Tusquets. Cuentos, 193 páginas. Precio aproximado: 83 pesos. Edición 2011
“Inexplicablemente, el idioma llama bien a toda posesión, ya sea pública o privada. Entendiéndolo así, la gente considera que renunciar al bien es una vergüenza, cosa de bobos“.
“La vida me ha enseñado a no buscar en la comida el sentido de la existencia cotidiana”.
“La línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre partidos políticos sino que atraviesa cada corazón humano”.
Alexander Solzhenitsyn
La lectura de cualquier narración de Alexander Solzhenitsyn (Kislovodsk 1918-2008) provoca un doble placer. Primero, el agrado de hallar la verdad. En nombre de la dignidad humana y de la Rusia eterna, el Premio Nóbel de Literatura 1970 reveló y denunció la verdadera naturaleza del bolchevismo llevado hasta las últimas consecuencias, es decir el atroz régimen de Stalin y sus continuadores. Todo lo que escribió fue con material de primera mano; fue un preso político y un disidente. En segundo término, el valor estético. Solzhenitsyn dio encarnadura literaria a episodios autobiográficos o incidentes históricos, pero no era un panfletista. Tenía una admirable destreza para trazar caracteres, una enorme cultura, gran profundidad psicológica y un extraordinario talento para escarbar en la relación entre el poder y la persona.
Todas estas virtudes cantan presente en los dos magníficos relatos reimpresos por Tusquets. Sus personajes son víctimas de la injusticia, tanto de un sistema monstruoso como de la mezquindad y codicia que anida en el corazón del pueblo, en la Rusia profunda e incólume, donde el alter ego de Solzhenitsyn, después de diez años de cárcel y destierro interior, se había refugiado para -vaya paradoja- huir de las miserias de la política. Los cuentos se basan en hechos verídicos y fueron publicados en revistas moscovitas hace más de cuatro décadas. Conformaron el envés del sofocante y estéril realismo socialista.
El primer texto evoca la vida en la aldea soviética en los años cincuenta. Matriona es una especie de santa, incomprendida y explotada por sus vecinos y parientes, maltratada por la burocracia. Su final es trágico. Al igual que el de un estrafalario actor movilizado para la guerra, por una palabra fuera de lugar delante de un funcionario diligente en el nudo ferroviario de Kochetovka. El segundo cuento nos lleva a la retaguardia de la Unión Soviética durante los primeros meses de la invasión nazi. Todos los personajes son de carne y hueso, pero como sostiene un epílogo ambicioso del traductor Enrique Fernández Vernet puede que también sean riquísimos en simbolismo jungniano. Sea como sea, corrobora el libro que Solzhenitsyn fue un escritor imprescindible del siglo XX.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Muy bueno
PD: Los argumentos de los dos cuentos largos o nouvelles cortas se resumen en este blog. Pinche aquí y aquí. Sugiero también leer la inteligente reflexión que ha escrito Quintin días atrás sobre el enorme Solzhenitsyn. Pinche acá.
¡Bom dia,Guilherme!
ResponderEliminarAdorei a dica da semana,vou comprar-lo hoje mesmo;é o livro indicado para mí, que ando com muito pouco tempo para leer novelas mais longas.
Justamenete estou lendo algo muito semilar a este, de um escritor brasileiro que chama-se Lágrimas Na Chuva de Sergio Faraco,que trata-se da experiencia que ele teve lá na URSS,¿já penso em alguma coisa mais insólita que um brasileiro membro do PC na Rusia lá no Lenigrado?claro que á aventura do companheiro foi "uma aventura enriquecedora,amarga e perigosa,que durou pouco mais de un ano.