Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número doce
Filmer
H.G. Wells. Doce historias y un sueño. Valdemar. Edición 1995
Esta es la historia de un hombre cuya feliz idea permitió el dominio de la navegación aérea. El pobre Filmer, un patético científico de provincias que nunca voló y que fue reverenciado por Inglaterra de una manera tan grotesca y trágica como nunca antes se había visto. Un magnate de la prensa eligió transformarlo en el más Famoso Inventor. Los poderosos lo adularon. Lady Mary Elkinghorn, todavía hermosa a pesar de su aire de escándalo, se enamoró del oscuro y plebeyo muerto de hambre. El primer ensayo con un prototipo asesinó a un caballo en la carretera de Fulham. El presagio, naturalmente, no disuadió a Banghurst, el entusiasta dueño de periódicos. Organizó a todo trapo el vuelo inaugural. Filmer intentó darle largas al asunto, pero llegó el gran día. La vasta mansión del millonario estaba llena de huéspedes. A poco de empezar, el científico adujo un pequeño malestar. Banghurst y Lady Elkinghorn dejaron en claro que no tolerarían otro piloto. Lo condujeron a una sala y le trajeron brandy. Sobre la mesa yacía olvidada la escopeta de caza del señor. Filmer se voló la tapa de los sesos.
PD: Este cuento es una sublime exhibición de estilo. La suave ironía, la filosa elegancia, el ingenio mordaz, la crítica demoledora sin subir un ápice el tono de voz, todo lo que admiramos de la Inglaterra tradicional y que nos ha llegado al castellano en páginas de Borges o de alguno de sus admiradores. Seguiré releyendo a Wells, advierto.
Este es un blog sobre libros para amantes de los libros y las series. Se rige sólo por el hedonismo de un tal Guillermo Belcore.
sábado, 27 de agosto de 2011
viernes, 26 de agosto de 2011
La emoción de descubrir algo nuevo
Diario de un lector apasionado XXI
Hoy por hoy, cualquier papanatas puede escribir una novela aceptable, pero sólo un genio es capaz de hilvanar dos obras memorables. Deje amigo, amiga, lo que esté haciendo y anote un nombre: Vlad¡mir Sorokin, lúcido representante de la nueva literatura rusa; un posmodernista según dicen. Creo que este señor tiene el don. Los dos libros que le leí me han fascinado, conforman una ingeniosa vuelta de tuerca en el segmento de la ciencia ficción de calidad, o bien del realismo fantástico. Ojalá Alfaguara siga trayendo su obra al castellano, incluso infestada de argot madrileño como la novela que acabo de concluir. Se titula El hielo y ya la estoy recomendado. Entregue ayer la reseña a La Prensa, la subiré aquí en un par de semanas. Mientras tanto, recuerden a Vlad¡mir Sorokin, es la emoción de descubrir algo nuevo, como escribieron en Los Angeles Times.
G.B.
PD: En este blog se encuentra la reseña de El día del oprichnik.
Hoy por hoy, cualquier papanatas puede escribir una novela aceptable, pero sólo un genio es capaz de hilvanar dos obras memorables. Deje amigo, amiga, lo que esté haciendo y anote un nombre: Vlad¡mir Sorokin, lúcido representante de la nueva literatura rusa; un posmodernista según dicen. Creo que este señor tiene el don. Los dos libros que le leí me han fascinado, conforman una ingeniosa vuelta de tuerca en el segmento de la ciencia ficción de calidad, o bien del realismo fantástico. Ojalá Alfaguara siga trayendo su obra al castellano, incluso infestada de argot madrileño como la novela que acabo de concluir. Se titula El hielo y ya la estoy recomendado. Entregue ayer la reseña a La Prensa, la subiré aquí en un par de semanas. Mientras tanto, recuerden a Vlad¡mir Sorokin, es la emoción de descubrir algo nuevo, como escribieron en Los Angeles Times.
G.B.
PD: En este blog se encuentra la reseña de El día del oprichnik.
martes, 23 de agosto de 2011
Las vacaciones de Mr. Ledbetter
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número once:
Las vacaciones de Mister Ledbetter
H.G. Wells. Doce historias y un sueño. Valdemar. 1995.
Mucha gente piensa que el señor Ledbetter es un auténtico pelmazo. Clérigo de la Iglesia Anglicana, pedagogo y jugador de ajedrez, es una de esas personas que se consideran pilares de la Inglaterra tradicional. El asunto empezó en Hightergate-on-Sea, durante las vacaciones de verano del señor Ledbetter. Después de la cena se puso a charlar con una persona locuaz que residía en la pensión donde había concurrido por consejo de sus tías. La conversación giró en torno de los viejos tiempos heroicos que, ¡ay!, se habían ido para siempre. Se envidió a los ladrones de casas, los únicos auténticos aventureros que quedan en el mundo. Más tarde, el señor Ledbetter decidió emularlos para compensar una vida muy poco azarosa. Se infiltró en una casa a oscuras por una ventana abierta en el primer piso. Robó una pastilla de jabón para demostrarse que no tenía ningún miserable temor a la ley, pero cuando se disponía a irse llegó el dueño de casa. Se escondió en el dormitorio debajo de la cama, muerto de miedo. Pronto fue descubierto y, a punta de pistola, se le obligó a cargar hasta la playa un pesado cofre repleto de monedas de oro. El cura cayó en manos de una pareja de desfalcadores. Le hablaron como se habla a alguien que lleva una vida criminal. Lo forzaron a viajar en barca hasta el Caribe. Una tripulación infame lo maltrató. Después de dos semanas, fue abandonado en una isla de las Granadinas con una moneda de oro en su bolsillo. Se las apañó para llegar a Jamaica. Suplicó ayuda a todos los pastores religiosos que pudo encontrar; no obstante, tenía un aspecto excesivamente mugriento, era muy incoherente y su historia, demasiado increíble para ellos. Un alma caritativa, finalmente, se apiadó del señor Ledbetter. ¿Hace falta decir que sus tías jamás le creyeron?
PD: ¡Cómo me he reído con este magnífico cuento!
Argumento número once:
Las vacaciones de Mister Ledbetter
H.G. Wells. Doce historias y un sueño. Valdemar. 1995.
Mucha gente piensa que el señor Ledbetter es un auténtico pelmazo. Clérigo de la Iglesia Anglicana, pedagogo y jugador de ajedrez, es una de esas personas que se consideran pilares de la Inglaterra tradicional. El asunto empezó en Hightergate-on-Sea, durante las vacaciones de verano del señor Ledbetter. Después de la cena se puso a charlar con una persona locuaz que residía en la pensión donde había concurrido por consejo de sus tías. La conversación giró en torno de los viejos tiempos heroicos que, ¡ay!, se habían ido para siempre. Se envidió a los ladrones de casas, los únicos auténticos aventureros que quedan en el mundo. Más tarde, el señor Ledbetter decidió emularlos para compensar una vida muy poco azarosa. Se infiltró en una casa a oscuras por una ventana abierta en el primer piso. Robó una pastilla de jabón para demostrarse que no tenía ningún miserable temor a la ley, pero cuando se disponía a irse llegó el dueño de casa. Se escondió en el dormitorio debajo de la cama, muerto de miedo. Pronto fue descubierto y, a punta de pistola, se le obligó a cargar hasta la playa un pesado cofre repleto de monedas de oro. El cura cayó en manos de una pareja de desfalcadores. Le hablaron como se habla a alguien que lleva una vida criminal. Lo forzaron a viajar en barca hasta el Caribe. Una tripulación infame lo maltrató. Después de dos semanas, fue abandonado en una isla de las Granadinas con una moneda de oro en su bolsillo. Se las apañó para llegar a Jamaica. Suplicó ayuda a todos los pastores religiosos que pudo encontrar; no obstante, tenía un aspecto excesivamente mugriento, era muy incoherente y su historia, demasiado increíble para ellos. Un alma caritativa, finalmente, se apiadó del señor Ledbetter. ¿Hace falta decir que sus tías jamás le creyeron?
PD: ¡Cómo me he reído con este magnífico cuento!
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literatura inglesa,
Proyecto Diez Mil Cuentos
sábado, 20 de agosto de 2011
Historia de los Estados Unidos
Thomas Bender
Siglo Veintiuno. Ensayo de historia, 382 páginas. Edición 2011.
Que una historia sintética de Estados Unidos refiera a Juan Bautista Alberdi, Joaquín V. González y José Ingenieros, entre otros prohombres argentinos, denota un libro excepcional y, aclárese de entrada, en el mejor sentido de la palabra. El profesor Thomas Bender, de la Universidad de Nueva York, ha escrito un ensayo notable y esclarecedor, incluso para los lectores del cono sur. Al margen de sus intenciones políticas (promover un sentido más cosmopolita de lo que significa ser estadounidense), la idea rectora de que el espacio territorial de un país moderno no es contexto suficiente para una Historia nacional (un relato como cualquier otro) merece una lluvia de elogios tanto en el plano metodológico como en el de la ética.
Bender examina cinco acontecimientos o temas cruciales de la historia estadounidense y los conecta con los ocurrido en otras partes del mundo, la Argentina inclusive. Busca los aires de familia, pone el acento en las similitudes en lugar de las diferencias, describe los grandes movimientos tectónicos de los últimos cinco siglos: la Revolución Oceánica, la Guerra de los Doscientos Años (una lucha global entre Inglaterra y Francia por la hegemonía entre 1689 y 1815), la violenta construcción de los estados nacionales, la aparición de los estados-imperios, las respuestas globales a las calamidades del urbanismo y el industrialismo (respuestas que incluye a Mussolini, Lenin, Juan Perón y Franklin Delano Roosevelt). Por cierto, el autor postula que lo está ocurriendo hoy ante nuestros ojos es el fin de la era del industrialismo, que comenzó a mediados del siglo XIX, y el fin del liberalismo que respondió a dicha transformación estructural.
El enfoque del autor bien puede ser considerado de izquierda, aunque no hay aquí ni una pizca de reduccionismo marxista. Bender denuncia la expoliación del aborigen y de México, la esclavitud del africano, el saqueo del asiático, pero no proporciona las respuestas fáciles de la ideología. Reinvindica a Lincoln y se lamenta porque su país se convirtió en el siglo XX en una salvaje fuerza reaccionaria. Entiende al Imperio estadounidense “como un estilo de vida: que el mundo esté disponible para permitir (y sufrir) la pasión de Estados Unidos por el despliegue de rectitud moral y la búsqueda de ganancias”. Hace unos años, un embajador estadounidense en Buenos Aires preguntó a periodistas por qué en esta parte del mundo Washington era percibido como un poder hostil. El señor Anthony Wayne debería leer esta vibrante crítica al Destino Manifiesto.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Muy bueno
Siglo Veintiuno. Ensayo de historia, 382 páginas. Edición 2011.
Que una historia sintética de Estados Unidos refiera a Juan Bautista Alberdi, Joaquín V. González y José Ingenieros, entre otros prohombres argentinos, denota un libro excepcional y, aclárese de entrada, en el mejor sentido de la palabra. El profesor Thomas Bender, de la Universidad de Nueva York, ha escrito un ensayo notable y esclarecedor, incluso para los lectores del cono sur. Al margen de sus intenciones políticas (promover un sentido más cosmopolita de lo que significa ser estadounidense), la idea rectora de que el espacio territorial de un país moderno no es contexto suficiente para una Historia nacional (un relato como cualquier otro) merece una lluvia de elogios tanto en el plano metodológico como en el de la ética.
Bender examina cinco acontecimientos o temas cruciales de la historia estadounidense y los conecta con los ocurrido en otras partes del mundo, la Argentina inclusive. Busca los aires de familia, pone el acento en las similitudes en lugar de las diferencias, describe los grandes movimientos tectónicos de los últimos cinco siglos: la Revolución Oceánica, la Guerra de los Doscientos Años (una lucha global entre Inglaterra y Francia por la hegemonía entre 1689 y 1815), la violenta construcción de los estados nacionales, la aparición de los estados-imperios, las respuestas globales a las calamidades del urbanismo y el industrialismo (respuestas que incluye a Mussolini, Lenin, Juan Perón y Franklin Delano Roosevelt). Por cierto, el autor postula que lo está ocurriendo hoy ante nuestros ojos es el fin de la era del industrialismo, que comenzó a mediados del siglo XIX, y el fin del liberalismo que respondió a dicha transformación estructural.
El enfoque del autor bien puede ser considerado de izquierda, aunque no hay aquí ni una pizca de reduccionismo marxista. Bender denuncia la expoliación del aborigen y de México, la esclavitud del africano, el saqueo del asiático, pero no proporciona las respuestas fáciles de la ideología. Reinvindica a Lincoln y se lamenta porque su país se convirtió en el siglo XX en una salvaje fuerza reaccionaria. Entiende al Imperio estadounidense “como un estilo de vida: que el mundo esté disponible para permitir (y sufrir) la pasión de Estados Unidos por el despliegue de rectitud moral y la búsqueda de ganancias”. Hace unos años, un embajador estadounidense en Buenos Aires preguntó a periodistas por qué en esta parte del mundo Washington era percibido como un poder hostil. El señor Anthony Wayne debería leer esta vibrante crítica al Destino Manifiesto.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Muy bueno
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Ensayo de historia,
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siglo XIX,
siglo XVI,
siglo XVII,
siglo XVIII
jueves, 18 de agosto de 2011
El lápiz
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número diez
El lápiz
Raymond Chandler. El lápiz y otros cuentos. Bruguera. Edición 1982
Ikky Rosenstein, un mafioso de segunda categoría, se hartó de matar para un capo de la Costa Este. Huyó a California. Pero a los peces gordos no le gustan los desertores; enviaron un equipo a liquidarlo. Ikky contrata a un detective privado para que lo ayude a escapar de Los Angeles sin un rasguño. Le paga cinco billetes de los grandes. Phillip Marlowe y su amiguita logran hacerlo desaparecer y ahí comienzan los problemas. Primero, el investigador recibe la visita intimidatoria de un pelagatos que recibe su merecido. Luego le envían por correo un lapiz nuevo, recién afilado, señal inequívoca que la Mafia ha decidido eliminarlo. Presencia como acribillan a balazos a un fulano al salir del mismo edificio donde se escondía Ikky; un tal Grimms de Las Vegas lo apunta con una pistola con silenciador; y finalmente su cliente lo reclama desde Flagstaff, Arizona. Allí Marlowe descubre que todo era un montaje: el crimen organizado se la tiene jurada.
PD: Chandler escribió este relato de más de cincuenta páginas especialmente para los lectores ingleses. Esto explica por qué abusa del didactismo (se esfuerza por enseñarles a los británicos como actúa la Mafia estadounidense). El argumento es confuso y hay una lamentable tendencia al melodrama... ¡Tonterías, amigos! Todo lo que acabo de escribir son pamplinas, lo único importante aquí es la reaparición de Phillip Marlowe, uno de los personajes más fascinantes de la literatura universal. El texto además conserva el tono y esas esplendidas metáforas que tanto disfrutamos en la novela negra. Me encantó releerlo y llegué a la conclusión de que entre Al Capone y Tony Soprano no ha cambiado nada.
Argumento número diez
El lápiz
Raymond Chandler. El lápiz y otros cuentos. Bruguera. Edición 1982
Ikky Rosenstein, un mafioso de segunda categoría, se hartó de matar para un capo de la Costa Este. Huyó a California. Pero a los peces gordos no le gustan los desertores; enviaron un equipo a liquidarlo. Ikky contrata a un detective privado para que lo ayude a escapar de Los Angeles sin un rasguño. Le paga cinco billetes de los grandes. Phillip Marlowe y su amiguita logran hacerlo desaparecer y ahí comienzan los problemas. Primero, el investigador recibe la visita intimidatoria de un pelagatos que recibe su merecido. Luego le envían por correo un lapiz nuevo, recién afilado, señal inequívoca que la Mafia ha decidido eliminarlo. Presencia como acribillan a balazos a un fulano al salir del mismo edificio donde se escondía Ikky; un tal Grimms de Las Vegas lo apunta con una pistola con silenciador; y finalmente su cliente lo reclama desde Flagstaff, Arizona. Allí Marlowe descubre que todo era un montaje: el crimen organizado se la tiene jurada.
PD: Chandler escribió este relato de más de cincuenta páginas especialmente para los lectores ingleses. Esto explica por qué abusa del didactismo (se esfuerza por enseñarles a los británicos como actúa la Mafia estadounidense). El argumento es confuso y hay una lamentable tendencia al melodrama... ¡Tonterías, amigos! Todo lo que acabo de escribir son pamplinas, lo único importante aquí es la reaparición de Phillip Marlowe, uno de los personajes más fascinantes de la literatura universal. El texto además conserva el tono y esas esplendidas metáforas que tanto disfrutamos en la novela negra. Me encantó releerlo y llegué a la conclusión de que entre Al Capone y Tony Soprano no ha cambiado nada.
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literatura estadounidense,
Proyecto Diez Mil Cuentos
domingo, 14 de agosto de 2011
La herida de Sócrates
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número nueve
La herida de Sócrates
Bertolt Brech. Historias de Almanaque. Alianza Editorial. Edición 1985.
Creían los atenienses que el gordo Socrates había tenido un comportamiento heroico en la batalla de Delium. Lo llevaron en hombros hasta su modesta casa. Lo abrumaron con felicitaciones pero el hijo de la partera, que con sus diálogos ayudaba a sus amigos a parir con facilidad y entre bromas pensamientos bien formados, no volvió a salir de la cama. Su esposa Jantipa, la rezongona, sospechaba gato encerrado. Cuatro magistrados quisieron conducirlo al Areópago para tributarle honores por su hazaña guerrera. Sócrates se negó. Una tormenta se libraba en su interior: a quién revelar que, en realidad, es un cobarde. Finalmente, el propio general Alcibíades fue personalmente a buscarlo. Y el zapatero filósofo le contó la verdad: cuando la batalla comenzó en medio de una impenetrable neblina, huyó como una rata pero cayó en un zarzal. Una espina en la planta del pie le impidió seguir caminando. Repartió entonces golpes a diestra y siniestra y, en su desesperación, gritó órdenes a sus camaradas para que los persas pensaran que eran muchos. Los enemigos de Atenas, a su vez bastantes nerviosos, se quedaron paralizados. Entonces llegó la caballería griega. Alcibíades lo miro fijo, pensó un rato y dijo: "¡Qué lástima no haber traído mi propia corona! Te la hubiera entregado. Te considero un hombre valiente. No conozco a nadie que, en circunstancias semejantes, hubiese tenido el coraje de sincerarte como tú lo has hecho''.
PD: Hoy fui en tren a votar a Morón. Llevé en el morral este librito ajado y amarillento que adoro desde hace veinte años. Reúne relatos y poesías que comercian con la Historia y la ideología, sin perder el fulgor lírico. Me resulta muy estimulante la revisión que Brecht hace de determinados personajes y episodios del pasado.
Argumento número nueve
La herida de Sócrates
Bertolt Brech. Historias de Almanaque. Alianza Editorial. Edición 1985.
Creían los atenienses que el gordo Socrates había tenido un comportamiento heroico en la batalla de Delium. Lo llevaron en hombros hasta su modesta casa. Lo abrumaron con felicitaciones pero el hijo de la partera, que con sus diálogos ayudaba a sus amigos a parir con facilidad y entre bromas pensamientos bien formados, no volvió a salir de la cama. Su esposa Jantipa, la rezongona, sospechaba gato encerrado. Cuatro magistrados quisieron conducirlo al Areópago para tributarle honores por su hazaña guerrera. Sócrates se negó. Una tormenta se libraba en su interior: a quién revelar que, en realidad, es un cobarde. Finalmente, el propio general Alcibíades fue personalmente a buscarlo. Y el zapatero filósofo le contó la verdad: cuando la batalla comenzó en medio de una impenetrable neblina, huyó como una rata pero cayó en un zarzal. Una espina en la planta del pie le impidió seguir caminando. Repartió entonces golpes a diestra y siniestra y, en su desesperación, gritó órdenes a sus camaradas para que los persas pensaran que eran muchos. Los enemigos de Atenas, a su vez bastantes nerviosos, se quedaron paralizados. Entonces llegó la caballería griega. Alcibíades lo miro fijo, pensó un rato y dijo: "¡Qué lástima no haber traído mi propia corona! Te la hubiera entregado. Te considero un hombre valiente. No conozco a nadie que, en circunstancias semejantes, hubiese tenido el coraje de sincerarte como tú lo has hecho''.
PD: Hoy fui en tren a votar a Morón. Llevé en el morral este librito ajado y amarillento que adoro desde hace veinte años. Reúne relatos y poesías que comercian con la Historia y la ideología, sin perder el fulgor lírico. Me resulta muy estimulante la revisión que Brecht hace de determinados personajes y episodios del pasado.
sábado, 13 de agosto de 2011
Retratos y encuentros
Gay Talese
Alfaguara, Artículos periodísticos, 302 páginas. Edición 2011.
¿Qué es literatura? ¿Sólo lo que encierran las páginas de un libro? No, claro que no. Las bellas letras pueden florecer en cualquier formato: un periódico, una revista, unas hojitas mimeografiadas e, incluso, hoy en día en un blog con prisas. Este volumen ofrece una definición tan buena como cualquier otra: "literatura es el lenguaje dotado de cualidades perdurables". Literatura de primera calidad es entonces lo que ha elaborado el periodista Gay Talese (Ocean City, 1932) en The New York Times, The New Yorker o Esquire.
Talese demuestra aquí que es una de las mejores plumas del Estados Unidos contemporáneo. Tiene sensibilidad, elegancia, belleza, encanto e inteligencia. Usa recursos estilísticos que solemos asociar a los dramaturgos y a los escritores de ficción. Como los grandes pintores, convierte el retrato en un arte exquisito. Hay riqueza de vocabulario y pinceladas de humor fino. A diferencia de los escritorzuelos argentinos, Talese no muestra la desagradable propensión a glorificar lo infame o lo delincuencial. Más aun, mucho de sus textos nos llevan a la conclusión de que la vida es, al fin y al cabo, algo hermoso.
En cuanto al contenido, ‘Nueva York, ciudad de cosas inesperadas’ es la demostración cabal de que incluso de los gatos callejeros (¿sabía usted que hay tres clases de mininos?) o de los maniquíes de la Quinta Avenida pueden decirse cosas memorables. El volumen incluye semblanzas extraordinarias de triunfadores como Frank Sinatra (“un macho completamente emancipado, acaso el único de América“) o de perdedores como el púgil Floy Patterson, porque “es en la derrota donde el hombre se revela”. La descripción de Joe DiMaggio nos revela a los porteños qué es en realidad “un héroe del béisbol”. Pueden ser asimilados como cuentos hechos y derechos el encuentro en La Habana entre Muhamad Alí y Fidel Castro (a quien pinta como es, una mezcla de matón y payaso) y el desesperado intento de un sastre de Calabria para engañar a un mafioso. El lector disfrutará también la vivisección de dos publicaciones extraordinarias en lo suyo: Paris Review y Vogue, donde trabajan cada mañana, en los días hábiles, “una serie de mujeres relamidas y a prueba de arrugas, que se tratan de ’querida’ y ’encanto’ y son capaces de hablar en letra cursiva y maldecir en francés”. ¿Quién hubiera dicho que el hombrecito gris que escribe los obituarios en el NY Times fuese tan interesante.
Se considera al señor Talese como un campeón del llamado Nuevo Periodismo. Puede que también sea secretamente un precursor de esa rama de la historiografía francesa que pone el acento en las historias privadas. El prefiere definirse como “un escritor de no ficción que practica la literatura de la realidad”.
Guillermo Belcore
Una versión abreviada se publicó en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Excelente
PD: Me gustó mucho la vibrante réplica que Talese hace en ’Paseando a mi cigarro’ al neopuritarismo estadounidense. Cierra con esta magnífica cita de Joyce Carol Oates: “Cuando América no está librando una guerra, el deseo puritano de castigar al prójimo tiene que desfogarse en casa"
Alfaguara, Artículos periodísticos, 302 páginas. Edición 2011.
¿Qué es literatura? ¿Sólo lo que encierran las páginas de un libro? No, claro que no. Las bellas letras pueden florecer en cualquier formato: un periódico, una revista, unas hojitas mimeografiadas e, incluso, hoy en día en un blog con prisas. Este volumen ofrece una definición tan buena como cualquier otra: "literatura es el lenguaje dotado de cualidades perdurables". Literatura de primera calidad es entonces lo que ha elaborado el periodista Gay Talese (Ocean City, 1932) en The New York Times, The New Yorker o Esquire.
Talese demuestra aquí que es una de las mejores plumas del Estados Unidos contemporáneo. Tiene sensibilidad, elegancia, belleza, encanto e inteligencia. Usa recursos estilísticos que solemos asociar a los dramaturgos y a los escritores de ficción. Como los grandes pintores, convierte el retrato en un arte exquisito. Hay riqueza de vocabulario y pinceladas de humor fino. A diferencia de los escritorzuelos argentinos, Talese no muestra la desagradable propensión a glorificar lo infame o lo delincuencial. Más aun, mucho de sus textos nos llevan a la conclusión de que la vida es, al fin y al cabo, algo hermoso.
En cuanto al contenido, ‘Nueva York, ciudad de cosas inesperadas’ es la demostración cabal de que incluso de los gatos callejeros (¿sabía usted que hay tres clases de mininos?) o de los maniquíes de la Quinta Avenida pueden decirse cosas memorables. El volumen incluye semblanzas extraordinarias de triunfadores como Frank Sinatra (“un macho completamente emancipado, acaso el único de América“) o de perdedores como el púgil Floy Patterson, porque “es en la derrota donde el hombre se revela”. La descripción de Joe DiMaggio nos revela a los porteños qué es en realidad “un héroe del béisbol”. Pueden ser asimilados como cuentos hechos y derechos el encuentro en La Habana entre Muhamad Alí y Fidel Castro (a quien pinta como es, una mezcla de matón y payaso) y el desesperado intento de un sastre de Calabria para engañar a un mafioso. El lector disfrutará también la vivisección de dos publicaciones extraordinarias en lo suyo: Paris Review y Vogue, donde trabajan cada mañana, en los días hábiles, “una serie de mujeres relamidas y a prueba de arrugas, que se tratan de ’querida’ y ’encanto’ y son capaces de hablar en letra cursiva y maldecir en francés”. ¿Quién hubiera dicho que el hombrecito gris que escribe los obituarios en el NY Times fuese tan interesante.
Se considera al señor Talese como un campeón del llamado Nuevo Periodismo. Puede que también sea secretamente un precursor de esa rama de la historiografía francesa que pone el acento en las historias privadas. El prefiere definirse como “un escritor de no ficción que practica la literatura de la realidad”.
Guillermo Belcore
Una versión abreviada se publicó en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Excelente
PD: Me gustó mucho la vibrante réplica que Talese hace en ’Paseando a mi cigarro’ al neopuritarismo estadounidense. Cierra con esta magnífica cita de Joyce Carol Oates: “Cuando América no está librando una guerra, el deseo puritano de castigar al prójimo tiene que desfogarse en casa"
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jueves, 11 de agosto de 2011
El elefante
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número ocho
El elefante
Raymond Carver, Tres rosas amarillas, Editorial Anagrama. Edición 1997.
Como si se tratase de un manso elefante, un hombre solitario lleva en el lomo a la madre de 75 años, a la ex esposa, al hijo universitario, a la hija con sus dos vástagos (más el energúmeno del yerno). Nadie trabaja, todos se aprovechan de su generosidad y su desesperación. Lo someten a chantaje moral para conseguir los cheques. La situación se agrava cuando el hermano de nuestro héroe le demanda primero quinientos dólares y luego mil, mangazo exornado con promesas vanas, como todos los demás. Por culpa de esos malditos parásitos, el caballero se endeuda y desciende peldaño a peldaño hacia la pobreza. Una espléndida mañana de verano, la época en que todos creemos que nuestra suerte va cambiar, se fuga con un compañero de trabajo que acostumbra a darse los gustos, si es menester viviendo de prestado. ¿O no se fuga?
PD: Todas las virtudes que admiramos en el Chejov americano están presentes en este cuento. ¡Qué placer es volver a reelerlo!
Argumento número ocho
El elefante
Raymond Carver, Tres rosas amarillas, Editorial Anagrama. Edición 1997.
Como si se tratase de un manso elefante, un hombre solitario lleva en el lomo a la madre de 75 años, a la ex esposa, al hijo universitario, a la hija con sus dos vástagos (más el energúmeno del yerno). Nadie trabaja, todos se aprovechan de su generosidad y su desesperación. Lo someten a chantaje moral para conseguir los cheques. La situación se agrava cuando el hermano de nuestro héroe le demanda primero quinientos dólares y luego mil, mangazo exornado con promesas vanas, como todos los demás. Por culpa de esos malditos parásitos, el caballero se endeuda y desciende peldaño a peldaño hacia la pobreza. Una espléndida mañana de verano, la época en que todos creemos que nuestra suerte va cambiar, se fuga con un compañero de trabajo que acostumbra a darse los gustos, si es menester viviendo de prestado. ¿O no se fuga?
PD: Todas las virtudes que admiramos en el Chejov americano están presentes en este cuento. ¡Qué placer es volver a reelerlo!
martes, 9 de agosto de 2011
El fideo más largo del mundo
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número siete
El fideo más largo del mundo
Bernardo Jobson. El fideo más largo del mundo. Capital Intelectual (127 páginas, edición 2008).
Un señor contrata en la pensión de Doña María una habitación que no la aceptaría ni siquiera como cuartel provisorio el más perseguido de los asesinos enrolado en la Legión Extranjera. En el comedor, traba conversación con Julio López Serrano, jubilado, ocho años en la inmunda pocilga. Siguen la afable charla en el cuartucho de Don Julio. El vejete le da en una hora una lección magistral de sociología de pensión y finalmente, cuidándose de que nadie lo oiga, deja caer una revelación explosiva: la tana tiene escondido en el sótano el fideo más largo del mundo, un artilugio maldito de su invención con que alimenta día y noche a los pensionistas, para gastar menos. Don Julio se propone desenmascararla. Corren los días, la pesquisa avanza, el novato trata de evitar al decano. Pero una noche le anuncia que mañana es día de gloria. A la tarde siguiente, le avisan al señor en el trabajo que hay un llamado para él. Doña María, en total estado de histeria, le ruega que vaya de inmediato. Ya en la pensión, se anoticia que Don Julio fue encontrado muerto en la cocina, un síncope cardíaco. La emoción debe haber sido muy violenta, establece el médico. Las manos crispadas y entre los dedos, unos trocitos de algo blancuzco, completamente desmenuzados.
PD: Uno de las iniciativas editoriales más felices de los últimos años ha sido la colección ’Los recobrados’ que Abelardo Castillo elaboró para el sello Capital Editorial. Los grandes medios, siempre tan obsesionados con el último rizoma francés o el postrero disparate neoyorquino, le han prestado muy poca atención. Una rotunda injusticia. Yo he tratado de repararlo dejando constancia de que hay allí algunos de los mejores textos que prohijó la Argentina. Como esta sabrosa parodia de Jobson, una fina condena de la proverbial tacañería de las dueñas de las pensiones argentinas.
Argumento número siete
El fideo más largo del mundo
Bernardo Jobson. El fideo más largo del mundo. Capital Intelectual (127 páginas, edición 2008).
Un señor contrata en la pensión de Doña María una habitación que no la aceptaría ni siquiera como cuartel provisorio el más perseguido de los asesinos enrolado en la Legión Extranjera. En el comedor, traba conversación con Julio López Serrano, jubilado, ocho años en la inmunda pocilga. Siguen la afable charla en el cuartucho de Don Julio. El vejete le da en una hora una lección magistral de sociología de pensión y finalmente, cuidándose de que nadie lo oiga, deja caer una revelación explosiva: la tana tiene escondido en el sótano el fideo más largo del mundo, un artilugio maldito de su invención con que alimenta día y noche a los pensionistas, para gastar menos. Don Julio se propone desenmascararla. Corren los días, la pesquisa avanza, el novato trata de evitar al decano. Pero una noche le anuncia que mañana es día de gloria. A la tarde siguiente, le avisan al señor en el trabajo que hay un llamado para él. Doña María, en total estado de histeria, le ruega que vaya de inmediato. Ya en la pensión, se anoticia que Don Julio fue encontrado muerto en la cocina, un síncope cardíaco. La emoción debe haber sido muy violenta, establece el médico. Las manos crispadas y entre los dedos, unos trocitos de algo blancuzco, completamente desmenuzados.
PD: Uno de las iniciativas editoriales más felices de los últimos años ha sido la colección ’Los recobrados’ que Abelardo Castillo elaboró para el sello Capital Editorial. Los grandes medios, siempre tan obsesionados con el último rizoma francés o el postrero disparate neoyorquino, le han prestado muy poca atención. Una rotunda injusticia. Yo he tratado de repararlo dejando constancia de que hay allí algunos de los mejores textos que prohijó la Argentina. Como esta sabrosa parodia de Jobson, una fina condena de la proverbial tacañería de las dueñas de las pensiones argentinas.
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Proyecto Diez Mil Cuentos
domingo, 7 de agosto de 2011
El polizón
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número seis
El Polizón
Julian Barnes (Leicester, 1946) Una historia del mundo en diez capítulos y medio. Anagrama. Edición 1996.
¿Qué diantres ocurrió en el Arca de Noe? ¿Cuál es la verdadera historia del Diluvio Universal? Bien, aquí tenemos el relato de un testigo directo, que ingresó de contrabando en una tabla que acarreaba un despreocupado carpintero. Habla la termita. Al parecer, Noé no es el hombre que pintan las Escrituras. Era un viejo bribón con un problema grave de alcoholismo que estaba en su séptimo siglo de vida. No era una buena persona, era un monstruo, un patriarca engreído que se pasaba la mitad del día arrastrándose ante su Dios y la otra mitad desquitándose con las bestias. Tenía una vara resinosa con la que… bueno, algunos animales llevan las rayas todavía. No pueden imaginarse de cuánta riqueza de vida silvestre nos privó Noé. Liquidó aproximadamente un tercio de las especies que le habían sido confiadas. Su obsesión por la pureza lo condujo a exterminar a los híbridos, por lo que el mundo perdió al simurg, al grifo, al basilisco y a cientos más. Mató al unicornio por celos. Perdió el buque hospital. Con todo, el peor desastre durante la travesía de cinco años fue la desaparición de Varadi, el mejor de los hijos de Noé, con su nave y un quinto de los animales que embarcaron. Acaso, la tragedia fue intencional. Una lástima porque los genes de Varadi hubieran mejorado mucho a los humanos. En el arca los animales estaban perplejos y nunca lograron resolver el enigma de por qué Dios había elegido al hombre como protegido Suyo, prefiriéndolo a otros candidatos más obvios. Hasta el gorila le hubiese sido más leal.
PD: Sábado a la noche. Después de una jornada de trabajo extenuante, nervios por el decepcionante debut de Vélez en el Torneo Apertura y una buena cena en El Fuelle, me fui a la cama con este espléndido cuento de treinta páginas. Barnes es el epítome de aquellas virtudes que consideramos tipicamente británicas: elegancia, buen gusto, ironía delicada, un finísimo sentido del humor.
Estoy encantando con este apasionante plan de relectura. Releer es como volver a encontrarse con un antiguo amor (para eso sirve el Facebook). En un blog de gente amiga, el copetista tachó de “descabellado” el Proyecto Diez Mil Cuentos. Quizás no me he explicado bien. ¿Hace falta decir que el número final es lo de menos? Registrar por escrito los argumentos que me han fascinado, trasmitir experiencias de lecturas a los amigos, concederme el placer de la relectura para disfrutar sobre un texto sublime tanto lo conocido (y olvidado) como lo nuevo que genera una asimilación más experimentada son en definitiva los propósitos de este juego intelectual que, acaso, sólo podrán entender los que sean capaces de enamorarse o sientan el llamado furor del coleccionista. Yo admiro a los proyectos “descabellados” como comentar todos los partidos de la Copa América y del campeonato local o atesorar magníficas mujeres que leen. En la Historia nada se hizo sin pasión, escribió Hegel.
Argumento número seis
El Polizón
Julian Barnes (Leicester, 1946) Una historia del mundo en diez capítulos y medio. Anagrama. Edición 1996.
¿Qué diantres ocurrió en el Arca de Noe? ¿Cuál es la verdadera historia del Diluvio Universal? Bien, aquí tenemos el relato de un testigo directo, que ingresó de contrabando en una tabla que acarreaba un despreocupado carpintero. Habla la termita. Al parecer, Noé no es el hombre que pintan las Escrituras. Era un viejo bribón con un problema grave de alcoholismo que estaba en su séptimo siglo de vida. No era una buena persona, era un monstruo, un patriarca engreído que se pasaba la mitad del día arrastrándose ante su Dios y la otra mitad desquitándose con las bestias. Tenía una vara resinosa con la que… bueno, algunos animales llevan las rayas todavía. No pueden imaginarse de cuánta riqueza de vida silvestre nos privó Noé. Liquidó aproximadamente un tercio de las especies que le habían sido confiadas. Su obsesión por la pureza lo condujo a exterminar a los híbridos, por lo que el mundo perdió al simurg, al grifo, al basilisco y a cientos más. Mató al unicornio por celos. Perdió el buque hospital. Con todo, el peor desastre durante la travesía de cinco años fue la desaparición de Varadi, el mejor de los hijos de Noé, con su nave y un quinto de los animales que embarcaron. Acaso, la tragedia fue intencional. Una lástima porque los genes de Varadi hubieran mejorado mucho a los humanos. En el arca los animales estaban perplejos y nunca lograron resolver el enigma de por qué Dios había elegido al hombre como protegido Suyo, prefiriéndolo a otros candidatos más obvios. Hasta el gorila le hubiese sido más leal.
PD: Sábado a la noche. Después de una jornada de trabajo extenuante, nervios por el decepcionante debut de Vélez en el Torneo Apertura y una buena cena en El Fuelle, me fui a la cama con este espléndido cuento de treinta páginas. Barnes es el epítome de aquellas virtudes que consideramos tipicamente británicas: elegancia, buen gusto, ironía delicada, un finísimo sentido del humor.
Estoy encantando con este apasionante plan de relectura. Releer es como volver a encontrarse con un antiguo amor (para eso sirve el Facebook). En un blog de gente amiga, el copetista tachó de “descabellado” el Proyecto Diez Mil Cuentos. Quizás no me he explicado bien. ¿Hace falta decir que el número final es lo de menos? Registrar por escrito los argumentos que me han fascinado, trasmitir experiencias de lecturas a los amigos, concederme el placer de la relectura para disfrutar sobre un texto sublime tanto lo conocido (y olvidado) como lo nuevo que genera una asimilación más experimentada son en definitiva los propósitos de este juego intelectual que, acaso, sólo podrán entender los que sean capaces de enamorarse o sientan el llamado furor del coleccionista. Yo admiro a los proyectos “descabellados” como comentar todos los partidos de la Copa América y del campeonato local o atesorar magníficas mujeres que leen. En la Historia nada se hizo sin pasión, escribió Hegel.
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sábado, 6 de agosto de 2011
La sirvienta y el luchador
Horacio Castellano Moya
Tusquets. Novela, 267 páginas.
Muchos ensayos juiciosos se han escrito sobre la llamada guerra sucia, pero pocos, seguramente, son tan penetrantes y esclarecedores como esta novela, ambientada en El Salvador, un paisito denso y caliente, devastado por una brutal contienda que concluyó en 1992 tras la desintegración de la Unión Soviética. El autor retrató de manera magistral los dos demonios que atormentaron a Latinoamérica en los setenta. Uno, dicen que bien intencionado (se sabe que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones), aunque pueril y amoral, que no duda en reclutar hasta la abuela para la idolatrada Revolución, convierte a un campus universitario en zona de guerra y conduce al matadero a personas inocentes. Su enemigo acérrimo es otra criatura de las Tinieblas, sádica e implacable, mucho más poderosa y perversa pues tiene de su lado el poder del Estado que, como también se sabe, es el mayor asesino de todas las épocas. La misión de este Lucifer es evitar el cambio social, para lo cual tortura, liquida, hace desaparecer a personas, sume a las familias en la peor angustia. Lo asesora la CIA o el Pentágono.
La obra cierra un ciclo creativo de uno de los más interesantes narradores del continente. Horacio Castellanos Moya (1957) nos coloca cara a cara frente al horror. La prosa es rápida, precisa, sin florituras. Va al grano; se trata de realismo sórdido. Los diálogos son vivaces, tipo ametralladora. El ritmo no da cuartel. Sólo puede reprochársele a la trama que abuse de las casualidades, lo que siempre delata un déficit de invención.
La sirvienta es la niña María Elena. Tiene una hija enfermera que termina cooperando, sin saberlo, con la represión militar, un nieto universitario que se ha enrolado en la guerrilla. Dramón familiar. El vástago de sus patrones (¡qué bien retratada está la relación de servidumbre!) fue secuestrado por una legión infernal de parapoliciales que integra, entre otros, El Vikingo, ex luchador profesional, con las tripas podridas por la úlcera. El Vikingo es un viejo pretendiente de María Elena; la mujer le suplica ayuda. El telón de fondo es la barbarie sin cuento, una guerra civil que nunca debió haber sucedido. Gobierna hoy El Salvador, justamente, el Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional, “los bochincheros” de entonces.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy bueno
PD: Moya escribe con un castellano más dulce que el que forjamos los argentinos: Lloradera, culerada, desmadejado, la regañada, zarco, preguntadera, enfistolado, atarantada, cachucha (para la gorra, no para el órgano sexual femenino), matazón, pupusa, matacán, ruco, malandrín, molotera.
Tusquets. Novela, 267 páginas.
Muchos ensayos juiciosos se han escrito sobre la llamada guerra sucia, pero pocos, seguramente, son tan penetrantes y esclarecedores como esta novela, ambientada en El Salvador, un paisito denso y caliente, devastado por una brutal contienda que concluyó en 1992 tras la desintegración de la Unión Soviética. El autor retrató de manera magistral los dos demonios que atormentaron a Latinoamérica en los setenta. Uno, dicen que bien intencionado (se sabe que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones), aunque pueril y amoral, que no duda en reclutar hasta la abuela para la idolatrada Revolución, convierte a un campus universitario en zona de guerra y conduce al matadero a personas inocentes. Su enemigo acérrimo es otra criatura de las Tinieblas, sádica e implacable, mucho más poderosa y perversa pues tiene de su lado el poder del Estado que, como también se sabe, es el mayor asesino de todas las épocas. La misión de este Lucifer es evitar el cambio social, para lo cual tortura, liquida, hace desaparecer a personas, sume a las familias en la peor angustia. Lo asesora la CIA o el Pentágono.
La obra cierra un ciclo creativo de uno de los más interesantes narradores del continente. Horacio Castellanos Moya (1957) nos coloca cara a cara frente al horror. La prosa es rápida, precisa, sin florituras. Va al grano; se trata de realismo sórdido. Los diálogos son vivaces, tipo ametralladora. El ritmo no da cuartel. Sólo puede reprochársele a la trama que abuse de las casualidades, lo que siempre delata un déficit de invención.
La sirvienta es la niña María Elena. Tiene una hija enfermera que termina cooperando, sin saberlo, con la represión militar, un nieto universitario que se ha enrolado en la guerrilla. Dramón familiar. El vástago de sus patrones (¡qué bien retratada está la relación de servidumbre!) fue secuestrado por una legión infernal de parapoliciales que integra, entre otros, El Vikingo, ex luchador profesional, con las tripas podridas por la úlcera. El Vikingo es un viejo pretendiente de María Elena; la mujer le suplica ayuda. El telón de fondo es la barbarie sin cuento, una guerra civil que nunca debió haber sucedido. Gobierna hoy El Salvador, justamente, el Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional, “los bochincheros” de entonces.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy bueno
PD: Moya escribe con un castellano más dulce que el que forjamos los argentinos: Lloradera, culerada, desmadejado, la regañada, zarco, preguntadera, enfistolado, atarantada, cachucha (para la gorra, no para el órgano sexual femenino), matazón, pupusa, matacán, ruco, malandrín, molotera.
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jueves, 4 de agosto de 2011
Un día perfecto para el pez banana
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número cinco
Advertencia: Aquí también hay una resolución excelente en el último párrafo. Si desea mantener la sorpresa, váyase ahora. Pero antes déjeme decirle que Un día perfecto se considera el mejor cuento de Salinger, un escritor imprescindible. Los diálogos tienen una eficacia extraordinaria. El tallado de los personajes es perfecto. Alguien me pregunto ayer qué demonios persigo con el Proyecto Diez Mil Cuentos. Mantenerme ocupado, releer aquellas historia que me han proporcionado felicidad o pasmo, y, finalmente, transmitir a los amigos una experiencia dichosa de lectura.
Un día perfecto para el pez banana
J. D. Salinger (Cornish, New Hampshire, 1919-2010) Nueve cuentos. Edhasa. Edición 2004
Estamos en un hotel de Florida. Muriel, una recién casada algo frívola, atiende el teléfono. Habla su afligidísima madre. La buena señora no confía en el yerno, un loco furioso, opina. El doctor Sivetski le dijo al marido que es un crimen que los médicos del Ejército le hayan dado de alta en Alemania. Seymour Glass, en tanto, se encuentra en la playa. Todo lo que hace es estar tendido en la arena. Ni siquiera se quita el albornoz. Pero la pequeña Sybil lo persuade de darse un chapuzón. “Intentaremos pescar un pez banana”, dice la niña. Después de un rato, el veterano de guerra regresa al hotel. En el ascensor, increpa a una señora por, supuestamente, mirarle los pies con disimulo. El joven baja en el quinto piso, abre la puerta 507. La habitación huele a valijas nuevas y a quitaesmalte. Muriel está durmiendo. Seymour extrae una pistola de debajo de un montón de calzoncillos y se vuela la tapa de los sesos.
Argumento número cinco
Advertencia: Aquí también hay una resolución excelente en el último párrafo. Si desea mantener la sorpresa, váyase ahora. Pero antes déjeme decirle que Un día perfecto se considera el mejor cuento de Salinger, un escritor imprescindible. Los diálogos tienen una eficacia extraordinaria. El tallado de los personajes es perfecto. Alguien me pregunto ayer qué demonios persigo con el Proyecto Diez Mil Cuentos. Mantenerme ocupado, releer aquellas historia que me han proporcionado felicidad o pasmo, y, finalmente, transmitir a los amigos una experiencia dichosa de lectura.
Un día perfecto para el pez banana
J. D. Salinger (Cornish, New Hampshire, 1919-2010) Nueve cuentos. Edhasa. Edición 2004
Estamos en un hotel de Florida. Muriel, una recién casada algo frívola, atiende el teléfono. Habla su afligidísima madre. La buena señora no confía en el yerno, un loco furioso, opina. El doctor Sivetski le dijo al marido que es un crimen que los médicos del Ejército le hayan dado de alta en Alemania. Seymour Glass, en tanto, se encuentra en la playa. Todo lo que hace es estar tendido en la arena. Ni siquiera se quita el albornoz. Pero la pequeña Sybil lo persuade de darse un chapuzón. “Intentaremos pescar un pez banana”, dice la niña. Después de un rato, el veterano de guerra regresa al hotel. En el ascensor, increpa a una señora por, supuestamente, mirarle los pies con disimulo. El joven baja en el quinto piso, abre la puerta 507. La habitación huele a valijas nuevas y a quitaesmalte. Muriel está durmiendo. Seymour extrae una pistola de debajo de un montón de calzoncillos y se vuela la tapa de los sesos.
martes, 2 de agosto de 2011
El arbol de las garzas
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número cuatro
El árbol de las garzas
Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955)
La casa de papel, Alfaguara, edición 2004.
En un confín del Río de la Plata, un hombre se empeña en volver habitable y cultivable un islote de doscientos metros cuadrados, con dos sauces y un ceibo donde anidan una colonia de garzas. Después de meses de trabajo duro en ese islote del demonio, lo sorprende la tormenta de Santa Rosa. Lluvias enloquecidas de vientos, olas de dos metros, una sudestada con una fuerza capaz de demostrar lo que es capaz de hacer y que lo hará cuantas veces quiera mientras el hombre se obsesione con separar la tierra del agua. El temporal se lleva la casilla y los sauces; el hombre resiste atado al ceibo largo rato, pero la marejada le atraviesa el capote, el abrigo de lana, la camisa, la tela de brea contra la grasa, la grasa contra la piel, y luego el músculo hasta llegar al hueso. A punto de perder el sentido, ocurre algo milagroso. Agarra las garzas y las coloca bajo el capote, una por una. Las amontona sobre el pecho y las piernas. La suave y caliente mierda de garza mantiene vivo al colono.
Argumento número cuatro
El árbol de las garzas
Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955)
La casa de papel, Alfaguara, edición 2004.
En un confín del Río de la Plata, un hombre se empeña en volver habitable y cultivable un islote de doscientos metros cuadrados, con dos sauces y un ceibo donde anidan una colonia de garzas. Después de meses de trabajo duro en ese islote del demonio, lo sorprende la tormenta de Santa Rosa. Lluvias enloquecidas de vientos, olas de dos metros, una sudestada con una fuerza capaz de demostrar lo que es capaz de hacer y que lo hará cuantas veces quiera mientras el hombre se obsesione con separar la tierra del agua. El temporal se lleva la casilla y los sauces; el hombre resiste atado al ceibo largo rato, pero la marejada le atraviesa el capote, el abrigo de lana, la camisa, la tela de brea contra la grasa, la grasa contra la piel, y luego el músculo hasta llegar al hueso. A punto de perder el sentido, ocurre algo milagroso. Agarra las garzas y las coloca bajo el capote, una por una. Las amontona sobre el pecho y las piernas. La suave y caliente mierda de garza mantiene vivo al colono.
lunes, 1 de agosto de 2011
Utopía de un hombre que está cansado
Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número tres
Utopía de un hombre que está cansado. (El libro de arena, Jorge Luis Borges, Emecé, edición 1975)
Eudoro Acevedo, profesor de letras inglesas y americanas y escritor de cuentos fantásticos, recorre "la pánica llanura interminable''. Empieza a llover, el paisaje se torna irregular. Busca abrigo en una casa baja y rectangular, cercada de árboles. Abre un hombre tan alto que casi da miedo. Entran en una larga habitación con las paredes de madera, sobre la mesa hay una clepsidra. Acevedo ensaya diversos idiomas pero no se entienden. El anfitrión responde en latín; es un hombre del porvenir. Acevedo ha viajado también en el tiempo. Dentro de miles de años, la política habrá caído en desuso, el lenguaje será un sistema de citas y cada cual deberá producir las artes y las ciencias que necesita. Se tendrá un sólo hijo (no conviene fomentar el género humano). Al cumplir cien años, la persona estará lista para enfrentarse consigo misma. Prescindirá del amor y la amistad y ejercerá alguna de las artes, la filosofía, las matemáticas o jugará un ajedrez solitario. Cuando lo desee, se matará. Abundan los crematorios que, dicen, inventó un filántropo cuyo nombre, quizás, era Adolfo Hitler.
PD: Con esa clarividencia que lo caracteriza (alguien propuso que El Aleph había anticipado Internet), Borges sentencia en este cuento magnífico que nuestra era se rige por el principio Esse est percipi (ser es ser retratado). Sólo lo publicado es verdadero. Concepto que habría llegado al paroxismo con Facebook, Twitter, los blogs y otras yerbas. Las imagenes y las palabras del ciberespacio son más reales que las personas de carne y hueso.
Argumento número tres
Utopía de un hombre que está cansado. (El libro de arena, Jorge Luis Borges, Emecé, edición 1975)
Eudoro Acevedo, profesor de letras inglesas y americanas y escritor de cuentos fantásticos, recorre "la pánica llanura interminable''. Empieza a llover, el paisaje se torna irregular. Busca abrigo en una casa baja y rectangular, cercada de árboles. Abre un hombre tan alto que casi da miedo. Entran en una larga habitación con las paredes de madera, sobre la mesa hay una clepsidra. Acevedo ensaya diversos idiomas pero no se entienden. El anfitrión responde en latín; es un hombre del porvenir. Acevedo ha viajado también en el tiempo. Dentro de miles de años, la política habrá caído en desuso, el lenguaje será un sistema de citas y cada cual deberá producir las artes y las ciencias que necesita. Se tendrá un sólo hijo (no conviene fomentar el género humano). Al cumplir cien años, la persona estará lista para enfrentarse consigo misma. Prescindirá del amor y la amistad y ejercerá alguna de las artes, la filosofía, las matemáticas o jugará un ajedrez solitario. Cuando lo desee, se matará. Abundan los crematorios que, dicen, inventó un filántropo cuyo nombre, quizás, era Adolfo Hitler.
PD: Con esa clarividencia que lo caracteriza (alguien propuso que El Aleph había anticipado Internet), Borges sentencia en este cuento magnífico que nuestra era se rige por el principio Esse est percipi (ser es ser retratado). Sólo lo publicado es verdadero. Concepto que habría llegado al paroxismo con Facebook, Twitter, los blogs y otras yerbas. Las imagenes y las palabras del ciberespacio son más reales que las personas de carne y hueso.
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