viernes, 30 de abril de 2010

Olor a arroz con cordero al curry

El moscardón imaginario XXIX

Para un lector nada es más cautivante que el hallazgo de un nuevo amor. No se me ocurre con qué parangonar el feliz descubrimiento de un escritor o una escritora de primera categoría. Lo que sé es que me causa un estremecimiento en el alma. Después de consumir (por cuestiones laborales) páginas mediocres que son un insulto a la adultez, he tropezado con un libro magnífico ante el cual no pude sino que deponer las armas y abandonarme al goce de la lectura. Tengo para mí que uno empieza a preguntarse sobre el estilo sólo cuando algo en la narración o el poema no funciona.


Bien, no es éste el caso. Quisiera proclamar a los cuatro vientos que ningún lector que se precie de tal debe ignorar a la señora Jhumpa Lahiri (la foto es de The New York Times), la nueva joya de las letras estadounidenses. Narra, con pluma espléndida, felicidades y amarguras de los indios afincandos en Nueva Inglaterra, profesionales exitosos que se han convertido en la reserva moral e intelectual de un Imperio no del todo malévolo.

En 2008, entendía que La maravillosa vida breve de Oscar Wao de Junot Díaz era el libro extranjero del año, justamente otro magnífico representante de la literatura de inmigrantes, subespecie que me resulta fascinante. El mestizaje, es decir el beso o el encontronazo entre dos culturas, es una poderosa fuerza artística. En la vida real pasa lo mismo. ¿Acaso las personas más hermosas no son aquellas donde se mezclan las etnias?

Con dos años de atraso, el sello Salamandra acaba de traer la Argentina Tierra desacostumbrada el último libro de la señora Lahiri. Dentro de quince días, es decir después de que La Prensa publique un artículo que ya preveo como largo (la obra es realmente inspiradora), habrá en este blog un comentario sobre el volumen. Sólo puedo anticipar que contiene cinco cuentos largos y una nouvelle. Voy por la mitad. Confieso que he leído en mi vida pocos relatos tan conmovedores y bien construidos como los que ha tallado esta escritora nacida en Londres, de padres bengalíes, y afincada en Estados Unidos desde los tres años.

Leo en la solapa que The New York Times, nada menos, consideró a este libro como el mejor de 2008. También me cuentan que se vendieron centenares de miles de ejemplares en Estados Unidos, Inglaterra e India. Ya era hora que cantidad y calidad se reconciliaran.
Guillermo Belcore

PD: El País de Madrid dedicó la tapa de su Suplemento Cultural del 13 de marzo de este año a Tierra desacostumbrada.

martes, 27 de abril de 2010

El número quinientos

El moscardón imaginario XXVIII

"Cada uno es dueño de leer lo que quiere en el texto. Ya bastante represión hay en la sociedad"
(Ricardo Piglia en Crítica y ficción, Anagrama)

Este blog ha llegado al comentario (post es una palabra espantosa) número quinientos. Soy periodista de alma y profesión y, por consiguiente, cultivo la superchería de los aniversarios y los números redondos. Pero trataré de evitar cualquier sensiblería.

Anunciaré, en principio, que La Biblioteca de Asterión planea ahora llegar a la entrada número mil. A este paso, calculo que ocurrirá a mediados de 2015. Eso implica leer en el próximo lustro algo así como cuatrocientos libros más. Una agradable perspectiva, pero que depende, claro, de mi situación laboral. Por otro lado, ¿qué será de nosotros en 2015? ¿Volverá a estar de moda escribir bien? ¿Se habrá publicado en el interín una novela argentina que me devuelva la fe en la producción nacional? ¿Recuperarán la decencia los premios literarios? ¿Cuántos nuevos amigos o injurias de escribidores ofuscados habré ganado en los próximos cinco años? ¿A quién habré perdido, Dios mío?

Acabo de leer una reflexión de Zygmunt Bauman que, de alguna manera, ha capturado el espíritu del blog:

“Nuestras vidas -lo sepamos o no, nos entusiasme la idea o abominemos de ella- son obras de arte. Para vivirlas como exige el arte de vivir, debemos fijarnos retos (como debe hacerlo cualquier artista) que sean difíciles de afrontar, objetivos que estén mucho más de nuestro alcance y criterios de excelencia que parezcan hallarse muy por encima de nuestra capacidad para satisfacerlos. Necesitamos intentar lo imposible”.

Para mí, “intentar lo imposible” ha sido, en estos tres años de trabajo en la web, tratar de forjar el mejor blog individual de crítica literaria de habla hispana. Es un ideal, entiéndase bien, una meta que nunca podrá ser alcanzada. La amabilidad de los interlectores (como Gabrielaa que siempre encuentra ese desagradable error que se me desliza en la escritura) me acercaron al objetivo. Las ideas de Patricio Zunini, Omar Genovese, Roberto Giaccaglia, Quintín y otros intelectuales cuyos blogs suelo frecuentar, han servido de inspiración.
En lo íntimo, he reafirmado la convicción de que la única manera de que la glosa sea respetada es que el crítico defienda ferozmente su independencia. No basta con establecer un compromiso con la competencia y la seriedad; la honestidad intelectual resulta imprescindible. Todo lo que vaya en desmedro de la autonomía es mi enemigo, deberíamos plantearnos todos. O por lo menos, no reseñar los productos de los amigotes.

Y, por último, reivindico mi condición de “amateur” pero en el sentido que le dio George Steiner, ese intelectual modélico:

“la crítica entendida como ‘discuso formal de un aficionado‘, donde la palabra ’aficionado’ alude a una persona que está interesada en muchas cosas, habla en su propio nombre y no en el de una escuela o una arraigada posición teórica y no le importa en absoluto reconocer un entusiasmo o una aversión”.

He aquí la clave, me parece. Interpretar un libro es, por encima de todo, testimoniar el jubilo o la decepción, con el mejor vocabulario y sintaxis de que uno sea capaz, es decir con cierto estilo, pues la crítica es ya un género literario por derecho propio. He tratado, en estas quinientas apreciaciones, de desentrañar la forma en que un texto me suscitó un impacto. He perseguido como sabueso enfebrecido la erótica de la escritura. Y esto implica -como Steiner también enseñó- ser abierto y generoso con obras que no son de primer orden. Es decir, “tener una disposición a ser benévolo con casi todo, resistiéndose con fiereza solamente a libros sin altas ambiciones o claramente concebidos para congraciarse con algún electorado o para satisfacer un ansia de fácil consuelo”.

He llegado a la conclusión de que los libros mediocres son peores que los malos. Nos ilusionan, nos defraudan, nos roban ese valioso tiempo que sólo deberíamos consagrarle a la lectura excelente. ¿Qué leer? Esta es hoy la pregunta del millón, en un tiempo de monstruosa hinchazón editorial. Basta asomarse a la Feria del Libro (este año no pienso ir) para sentirse abrumado. No repetiré el famoso dictum de Kafka sobre el picahielos. Está muy gastado. Prefiero cerrar con un par de estrofas esclarecidas del polaco Czeslaw Milosz, robadas del poema Prefacio. Las escribió en 1945 cuando su país estaba en ruinas, ultrajado y escarnecido por las dos grandes calamidades del siglo XX: el bolchevismo y el nazismo.

“Tú, a quien no pude salvar,
escúchame.
Comprende mi hablar sencillo porque me avergonzaría el otro.
No hay en mí, lo juro, la hechicería de las palabras.
Te hablo silencioso, como una nube o un árbol”

“¿Qué es la poesía si no salva
naciones ni hombres?
Complicidad de mentiras oficiales,
canción de los ebrios antes de caer degollados,
lectura de una quinceañera”.
Guillermo Belcore

PD: Misterios de la naturaleza humana. Al parecer, nada atrae más a los lectores de blogs que una polémica maleducada. Cada vez que me insultaron y alguien respondió, subieron bastante las visitas

sábado, 24 de abril de 2010

Mi perra Tulip

Joe R. Ackerley

Beatriz Viterbo Editora. 191 páginas. Precio aproximado: 55 pesos

Del rabo al hocico, éste es un libro excepcional. Los elogios que vierte César Aira en la contratapa no son desmesurados: se trata, en efecto, de una obra maestra de la literatura de animales, un género que no se caracteriza precisamente por la calidad de su membresía. El tema es el amor perfecto de un caballero misógino a su perra de raza Pastor Alemán. Los que saben leer entre líneas encontrarán también una profunda reflexión sobre la condición humana, sobre esa mitad bestial que nos transforma en esclavos de nuestras apetencias, esos "monstruos espléndidos", como los llamaba Nietzsche.

Joe Randolf Ackerley (Londres, 1896-1967) fue un novelista, dramaturgo, poeta y editor, conocido por su excentricidad y por haber proclamado a los cuatro vientos su condición homosexual cuando era una rareza y un peligro hacerlo. La crítica ha comparado My dog Tulip con un soneto isabelino por su dulzura y delicadeza. En efecto, el encanto del libro -mitad novela, mitad autobiografía- estriba en que aborda con absoluta seriedad y buen gusto asuntos banales o más bien repulsivos como las funciones corporales de un perro. Por encima de todo, estamos ante una flemática y cautivante exhibición de estilo.

¿Quién iba a suponer que aparear a una perra de pedigrí sería un problema tan desconcertante? El núcleo del libro se obsesiona por los períodos en celo de una mascota, común y silvestre pero -como todos nosotros- con personalidad y libre albedrío. Ackerley fue un twank, expresión de los bajos fondos que designa a los hombres aficionados a pagar a otros hombres por sus servicios sexuales. “No es posible estafar a la naturaleza, no hay modo de engañarla, de sobornarla, de engatusarla o quitarla del camino. Ningún placer sustituto puede distraer, ningún paliativo mitigar, ningún ejercicio agotar, ningún fresco arroyo saciar la absorbente necesidad de un cuerpo por mucho tiempo”, sentenció el caballero. Hombres y bestias somos criaturas en llamas. ¡Qué gloria y qué desgracia!

Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Bueno

PD: Se me ha acusado, no sin razón, de prejuicioso ante las novelas breves. La lectura de este libro de menos de doscientas páginas -al cual no le falta ni una coma- me ha permitido afinar el concepto. No es que deteste la composición escueta, más bien siento una profunda repulsión ante la novelita infinitesimal, el texto pobre por la indolencia, la pereza o la ineptitud del escribidor. ¿Qué lector de fuste no se siente desolado cuando tropieza con una línea argumental, un personaje o una idea desaprovechada?


PD II: La traducción es impecable, pero me gustaría plantear una duda. El libro dice que Tulip es una perra alsaciana, lo cual -según me ha dicho un conocedor del tema- sería incorrecto porque la raza alsaciana no existe. Se trata de nuestros bien conocidos perros Pastor Alemán. Se cree que los ingleses los llaman "alsacianos" porque los vieron por primera vez, o en forma abundante, en esa región de naturaleza alemana, pero hoy en manos de Francia. Internet no me permitió esclarecer el asunto. Sí, es un asunto trivial, pero ¿alguien podría desasnarme?

miércoles, 21 de abril de 2010

Tres relatos porteños

Arturo Cancela
Capital Intelectual. 141 páginas. Cuentos, edición 2010

En 1922, éste libro agotó varias ediciones y obtuvo el Premio Municipal de Literatura. ¡Cómo ha cambiado la Argentina! Después de noventa años de embrutecimiento sistemático y frustración nacional, las obras galardonadas y las más leídas son hoy, por lo general, las peor escritas, las intrascendentes, las producidas en serie. Peor aun, la más baja estofa es celebrada incluso por la academia.

Volvamos, pues, los ojos al pasado. El narrador, dramaturgo y periodista Arturo Cancela (1892-1957) encerró en este volumen tres relatos de intención crítica, tan jocosos como demoledores. Dan una impresión exacta del carácter porteño y satisfacen perfectamente la definición de sátira que acuñó el genial lexicógrafo Samuel Johnson: “es un poema en que la maldad o la estupidez es censurada“.

Aquel distraído que piense que el Estado despilfarrador y venal, y los chubascos oratorios fueron inventados por el peronismo debería leer El cocobacilo de Herrin. La república oligárquica trae un científico sueco y multiplica la burocracia inane para cumplir una gran aspiración del alma nacional: guerra de exterminio al conejo. En el segundo cuento largo se denuncia aquella cacería infame de 1919 conocida como La semana trágica. Dice Cancela por boca de un pelafustán de doble apellido: “Usted se pone en torno del brazo izquierdo la cinta del gato de su casa o la liga de la mucama, coge su revólver, sale a la calle y le pega un tiro en el corazón al primer hombre humilde que le parezca sospechoso. Con eso, quizá ha dejado usted en la orfandad a media docena de chiquilines, pero a cambio ha consolidado las instituciones y ensayó su puntería”.

En el último texto, ajusta cuentas con los nuevos ricos. Con un estilo anacrónico y hermoso de leer, El culto de los héroes narra el ascenso social de un afilador asturiano. Su hija y sus nietos encarnan el ansia de figuración de nuestra burguesía; el empresario, la crueldad de los poderosos. Tiene el moralista Arturo Cancela algo de Anatole France. Está muy bien que Abelardo Castillo lo haya rescatado.
Guillermo Belcore

Calificación: Bueno

PD: Agradezco al diario La Prensa que me haya permitido asimilar y comentar casi todos los volúmenes de la colección Los recobrados que Abelardo Castillo ha compilado para el sello Capital Intelectual. Comparto la convicción de que ciertos autores excelentes de la Patria no merecían permanecer en el olvido. Este modesto pero apasionado blog no se cansará de proclamar a los cuatro vientos que leer a un Wernicke, a una Sara Gallardo o un Bernardo Jonhson es un placer altamente recomendable.

sábado, 17 de abril de 2010

Mundo consumo

Por Zygmunt Bauman
Paidós. Ensayo de filosofía

El mundo cambió. Se han licuado aquellas instituciones, valores e identidades que creíamos sólidos, definitivos e inalterables. Flotamos a la deriva. La modernidad, ahora, es líquida. Todo fluye, todo es frágil, efímero, movedizo y esquivo. Al haberse derretido esos marcos de referencia que forjaban el super yo o la conciencia, hoy corresponde a cada individuo fijar los límites de su responsabilidad hacia el prójimo y trazar la línea entre lo posible y lo imposible en lo que las intervenciones morales se refiere. El yo es una empresa en solitario. Los resultados están a la vista.

Este diagnóstico, impecable y esclarecedor, es obra de un filósofo de moda. Zygmunt Bauman (Poznan, 1925), aguafiestas del siglo XXI, nos advierte que la sociedad desregulada y privatizada de consumidores roza peligrosamente el bellum omnium contra omnes de Hobbes. Se desintegran los lazos sociales. Las enormes ciudades se han convertido en los lugares más inseguros del planeta.
El sello Paidós acaba de publicar en la Argentina el último ensayo de Bauman. Mundo consumo no sólo es una explicación convincente sobre algunos fenómenos desgarradores que ocurren ante nuestros ojos (la híperdelincuencia, la creación de desechos humanos) sino también es una reflexión sobre los mecanismos reparadores de daños. En un mundo, donde rige de arriba abajo el principio de placer casi sin ataduras, reintroducir la ética es una necesidad imperiosa. "Poblar el mundo con personas que se interesen por los demás no figura en el mapa de la utopía consumista'', denuncia, con razón, Bauman.

El libro trabaja con conceptos de la filosofía y la sociología clásica, pero es fácilmente asimilable para cualquier lector medianamente entrenado. La redundancia permite fijar conceptos. El autor presenta el ensayo como "un informe enviado desde un campo de batalla''. ¿Puede sobrevivir la cultura a la devaluación de la trascendencia?, es una de las cautivantes preguntas que plantea.


Ayer y hoy
Básicamente, Bauman sostiene que "la sociedad de producción de la modernidad sólida'' -donde nos formamos los mayores de treinta años- está liquidada. Lo que rige ahora el mundo globalizado es "la sociedad consumista de la modernidad líquida''.

Veamos hasta qué punto cambiaron las cosas. En la modernidad sólida, los países se empeñaban en afianzar y fortificar el principio de la soberanía territorial, exclusiva e indivisible. Un idioma, una cultura, una religión oficial; servicio militar obligatorio. En la modernidad líquida, los límites se desdibujan, las distancias se acortan, pasamos a la fase de Estados-Nación con carácter multicultural. Hay un intenso flujo de tráfico humano.

En la sociedad de producción, las gratificaciones se postergaban en nombre de abstracciones y dudosas recompensas futuras. Había que trabajar y estudiar duro, sacrificarse en pos de un ideal. Ahora, en cambio, responsabilidad significa en primer y único lugar una responsabilidad hacia uno mismo. Compro, luego existo. Además de ser una economía del exceso, el despilfarro y la proliferación de desechos (incluso humanos), la consumista es también una economía del engaño. La obligación de elegir se presenta como si fuera una libertad de elección. El terror a la inadecuación ha sustituido al horror de la culpa por desobediencia. La red (el individuo focal es su centro) sustituyó a los grupos de pertenencia.

El libro se cuida de afirmar que todos los cambios son funestos. Al fin y al cabo, la modernidad sólida concluyó en el siglo de los genocidas. Bauman dedica un capítulo, incluso, a meditar sobre cómo prevenir los asesinatos categoriales. Pero se esfuerza por remarcar que, según la información disponible, la modernidad líquida no ha hecho al ser humano más feliz. Incluso ha predispuesto a muchísimas personas a aceptar el sacrificio de libertades en aras de una mayor seguridad.

Es que el deterioro de las sociedades es evidente. En primer lugar, porque las jerarquías de valores netamente definidas han sido reemplazadas por la competencia salvaje entre fines efímeros. En el universo consumo sólo podemos aspirar a una falsa emancipación, a momentos de júbilo autoafirmativo. Pero el arte de vivir con identidades en tránsito exige tener dinero. En un ambiente de precarización laboral, salarios bajos por la competencia global y "excedentes de población" donde la gente sencilla es inducida a gastar lo que no tiene en objetos superfluos, y la familia y la escuela ya no obran como factor de contención y desarrollo de la personalidad, a nadie debe extrañar que hordas de adolescentes salgan a matar o morir para conseguir los billetes que les permitan comprar esas zapatillas ostentosas que se pavonean en los templos paganos de consumo.

En el otro extremo de la pirámide, las cosas tampoco son mejores. Pululan los humanos sincrónicos: viven exclusivamente en el presente y no prestan atención a la experiencia pasada ni a las consecuencias futuras de sus actos. Al fin y al cabo, ¿quién se escandaliza hoy en la Argentina por los cuatro millones de personas que viven bajo el umbral de la miseria?


Política y religión
El antídoto a la cultura ahorista, a la tiranía del momento, que con tanta lucidez describe Bauman, tiene dos componentes. Uno es claramente de matriz religiosa, aunque no osa revelarse como tal. Propone trabajar para la elevación moral de los individuos y las sociedades por igual, con una fuerte voluntad de hacer el bien, en una conciencia espiritual vital, en una atención constante y considerada al mandamiento "ama a tu prójimo como ti mismo'', que hoy en día significa "respetar mutuamente nuestra singularidad respectiva''.

El segundo término es político. Bauman, nacido en Polonia y radicado en Inglaterra, reivindica el estado social, según el modelo escandinavo. El orden de la igualdad vs. el orden del egoísmo. Estado social es aquel que protege a la sociedad de la proliferación de víctimas colaterales del consumismo: los excluidos, los parias, la clase marginada. La tarea fundamental de los gobernantes en la era líquida es salvar la solidaridad humana de la erosión y evitar que se apaguen los sentimientos de la responsabilidad ética. Así sea.
Guillermo Belcore
Este artículo se publicó en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy bueno

martes, 13 de abril de 2010

El hombre que amaba a los perros

Leonardo Padura
Tusquets. Novela, 573 páginas. Edición 2009.

He aquí una espléndida sorpresa. Acaba de llegar a la Argentina la obra cumbre de Leonardo Padura (La Habana, 1955), autor medio castrista, medio disidente, que ha forjado la serie policial Mario Conde, de discutible calidad. Pero esta novela es realmente muy buena. Relata con lucidez, eficacia y dedicación artesanal hasta en los pequeños detalles, el asesinato de León Davidovich Trotsky. Redondea una conclusión asombrosa para alguien que vive casi sin ser molestado en Cuba: “El estalinismo degradó de modo tan irremediable al movimiento comunista que intentar reformarlo es una misión imposible”. Peor aun: “¿Todos los grandes sueños están condenados a la perversión y el fracaso?”, se pregunta este libro convincente y minucioso.

La urdimbre se tejió con párrafos largos, pero diáfanos, pulidos con esmero. Hay intriga y profundidad psicológica. Los agradecimientos del final producen la impresión de que se trata de una obra colectiva. Sea como sea, confirma cabalmente las posibilidades estéticas y didácticas -insuperables, quizás- de la novela histórica. Se alternan tres líneas narrativas: la vida de Trotsky como profeta errante por Turquía, Francia, Noruega y finalmente México; la conversión del comunista español Ramón Mercader del Río en el asesino del zapapico; el calvario de un escritor cubano, arruinado por la censura y la más asoladora escasez, quien tropieza en la playa con un Mercader moribundo, cuya alma atormentada exige un confidente. Los tres personajes aman a los perros.

Quise aportar algo sobre cómo y por qué se pervirtió un sistema utópico nacido para rescatar la dignidad humana pero que alcanzó los límites de la indignidad, plantea Padura, con el humor de los sobrevivientes. Nos ofrece un texto enriquecido con verdades, que habla de lo humano y lo divino y, sobre todo, juzga a los crueles titiriteros de las Historia. Un libro instructivo y necesario, pues.
Guillermo Belcore
Publicado el domingo pasado en el Suplemento de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata

Calificación: Muy bueno

PD: Pasajes de este libro fueron leídos y comentados en la Unión de Escritores Cubanos. ¿Acaso el régimen paleocastrista pretende ahora reivindicar a Trotsky después de haberlo prohibido y demonizado durante la era soviética? ¿La fama en Europa de Padura le permite la audacia de la crítica social, aunque, claro, sin atacar directamente a los Castro? ¿Es un síntoma de apertura o una farsa? La respuesta, de todos modos, atañe al contexto, por lo que su importancia es relativa. Lo crucial, para nosotros los lectores, es que se trata de una estupenda novela.

La otra campana: A El País de Madrid no le terminó de convencer del todo esta novela.

sábado, 10 de abril de 2010

El oficinista

Guillermo Saccomanno
Seix Barral. Novela, 801 páginas. Edición 2010

Esta novela ha renunciado a la metáfora, a la descripción, a la retórica ingeniosa, al diálogo vivaz; en fin, a todo aquello que implique el disfrute de la belleza del lenguaje. Apuesta a la pura narratividad. Por ello, el tono es monocorde, tedioso y gris. Habla como esas personas que emplean el mismo registro de voz tanto para leer un expediente judicial como para relatar la muerte de un ser querido.

El libro, con sus cincuenta y cinco capitulitos cortados sin ton ni son, ganó el Premio Seix Barral Biblioteca Breve 2010. No fue -según admite Guillermo Saccomanno (1948)- la primera vez que competía. Su causa eficiente es el odio a la clase media, esa gran fabricante de serviles, de infames delatores, de perdedores de escritorio. No esta mal, entonces, que un guerrillero vuele un tren colmado de oficinistas: “es el método más eficaz para terminar con los que no enfrentan su destino”. ¡Sí señor!, he aquí otra escritura militante, atusada con máximas de éste calibre: “basta una limosna para que uno se sienta filántropo“; “el infierno es el subsuelo de sí mismo“; “el destino no puede ser ni un lavaplatos automáticos, ni un jean”.

El autor juega a hacerse el ruso antiguo, pero Saccomanno no logra aproximarse a Gogol, ni siquiera a Dostoievski. El cliché y el estereotipo campan a sus anchas, en un ambiente de caricatura que incluye lluvia ácida, perros clonados, helicópteros artillados, hordas de indigentes y esclavos. Se narran las desdichas de un empleado cualunque que soporta un jefe típico (obviamente calvo, adúltero y panzón), una esposa despótica y caballuna que lo muele a palos, y unos hijos obesos y despreciables. El pobre tipo se enamora de la secretaria y comete toda clase de vilezas para tratar de conservarla.

Hay que reconocerle a la distopía, una tremenda fuerza visual, proveniente -sospecho- de la experiencia del señor Saccomanno como historietista. Debió haber sido pues una novela ilustrada. Lo mejor de todo, empero, es la última frase.
Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Regular

La otra campana: Página 12, diario donde escribe Saccomanno, ha dedicado varias páginas a la promoción de esta novela. El primer aldabonazo lo dio el filósofo José Pablo Feinmann con una columna, muy comentada por sus ataques gratuitos a Beatriz Sarlo y su resentimiento contra la academia, en general. Yo no creo, como han señalado algunos, que se trate de una evidencia de la insanidad del panfletista. Se trata de una soberbia y ladina pieza de propaganda que cumple los fines de visibilidad e impacto, sobre todo teniendo en cuenta que Feinmann ni siquiera había leído el libro. O quizás sí lo había leído y su propósito haya sido intimidar a los críticos para ayudar al amigo. Un hombre inteligente como él debe haberse percatado de que estamos ante literatura de tercera o cuarta categoría.

PD: Sugiero también leer esta crítica excelente.

miércoles, 7 de abril de 2010

El día de las ratas

Dyonelio Machado
Adriana Hidalgo. Novela, 224 páginas . Edición 2010.

La decisión del Brasil de promocionar en el exterior su acervo cultural y el buen criterio de un sello argentino se han coaligado para que esta inquietante novela llegara, por fin, hasta nosotros. Os ratos fue escrita en 1934, cuando su autor -médico psiquiatra de profesión- estaba en prisión a causa de su militancia comunista. Eran tiempos duros, no obstante, el manuscrito obtuvo el consagratorio premio Machado de Assis. Desde entonces, la academia considera a Dyonelio Machado (Rio Grande do Sul, 1895-1985) un hito de la segunda fase del modernismo brasileño.

Se narra la desesperación de un don nadie. Naziazeno Barbosa, un funcionario de cuarta, debe conseguir cincuenta y tres mil reais antes de que amanezca para poder saldar una deuda infame con el lechero. El pobre barnabé‚ se lanza a una caminata alucinada por una Porto Alegre durísima. Busca cualquier cosa que lo salve del vejamen de llegar casa agitando las manos ante los ojos mustios de su mujer y la mirada inocente del niño. El calvario es joyceano, dura veinticuatro horas. El jefe, los usureros, la ruleta le dan la espalda. La angustia es la del hombre que enfrenta el tiempo, acaso como Heidegger lo percibía. Un par de amigos llegan al rescate; Naziazeno consigue el dinero, sin embargo... El final admite dos lecturas antagónicas. Las ratas son literales o metafóricas.
El doctor Machado era en los años treinta un recién llegado a la literatura. El abuso de las comillas, entre otros defectos, delata al aficionado. Pero la novela tiene una fuerza demoledora. Es tanto un relato de denuncia social (el dinero destruye la solidaridad) como una exploración de la psiquis del hombre mediocre. Por momentos, la tensión resulta insoportable. Dicen que la historia surgió de una pesadilla que había atormentado a la madre del escritor. La trama provoca tristeza, melancolía, el llamado malestar del sobreviviente. Acaso no haya nada más lacerante que un pobre diablo que necesita dinero para darle de comer al hijo.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

PD: Las desdichas del hombre mediocre son un tópico de la ficción de calidad. Todos crecimos bajo el capote de Gogol, decía Dostoievski. Esta versión me pareció recomendable por su color local y la tensión espiritual.

lunes, 5 de abril de 2010

Jazzy

El crítico invitado III

Un amigo de este blog, y exquisito crítico de música y teatro, recomienda combinar la lectura con el álbum Jazzy

Voz: Alberto Tarantini

Temas: Fly me to the moon. The shadow of your smile. God bless the child. Whats is this called love? I ain't nothin' but the blues. Take the `A' train. Moon river. Sur. Los mareados. Les feuilles mortes, y otros.
Sello: Independiente.

El disco debut de Alberto Tarantini es un delicioso encuentro con el artista desde siempre, que finalmente abrió una grieta en su carrera empresarial para despuntar el vicio del canto. Nacido en el seno de una familia de músicos, ha tocado desde el bandoneón hasta el saxo y la batería, pero aquí sorprende con su voz, interpretando standards de jazz, tangos, canciones en francés y en portugués, que desde su simpleza se elevan acariciando el oído ajeno. Juan Carlos Cirigliano, en los arreglos y al frente de la banda, ofrece el marco adecuado para el lucimiento de este nombre para recordar.
Daniel Sousa

sábado, 3 de abril de 2010

En esta gran época

Karl Kraus
Libros del Zorzal. Ensayo de historia y arte, 122 páginas. Edición 2010. Precio aproximado: $ 40.

La sensibilidad moderna es, gran medida, producto del talento centroeuropeo y judío. El diagnóstico, impecable, pertenece a George Steiner. Y en esa constelación aúrea que incluye a Freud, Kafka, Schönberg y Wittgenstein, hay un cometa errabundo y volcánico no tan conocido por el público profano, a quien Elias Canetti, entre tantos, rindió homenaje como "máximo escritor satírico de expresión alemana". Su nombre fue Karl Kraus (1874-1936), quintaesencia y azote de la Viena imperial. Acaba de llegar a la Argentina.

Este blog se complace en informar que un pequeño sello nacional ha recopilado textos de La antorcha (Die Fackel), el periódico de Kraus, un genio triturador, una fuerza pura de pensamiento. El prólogo y la traducción -excelente ambos- son obra de Marcelo Burello. Ha logrado sortear con elegancia el obstáculo del localismo, es decir el texto mantiene su fulgor estético, torrencial y verboso. El eje temático es "de cómo la prensa liberal engendra una guerra mundial", en referencia la Gran Guerra (1914-1918), "ese sanguinario delirio por el que las naciones se persiguieron a cambio de nada". El texto nos obliga a meditar sobre qué cosa es en realidad la prensa, en su carácter de promotor de la opinión pública. "No es un servidor -bramaba Kraus, en su carácter de periodista antiperiodístico-. Es el acontecimiento mismo. El instrumento se nos ha ido nuevamente de las manos".

Si el qué del libro es atractivo, el cómo resulta fascinante. Kraus fue el condestable de la paradoja, la ironía, la diatriba y el aforismo. "Para mí hay guerra cuando se envía sólo a los que no sirven", sentenció por ejemplo. Dominaba también la máxima premonitoria: "El progreso hace monederos de piel humana", avisaba desesperado, mucho antes de que el diabólico Auschwitz se perfilara en el horizonte.
Guillermo Belcore
Este comentario, con ligeras variaciones, se publica en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa el domingo 4 de abril.

Calificación: Bueno
PD: He estado pensando: ¿dónde están hoy los Karl Kraus de la Argentina? Es decir, dónde hay una voz ferozmente independiente, cuya escritura combina ambición literaria con denuncia de la podredumbre y la banalidad de los medios y de los pseudointelectuales. No están en los canales tradicionales, obviamente. Lo más parecido lo he encontrado en Internet. El fantasma es una aproximación bastante cercana a Die fackel. Tengo a Omar Genovese como un maestro del epigrama; no transige un ápice y tiene la mordida del tiburón, siempre llega al hueso. ¿Alguien conoce otra aproximación?

PD II: Libros del Zorzal es uno de mis sellos favoritos. Esa apuesta por las joyas del pasado, presentadas en un elegante envoltorio blanco, merece encendidos elogios.

jueves, 1 de abril de 2010

Escapada

Por Alice Munro
RBA. Cuentos, en 286 páginas. Edición 2009.

¿Cómo hace Alice Munro para convertir el cuento en obra de arte? ¿De dónde obtiene su singular eficacia? Del oído, en primer lugar. La gran narradora canadiense tiene un oído excelente para el diálogo vivaz. De la vista, también. Las descripciones son espléndidas; los retratos, perfectos; y los detalles, conmovedores. Los personajes son típicos, en el sentido de que sus preocupaciones siempre nos resultan familiares; pero al mismo tiempo son extraordinarios en mente y alma. Cualquier persona -ésta es la clave- puede ocultar una tragedia o una aventura. Nunca falta la tensión dramática. Munro tiene también buen gusto. Hay abundancia de historias sabrosas; sazonadas con ricas observaciones. ¿Y el olfato? Los relatos de Munro huelen a madera, a nieve, a ropa vieja, a ese mundo más tierno, más estable y más hipócrita que nos causa nostalgia pero que nunca jamás volverá.


Escapada (Runaway) fue publicado en 2005. Incluye ocho cuentos que se ambientan, como es tradición, en los pueblos rurales del Canadá. Es un ambiente severo y conservador, pero con personas -sobre todo mujeres- que no se conforman con ser como los demás. Munro registra los cambios sociales no sin un punto de desagrado. Tiene algo que decirnos sobre los perjuicios que han causado la educación liberal y atea a los niños. El libro se urde con recuerdos; y con el bordado de los recuerdos se van labrando surcos cada vez más profundos.

Juliet Henderson aparece en tres cuentos. La primera vez que tiene el valor de desairar a un hombre, el fulano va y se arroja bajo un tren. Gracias a esa tragedia conoce al amor de su vida. Profesora de lenguas clásicas, su hija caerá bajo la férula de una secta religiosa. Se redondea un mensaje: pocas personas, muy pocas, tienen un tesoro y si tú lo tienes, debes aferrarte a él con uñas y dientes.
Guillermo Belcore
Esta reseña fue publicada el domingo pasado en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata

Calificación: Muy bueno

PD: Antes de que Murdoch cobre un maldito peaje, sugiero leer la espléndida reseña de The Times. Dice el sagaz crítico que "cuando uno lee los relatos breves de Alice Munro tiene dificultades para recordar para qué la novela fue inventada". El diario británico ha ubicado Runaway entre los cien mejores libros de la década.