domingo, 29 de agosto de 2021

Lem, una vida fuera de este mundo


 


El delegado de Thuban abrió por un sitio previamente marcado un enorme volumen que tenía ante sí sobre el pupitre y se puso a leer: 

"(...) y aquella extraña especie calva en todo el cuerpo, descubierta por Grammplus en el rincón más oscuro de nuestra Galaxia, Monstroteratum Furiosum (Ignomen Furibundeo) que escogió para sí mismo el nombre de Homo Sapiens...".

Hay que reconocerlo. Somos, en la galaxia, una especie anormal. Los astrozoólogos nos han clasificado en el tipo Aberrantia (Viciosa), subtipo antisapientinales (Contrasentidos), grupo Necroludentia (Cadaverófilos), orden Lasciviaceae (Repugnoides), familia Horrorisimae (Hocimonstros).

Por eso, la Organización de Planetas Unidos nos ha rechazado la solicitud de ingreso. Más aun, reveló asqueada el origen de los terrícolas. Dicen que hace millones de años, un par de marineros borrachos de una nave espacial (los infames Ñor y Zioss) vertieron sobre las rocas de nuestro planeta muerto un cubo de impurezas fermentadas. Y uno de ellos, incluso, estornudó varias veces sobre el cultivo plasmático infectándolo con virus peligrosos (1).

De esa sopa primodial provenimos, según la imaginación portentosa de una de las glorias de la ficción científica: Stanislaw Herman Lem (Lvov 1921-Cracovia 2006).

Es lógico que el maestro polaco haya coloreado el Viaje Octavo de Ijon Tichy (1) con semejante pesimismo. "Un hombre que por milagro ha logrado salir de debajo de un montón de cadáveres es un hombre con una profunda decepción con la humanidad tal cual es", escribió Wojciech Orlinski, autor de una biografía que aquí venimos a recomendar: Lem, una vida fuera de este mundo (409 páginas, traducción Bárbara Gill), que el sello Ediciones Godot trajo este año a la Argentina desde la renacida Varsovia. 


INDIVIDUO Y SOCIEDAD


Como regla general, podría afirmarse que una biografía idónea es aquella que une con elegancia e inteligencia una notable vida individual con el devenir de una sociedad. La definición le cabe como anillo al dedo al libro del señor Orlinski, periodista de profesión pero más culto y laborioso que su colega argentino promedio. La atención nunca flaquea. Es que el tema, además, resulta muy interesante. Por un lado, tenemos una genial inventiva que sobrevivió a las dos fuerzas más destructivas e irracionales del siglo XX (bolchevismo y nazismo) y consiguió vencer a fuerza de talento y prudencia a la implacable censura de la República Popular para forjar libros que han pasado la prueba del tiempo; y por el otro, una nación heroica, atormentada por los dos matones del barrio (Alemania y Rusia) que anduvo a la deriva durante cinco décadas pero nunca perdió su alma. Lem es Polonia y Polonia es Lem.


"Decimos 'una pesadilla cuando el hotel confunde nuestra reserva. Decimos un calvario" cuando un trámite se prolonga. Por lo tanto carecemos de un aparato cognitivo capaz de aprehender el horror al que los Lem sobrevivieron", escribió Orlinski. En efecto, el joven Stanislaw y sus padres (burgueses judíos asimilados) sobrevivieron de una manera casi inverosímil a la doble ocupación rusa, al Holocausto y a los pogroms ucranianos en la ciudad de Leópolis (hoy Lvov), capital de la región de Galitzia, en su momento último confín del Imperio Austrohúngaro.


Lem se salvó por su habilidad como maestro soldador, porque sus padres tenían las monedas de oro para el soborno y nunca fueron traicionados por el corrupto o el amigo, y a causa de una increíble buena suerte. No obstante, el "trauma del sobreviviente" lo persiguió toda su vida y se refleja en su obra. Durante toda su vida evitó el literato hablar de sus raíces judías.


EL ALMA DE CRACOVIA


Después de la Segunda Guerra Mundial, los Lem se mudaron a Cracovia. Y en 1956, un Stanislaw, que había estudiado medicina pero su gran pasión era la construcción de máquinas experimentales, alcanzó la fama literaria con la publicación, como cuento, del "Viaje catorce de Ijon Tichy". Era la prueba de una mente excepcional.


Sus libros posteriores -Solaris, Diario de las estrellas, Retorno de las estrellas, Ciberíada, Summa technologiae, entre otros- lo convirtieron en el rey de la ciencia ficción del bloque soviético, pero viviendo siempre de forma decente, por lo menos tanto cuanto era posible bajo el régimen comunista. Lem, con la excepción de un par de textos intrascendentes, nunca adscribió al abominable realismo socialista; y supo describir los desatinos de la utopía bolchevique disfrazándolos de sociedades extraterrestres. Literariamente hablando, su grandeza sin par fue caricaturizar a los grandes problemas humanos con un fondo de escenografía cósmica. Como Borges o como Bolaño, el texto apócrifo fue una de sus herramientas formidables.


Naturalmente, tuvo encontronazos con la censura. ¿Hace falta decirlo? Un sistema totalitario es aquel que busca que todo se subordine a una sola ideología. Los chacales rojos lo acusaron de eludir "la didáctica progresista" y de cultivar el humor del absurdo, ese "fenómeno social peligroso" (la risa era contrarrevolucionaria, ¿leyeron La broma de Milán Kundera?). No obstante, el régimen le permitió publicar y viajar al extranjero. Lo protegía su popularidad dentro y fuera del país, y sobre todo el hecho de que los científicos, intelectuales y astronautas rusos lo adoraran. Cada viaje de Lem a la URSS era comparable a la gira de una estrella de rock y Gorbachev llegó a sostener que Summa technologiae fue uno de los libros más influyentes de su vida. El inquisidor polaco, entonces, fingía que no llegaba a captar las alegorías y los simbolismos lemianos.


EPISTOLAS


El tono general del libro es de ditirambo; es decir, se disimulan defectos y bajezas. El autor abreva en el voluminoso archivo Lem. Centenares de cartas son citadas. El único punto flojo que pudimos encontrar es que Orlinski presta demasiada atención a los asuntos domésticos -caso las vicisitudes de su hombre con los autos- en desmedro de cuestiones más trascendentes. Verbigracia: se menciona al pasar el escepticismo del escritor respecto a Camino de servidumbre de Von Hayek, pero no se transcribe una sola línea de ese texto jugoso. Nunca dejéis con hambre al lector, es el consejo que este articulista deja a los biográfos.


Hay toneladas de información y pasajes muy divertidos como la pelotera de Lem con Tarkovsky por la versión rusa de Solaris, y la larga disputa epistolar con el loco lindo de Philip Dick a raíz de la publicación de Ubik en Polonia.


Y como todo ensayo que aborda la historia del siglo XX en Europa oriental, Una vida fuera de este mundo resulta muy instructivo. Hoy que tantos cenutrios sienten nostalgia por la Unión Soviética y que el neocomunismo se hace carne en Occidente, libros como éste confirman ese dictum memorable de Karina Mariani: Todo socialismo es una cárcel. No sólo se trata de alambre de púa, el sistema inspirado en el marxismo ha demostrado ser terriblemente ineficaz, en su seno la economía, los autos, los ferrocarriles, los teléfonos y hasta los baños de los hospitales no funcionan.


(1) Diario de las estrellas. Stanislaw Lem. Edhasa, edición 2003.

martes, 10 de agosto de 2021

La mano izquierda de la oscuridad




Entre todos los planetas habitados por seres humanos, Gueden tiene una característica única: las personas son hermafroditas neutros. Durante el ciclo lunar llamado kémmer (26 días al año), los guedenianos desarrollan algunos de los dos sexos y se aparean. Los que se convierten en hembras y son fertilizados, lo seguirán siendo hasta fin de la lactancia; luego vuelven a la condición de andróginos. Como la conversión es aleatoria, la madre de varios niños puede ser el padre de otros.

En Gueden no hay violaciones ni erotismo en la vida cotidiana. Se cree que la excepcional naturaleza de ambisexualidad es el resultado de la ingeniería genética de colonizadores que buscaban un atajo para evitar las guerras. Si es así, fue un éxito. La historia planetaria no registra matanzas comparables a la de la Tierra, aunque no son raras las ejecuciones, los asesinos políticos y las enemistades, e incluso en algunos países funcionan gulags.

La otra característica singular de Gueden es su clima. Al planeta se lo conoce tambien como Invierno pues la humanidad ha tenido que evolucionar bajo un continua Edad de Hielo. Es un mundo hostil sin criaturas que vuelan, sin ganado y sin flores. Allí, nuestra especie ha tropezado con un enemigo más cruel que ella misma: el frío, siempre al límite de lo tolerable.

Ha llegado el momento de aclarar que Gueden es el fruto de una de las imaginaciones más prodigiosas de la literatura fantástica, la de la californiana Ursula Le Guin (1919-2018). Ese mundo helado, en el linde de los planetas habitados, está incluido en la novela La mano izquierda de la oscuridad, entregada a la imprenta por primera vez en 1969 (¡como libro de bolsillo de 95 centavos!). Este año fue recuperada por el sello Minotauro (333 páginas), con la impecable traducción de Francisco Abelenda de 1973.

FEMINISMO INTELIGENTE

Harold Bloom, nada menos, considera a La mano izquierda de la oscuridad como la obra maestra de Ursula L.G. La novela ganó los dos honores principales de la ciencia ficción (Premio Hugo y Nebula) y es material de enseñanza en escuelas y universidades. Tiene el texto una clara sensibilidad feminista pero inteligente. La política nunca estropea la trama, ni las profundas indagaciones sobre la condición humana. "Escribí el libro desde el punto de vista de un hombre, prisionero de su virilidad... Eliminé el género para ver que quedaba", ha declarado la autora.

Se narran los esfuerzos del diplomático Genly Ai para que Gueden se una al Ecumén, una liga de mundos, con espíritu místico, fundada por un pueblo ancestral que sembró humanos en todos los planetas habitables de la galaxia. Recuerda a la Federación Unida de Planetas de Star Trek, aunque aquí el Primer Contacto lo efectúa un embajador solitario.

Trabaja el Enviado en dos países, rivales por borrosas cuestiones fronterizas: Karhide, gobernado por un monarca loco y miedoso; y Orgoreyn, un Estado policial, diezmado por las intrigas de facciones. En este último dominio, el mensajero interestelar es encerrado en la "Tercera Granja Voluntaria y Agencia de Reeducación de la Comensalía de Pulefen", donde casi lo matan. Lo rescata el señor-señora Estraven, su promotor en Karhide.

A la fuga del campo de trabajos forzados le sigue un viaje de mil doscientos kilómetros hasta la frontera. Genly Ai y Estraven cruzan en trineo y con esquíes montañas, hondonadas, desfiladeros, glaciares, volcanes, capas de hielo, pantanos congelados, todo desolado, inhóspito, muerto, en medio de las tormentas de pleno invierno en plena Edad Glacial. Esta travesía de 88 días (unas ochenta páginas) conforma una de las aventuras más apasionantes que pueden encontrarse en la literatura (a secas) del siglo XX. Uno no puede dejar de leer.

Vale decir, el lector encontrará aquí una obra filosóficamente significativa, desbordante de sucesos y con una atención al detalle impresionante. Le Guin -hija del distinguido antropólogo Al Kroeber y de la escritora Theodora Kroeber- no sólo se había documentado sobre astronomía, geografía y geología, sino que nos ofrece una visión convincente de la sociología y la psicología de una sociedad alienígena. Una Tierra alternativa.

Esta cualidad de demiurgo, acaso gnóstico, es la que caracteriza a los mejores escritores. Es posible que no sea una exageración sostener que la creadora del fascinante planeta Gueden-Invierno, puede compararse con el Jorge Luis Borges de Tlon Uqbar Orbis Tertius.

"Ursula Le Guin es una creadora magníficamente imaginativa y una gran estilista que ha elevado la fantasía a la Alta Literatura de nuestro tiempo", escribió H. Bloom hace unos años. E incluyó La mano izquierda de la oscuridad en su Canon Occidental.

Guillermo Belcore

Publicado en el Suplemento Cultura del diario La Prensa

Calificación: Excelente

domingo, 8 de agosto de 2021

Las constelaciones oscuras



Harold Bloom, ese crítico imprescindible, recomendaba invertir el tiempo que nos toca en las obras maestras y prescindir de las piezas de época. A esta última categoría pertenece la segunda novela de Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977), publicada en 2015.


No obstante, Las constelaciones oscuras (Random House, 237 páginas) es una lúcida aproximación -aunque de factura muy despareja- a dos fenómenos de nuestro tiempo: a) la monstruosa vigilancia social del Estado y de las grandes corporaciones mediante nuevas herramientas tecnológicas; b) el hacker como reacción, tan heroica como anárquica, al Gran Hermano.


La trama se despliega en tres tiempos diferentes:

* 1982: El diario del naturalista Niklas Bruun, que arranca con una orgía en las islas Canarias (el sexo cumple un papel importante en la trama, veremos) y concluye con una criatura monstruosa (¿aireana?) en la Amazonia.

* 1983: La biografía de Cassio Liberman-Brando Da Silva, hacedor de los virus informáticos más potentes de la historia argentina.

* 2024: El Proyecto Estromatolitón, desarrollado en el Instituto Balseiro, el "ojo cerebro absoluto" para una "desaforada biométrica".


Podría decirse que se trata de una obra posmoderna, cuya paranoia y jerga científica recuerda por momentos a Thomas Pynchon y en otros a Don De Lillo. La prosa de la señora Oloixarac tiene un aire inocente, carece de cualquier gravedad (hasta se mofa de "las performances publicitarias de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo"), cultiva no sin éxito la parodia y repite la treta, tan de este siglo, de yuxtaponer elementos de diversas procedencias. Preferentemente contrapone Alta y Baja Cultura (el joven Werher y las Tortugas Ninja, por ejemplo). El conjunto es agradable e inspirador aunque ciertas ambiciones poéticas de la autora hacen rechinar los dientes. El lector tropieza con frases cacofónicas como ésta: "En el cielo, Venus brilla entre brumas y la Luna se disuelve en la fosa crepuscular de Buenos Aires". 


Como todos los escritores talentosos o que se creen talentosos, Pola O. tiene sus objetos fetiche. Si Borges nos encantaba con espejos y laberintos. Las constelaciones oscuras vuelve una y otra vez a los seres híbridos, al Antopoceno, al capital, al limo y -sobre todo- a las descargas seminales, es decir "las transfusiones en masa de ADN". Por otra parte, la escritora parece suscribir el mito del pansexualismo freudiano.


UNA FLOR EXÓTICA

Algo hay que decir de las ideas políticas de Pola O, quien durante la pandemia ha honrado al diario La Nación con artículos filosos sobre la nomenklatura kirchneroide. Aunque estudio filosofía en la Universidad de Buenos Aires es una orquídea exótica entre la rancia intelectualidad argentina. No se ha dejado seducir por el horror decadente de la corrección política o por el izquierdismo canalla que se descompone a tantos artistas de la Patria. "Los argentinos cultos sólo parecen capaces de soñar escansiones del marxismo", establece en la página treinta y cuatro.


Las constelaciones oscuras fue entregada a la imprenta siete años después de la muy comentada y elogiada opera prima de PO ( Las teorías salvajes ). Cierta crítica superficial la ha encasillado en los anaqueles de la ciencia ficción. Aunque avara en páginas (Pola nació en Argentina al fin y al cabo) es más compleja que una vulgar novela de género. Leerla hoyda idea de premonición, anticipa rasgos de aquello que hemos dado en llamarinfectadura. La escritora radicada en Barcelona expresaba un lustro atrás su temor por el"animal desatado del Estado"que quiere leer toda nuestra vida para, llegado el momento, sojuzgar.


"Los días del humano están contados" , nos advertía. Las máquinas mentales ya no son las únicas en regir la conducta. La ingeniería genética, la inteligencia artificial, el supergobierno global jaquean la libertad. "La tecnología misma es la forma de la traición; la forma que traiciona su propia naturaleza para convertirse en otra cosa" , remata Pola en el último tramo del libro. De ahí, el hacker como héroe libertario.

Guillermo Belcore

Calificación: Regular