Por Sergio Pastormerlo
Fondo de Cultura Económica. Ensayo de 197 páginas, publicado en 2007.
El profesor Sergio Pastormerlo (Jun¡n, 1962) emprendió una tarea homérica: decir algo fresco y convincente sobre la obra y el destino singular de Jorge Luis Borges, ese manantial inagotable. Conjetura que nuestro héroe fue, ante todo, un crítico que inventó la literatura argentina tal como hoy la concebimos. La hipótesis es académica, es decir la menos cordial para el lector corriente, pues se ciñe a reglas tan absurdas como no abreviar ni simplificar. Por lo demás, el libro resulta interesante porque Borges es de por sí muy interesante.
El autor ofrece, pues, una mirada rigurosa a los textos borgeanos en su carácter de intervenciones tácticas en el quehacer literario. Su examen de la coherencia interna no se priva del agravio; denuncia al “ironista pendenciero”, “estratega taimado”, “gran escritor reaccionario” y “antivanguardista fóbico”. Pero revela notables cualidades como recopilador de ideas y datos biográficos, algunos no bien conocidos. El estilo es claro, excepto cuando se distrae en juegos de palabras y conceptos.
Lo que no cabe discutir es la excelencia del material con que trabaja. Explora la consagración sacerdotal de Borges a la literatura, las figuras del supersticioso y del ateo, las rupturas con la tradición, el Quijote como problema, Pierre Menard, la gravitación de Paul Valery, el legado de Groussac, la creencia en los misterios razonables no en los milagros brutos.
El último capítulo revisa el diálogo con Joyce y la polémica con Américo Castro y concluye que la crítica borgeana, con su “aire terrorista”, fue una crítica de preguntas previas y excesivas, abonada por la sospecha de la precariedad del valor. A pesar de su tonito iconoclasta, el libro es, en líneas generales, muy instructivo.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
Fondo de Cultura Económica. Ensayo de 197 páginas, publicado en 2007.
El profesor Sergio Pastormerlo (Jun¡n, 1962) emprendió una tarea homérica: decir algo fresco y convincente sobre la obra y el destino singular de Jorge Luis Borges, ese manantial inagotable. Conjetura que nuestro héroe fue, ante todo, un crítico que inventó la literatura argentina tal como hoy la concebimos. La hipótesis es académica, es decir la menos cordial para el lector corriente, pues se ciñe a reglas tan absurdas como no abreviar ni simplificar. Por lo demás, el libro resulta interesante porque Borges es de por sí muy interesante.
El autor ofrece, pues, una mirada rigurosa a los textos borgeanos en su carácter de intervenciones tácticas en el quehacer literario. Su examen de la coherencia interna no se priva del agravio; denuncia al “ironista pendenciero”, “estratega taimado”, “gran escritor reaccionario” y “antivanguardista fóbico”. Pero revela notables cualidades como recopilador de ideas y datos biográficos, algunos no bien conocidos. El estilo es claro, excepto cuando se distrae en juegos de palabras y conceptos.
Lo que no cabe discutir es la excelencia del material con que trabaja. Explora la consagración sacerdotal de Borges a la literatura, las figuras del supersticioso y del ateo, las rupturas con la tradición, el Quijote como problema, Pierre Menard, la gravitación de Paul Valery, el legado de Groussac, la creencia en los misterios razonables no en los milagros brutos.
El último capítulo revisa el diálogo con Joyce y la polémica con Américo Castro y concluye que la crítica borgeana, con su “aire terrorista”, fue una crítica de preguntas previas y excesivas, abonada por la sospecha de la precariedad del valor. A pesar de su tonito iconoclasta, el libro es, en líneas generales, muy instructivo.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACIÓN: Bueno