy gratos con Molder y Scully. Es un buen divertimento, algo desparejo claro, que recrea leyendas, mitos urbanos, alocadas teorías pseudocientíficas. Sólo eso.
Gracias por escribir
G.B.
Lo llaman desde La Lectora Provisoria, en un texto sobre Aira.
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