Este es un blog sobre libros para amantes de los libros y las series. Se rige sólo por el hedonismo de un tal Guillermo Belcore.
viernes, 30 de abril de 2010
Olor a arroz con cordero al curry
martes, 27 de abril de 2010
El número quinientos
sábado, 24 de abril de 2010
Mi perra Tulip
Joe R. Ackerley
Beatriz Viterbo Editora. 191 páginas. Precio aproximado: 55 pesos
Del rabo al hocico, éste es un libro excepcional. Los elogios que vierte César Aira en la contratapa no son desmesurados: se trata, en efecto, de una obra maestra de la literatura de animales, un género que no se caracteriza precisamente por la calidad de su membresía. El tema es el amor perfecto de un caballero misógino a su perra de raza Pastor Alemán. Los que saben leer entre líneas encontrarán también una profunda reflexión sobre la condición humana, sobre esa mitad bestial que nos transforma en esclavos de nuestras apetencias, esos "monstruos espléndidos", como los llamaba Nietzsche.
Joe Randolf Ackerley (Londres, 1896-1967) fue un novelista, dramaturgo, poeta y editor, conocido por su excentricidad y por haber proclamado a los cuatro vientos su condición homosexual cuando era una rareza y un peligro hacerlo. La crítica ha comparado My dog Tulip con un soneto isabelino por su dulzura y delicadeza. En efecto, el encanto del libro -mitad novela, mitad autobiografía- estriba en que aborda con absoluta seriedad y buen gusto asuntos banales o más bien repulsivos como las funciones corporales de un perro. Por encima de todo, estamos ante una flemática y cautivante exhibición de estilo.
¿Quién iba a suponer que aparear a una perra de pedigrí sería un problema tan desconcertante? El núcleo del libro se obsesiona por los períodos en celo de una mascota, común y silvestre pero -como todos nosotros- con personalidad y libre albedrío. Ackerley fue un twank, expresión de los bajos fondos que designa a los hombres aficionados a pagar a otros hombres por sus servicios sexuales. “No es posible estafar a la naturaleza, no hay modo de engañarla, de sobornarla, de engatusarla o quitarla del camino. Ningún placer sustituto puede distraer, ningún paliativo mitigar, ningún ejercicio agotar, ningún fresco arroyo saciar la absorbente necesidad de un cuerpo por mucho tiempo”, sentenció el caballero. Hombres y bestias somos criaturas en llamas. ¡Qué gloria y qué desgracia!
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Bueno
PD: Se me ha acusado, no sin razón, de prejuicioso ante las novelas breves. La lectura de este libro de menos de doscientas páginas -al cual no le falta ni una coma- me ha permitido afinar el concepto. No es que deteste la composición escueta, más bien siento una profunda repulsión ante la novelita infinitesimal, el texto pobre por la indolencia, la pereza o la ineptitud del escribidor. ¿Qué lector de fuste no se siente desolado cuando tropieza con una línea argumental, un personaje o una idea desaprovechada?
PD II: La traducción es impecable, pero me gustaría plantear una duda. El libro dice que Tulip es una perra alsaciana, lo cual -según me ha dicho un conocedor del tema- sería incorrecto porque la raza alsaciana no existe. Se trata de nuestros bien conocidos perros Pastor Alemán. Se cree que los ingleses los llaman "alsacianos" porque los vieron por primera vez, o en forma abundante, en esa región de naturaleza alemana, pero hoy en manos de Francia. Internet no me permitió esclarecer el asunto. Sí, es un asunto trivial, pero ¿alguien podría desasnarme?