martes, 28 de octubre de 2008

La oscuridad

John McGahern­

Adriana Hidalgo. Novela, 258 páginas. Edición 2008­

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Seguramente las generaciones futuras no permitirán que se apague el fulgor de esta gema de color verde. Los buenos lectores seguirán disfrutando el paseo por un mundo que ha desaparecido. La oscuridad es, en efecto, un descarnado retrato de la Irlanda pobre, rural, temerosa del poder del clero. Narra la historia de un muchacho febril que supera la adversidad y sus propias vacilaciones. La prosa, esculpida con ambigüedad y una delicada alternancia entre las personas verbales, quizás esté a un paso de la perfección. Parece mentira que en los años sesenta la censura irlandesa haya prohibido el texto. Bueno, no es tan insólito. El provincianismo jamás tolera que se ventilen los trapos sucios de la intimidad.

Se ha escrito en el obituario de John McGahern (1934-2006) que fue el más importante narrador de su patria desde Samuel Beckett. Produjo cinco libros de cuentos, cuatro novelas aclamadas y su autobiografía. He aquí una obra maestra. Presenta a la familia Mahoney, malviviendo de unos pocos acres de terreno.

El señor de la casa es un viudo colérico y pervertido con arrebatos de brutal afirmación, ahogado por la rabia y las sospechas. Convierte en un verdadero calvario la vida de su prole. El hijo mayor es el protagonista de la obra. Su mente es un remolino agobiante. Va creciendo. Primero, se evade con “actos impuros contra sí mismo”, “derrames de inmundicia”, de acuerdo al catecismo rural. Un primo cura lo induce a la seguridad de la austera vocación sacerdotal y acaso a actos más turbios. El joven se aparta y logra abrirse camino hasta la universidad, la libertad y la autoconfianza.

En una novela de aprendizaje breve pero intensa, McGahern filosofa sobre el sentido de la vida. No somos otra cosa que una dirección, sentencia; sólo cambian nuestros anhelos, sueños y caprichos.
Guillermo Belcore­
­Publicado por el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Muy buena

PD: Tengo debilidad por este tipo de novelas. Personajes interesantes, un universo histórico y social encerrado por una pluma talentosa. ¡Y además repleta de sucesos!

sábado, 25 de octubre de 2008

Combi

Angela Pradelli­
Emecé. Novela, 286 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 50 pesos

En 2004, Angela Pradelli ganó el Premio Clarín de Novela con una obra minimalista e impecable. Esa eficaz concisión se echa ahora de menos. Combi quiere decirlo todo. Es una apuesta al costumbrismo militante, en un doble sentido. Militancia de género, pues recrea mujeres que son santas en un universo de machos infernales. Y militancia social pues se ha propuesto denunciar, con un procedimiento estético harto discutible, el atroz crimen de los piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

Pradelli, docente de profesión, cultiva el vicio del didactismo. En tercera persona se empeña en enseñarle algo al lector. Además, hace concesiones a la época. Al parecer, hoy no se está a la moda si no se usa el pastiche postmoderno. Seamos sinceros, qué valor artístico pueden tener un parte meteorológico, una declaración textual de Juan José Alvarez o la receta de un repasador. Puede que el error forme parte también de este jueguito. En la página doscientos treinta y cuatro, una tal Namubiejeszuck se transforma en Matuviejesuk. La misma descripción de Nicolás se repite en las páginas ciento sesenta y cuatro y doscientos cincuenta y dos.

La novela engarza unas quince historias de vida, algunas trágicas otras pintorescas o bien estereotipadas (el quejoso parece un personaje de la familia Campanelli). Son pasajeros y empleados de una combi que une regularmente Adrogué con el Obelisco. Pradelli los va presentando en una mañana caliente: activistas planean cortar el Puente Pueyrredón en el aniversario de los asesinatos de Kosteki y Santillán. ¿Podrá cruzar el intrépido grupo a la Capital Federal? A este tenue suspenso se reduce la trama. Más seductora es cierta `poética del habitante del suburbio' que la autora urde con destreza. La identificación es fácil y causa ternura.­

Guillermo Belcore­

­Calificación: Regular­

­PD: ¡Qué floja vino la literatura nacional este año! Tengo una teoría al respecto. Quizás la escriba uno de estos días.­

jueves, 23 de octubre de 2008

Tres vidas secretas

Reinaldo Laddaga­
Adriana Hidalgo editora. Ensayo de 155 páginas. Edición 2008.
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­Es probable que el profesor Reinaldo Laddaga (Rosario, 1963) no ofrezca al lector espabilado nada nuevo sobre John Rockefeller, Walt Disney u Osama Bin Laden. No obstante, este libro seduce por el estilo y talento para el detalle. Es tan espléndida la dicción que uno se abandona, como hipnotizado, al goce de la lectura. ¿Qué pretende el catedrático de la Universidad de Pennsylvania? Mostrar de dónde provienen las corrientes de acción y pensamiento del atroz presente.

Laddaga desovilla en el primer capítulo una hermosa cita. Bertrand Russell dijo que le debemos a Rockefeller la refutación del sueño liberal de que la felicidad universal puede esperarse de la expansión de la competencia entre los hombres. El magnate del petróleo, en efecto, fue el paradigma del capitalismo monopólico. Estados Unidos partió en pedazos su creatura, la Standard Oil. En su alma, nos ilustra el libro, los planes comerciales se imbrincaban con los planes religiosos, como dos especies de malezas creciendo en el mismo territorio.­

El capítulo de Walt Disney, paradigma del industrial del entretenimiento, comienza con una descripción de los conductores de rebaños, hombres habilísimos para arriar ganado. La analogía recuerda a cierta obra famosa y superficial de Ariel Dorfman, paradigma de la era socialista. Pero la escritura de Laddaga va ganando en profundidad hasta el tremendo final. Dígase de paso que la música es una de las claves de la obra.­

El último relato, por su intensidad oscura, es el mejor. Nos revela como un tarambana, un extraviado, se convirtió en asesino múltiple. Fue el número diecinueve de cincuenta y cinco hijos que Mohamed Bin Laden tuvo con veintidós esposas. Laddaga nos permite espiar su estupidez y maldad en Arabia, Afganistán, Sudán y de nuevo en el centro de Asia. Osama, el criador de abejas homicidas.­
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.­

­Calificación: Bueno­

­PD: Una muy grata sorpresa. Como De Quincey, soy un convencido de que el estilo lo es todo.

domingo, 19 de octubre de 2008

La apelación

John Grisham­
Plaza & Janes. Novela, de 472 páginas. Edición de 2008.

­El abogado y ex legislador demócrata John Grisham (Jonesboro, 1955) amasó una fortuna escribiendo thrillers judiciales. Para los amantes de los rótulos, diremos que su última novela lo confirma como uno de los mejores escritores de la serie B (de best seller) o uno de los más flojos de la A (de arte). Aplica un procedimiento narrativo sencillísimo: traza una línea vertical en el suelo y de un lado coloca a los buenos (la gente del pueblo y los letrados, clérigos y funcionarios que se compadecen de sus sufrimientos) y del otro a los malos (en general los que se enriquecen con las desdichas ajenas). Los capítulos alternan la vida de unos y otros, basculan pues entre la ñoñería y la penetrante descripción de las lacras de la sociedad.

Formulado el pertinente reparo ante el maniqueísmo, es menester asentar que La apelación resulta muy interesante por varios motivos. En primer lugar, por la claridad y amenidad de la prosa, esmaltada con expresiones populares. En segundo término, por su agradable manipulación de la intriga. Y finalmente, por el tema elegido. El libro desenmascara como se empaqueta y vende un aspirante a la Corte Suprema del estado de Mississippi. El desenlace -otro punto a favor- no es para nada convencional.

La trama comienza con una dura sentencia que un jurado aplica a un coloso de la industria química por contaminar un condado con sustancias cancerígenas durante décadas. El magnate contrata a una firma especializada en inventar candidatos y ganar elecciones para situar en el máximo tribunal a un don nadie de ideas derechistas -favorable a limitar la responsabilidad civil de las empresas- y así asegurarse la apelación. Al parecer, en Estados Unidos por ocho millones de dólares puede usted comprar su propio juez servil. Una senador al servicio del gran capital –desliza Grisham- puede­ que sea un poco más caro.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

PD: He aquí un best-seller mucho más recomendable que tantos fallidos intentos de ficción de calidad que leí este año. El libro tiene su encanto (el de las cosas imperfectas) y te agarra de las solapas hasta la última página. Me dejó cavilando el espinoso tema de la elección por voto popular de los miembros del poder judicial. El pueblo puede fácilmente ser manipulado.

jueves, 16 de octubre de 2008

Tiempos líquidos

Zygmunt Bauman­

Tusquets. Ensayo de filosofía, 169 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 40 pesos

­ Zygmunt Bauman (Poznan 1925) es el gran teórico del paso de la fase sólida de la modernidad a la fase líquida. No es que antes no se hubieran desmenuzado las incertidumbres de hoy. ¡Claro que sí!, pero el pensador polaco tiene el mérito de haber acuñado una metáfora que atrapa la imaginación. El problema es que se parece a esos productores televisivos que al descubrir una fórmula exitosa la estiran hasta el hartazgo. Llega ahora Tiempos líquidos, que no aportará nada fresco al lector frecuente de Bauman ni se trata de la obra ideal para descubrirlo.­

Bauman medita aquí desde el más rancio eurocentrismo. Considera a la globalización como una fuerza maligna (pregúntele a los chinos o a la indios) que ha debilitado los lazos humanos, fomentado un individualismo depredador (la sociedad de los cazadores) y exterminado la solidaridad. El filósofo, un marxista reciclado, opina que la otra cara de la moneda del triunfo del capitalismo es la producción desaforada de desechos humanos. Los viejos desagües están obstruidos y el exceso de población superflua colapsa las grandes urbes. Los políticos sólo ofrecen pseudosoluciones locales (mano dura) frente a problemas globales. Ya no es posible garantizar la seguridad y la democracia en un solo país.­

El ensayo resulta muy convincente cuando reivindica el estado de bienestar, condena la mixofobia (odio a la mezcla) y explora la matriz demográfica o tecnológica de nuestras desdichas. Pero otras afirmaciones suenan descabelladas. En su afán de ser políticamente correcto, Bauman sostiene muy suelto de cuerpo que “los más horrendos miedos contempor neos provienen de la incertidumbre existencial''. Puede que así sea en el centro de París o Manhattan, pero la frase generaría un coro de carcajadas en el conurbano bonaerense.­
Guillermo Belcore­

Publicado en el suplemento cultural de La Prensa­

­Calificación: Regular

PD: En los recomendados de 2007 se encuentra una obra de Bauman (Vidas de consumo). Creo que hay un abismo infranqueable entre aquella obra y ésta. Todos tenemos nuestros días malos.­

lunes, 13 de octubre de 2008

El verano del sol quieto

Jorge Torres Zavaleta­

Nuevo hacer. Novela, 167 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 30 pesos.­

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Una de las glosas de Casa Tomada sostiene que el espléndido cuento de Cortazar simboliza el inmovilismo ciego y suicida de nuestra aristocracia vacuna ante la irrupción de lo nuevo. Esta novela -premio municipal en 1997- también denuncia la esterilidad de una casta. Pero el revulsivo no es el peronismo sino el sexo que llega para alborotar una especie de eterno verano eduardiano. El deseo de un muchacho agita largas hectáreas tranquilas, ñoñerías, almuerzos y caballos, platería vagamente sacra, costumbres ya desprovistas de sentido.­

­ Jorge Torres Zabaleta (Buenos Aires, 1951) es un notable estilista. Ubica la historia en un haras en franca decadencia, allí donde se atenúan las sierras bonaerenses. Corren los años sesenta, aun la castidad es una cuestión de principios. Martín se llama el protagonista. Un adolescente pavo, flaco como un potrillo, siempre pensando en una sola cosa, reventando de ganas el día entero. Sus divagaciones tienen vida propia y lo hunden en el ridículo. Codicia a una mucama gordita. Su tía Bruna, un personaje memorable, intenta enderezarlo. El patriarca de la familia es el único que realmente lo ayuda. La llegada de un inglesito a la estancia precipita el drama. Se lo recibe como un príncipe azul, se lo ve como candidato ideal para la prima de Martín, pero el muy canalla -¡Cielo santo!- es un militante de los Beatles y el amor libre.­

­ La novela es entretenida porque describe la desintegración de un mundo patricio. Puede que las reflexiones de Martín sean demasiado sofisticadas. El autor usa al muchacho para meditar sobre Dios y la condición humana. Por cierto, es la única aspereza de la trama. Dos procedimientos resultan muy agradables: la poética de la llanura pampeana, ese océano vegetal cuyo cielo se ilumina de glorias inesperadas en el ocaso, y el rescate de voces vernáculas que no deberíamos haber perdido: batifondo, cuchichear, chicotazo, barullo, atufar, calandraca...
Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.­

­Calificación: Bueno­

­PD: Siempre resulta fascinante atisbar en el mundo de las clases ociosas, máxime cuando han entrado en el ocaso. Me pregunto hasta dónde es autobiográfica esta novelita que merece ser recomendada. Le recuerdo que usted lee un blog empeñado en promocionar la buena literatura nacional.

domingo, 12 de octubre de 2008

Neon Bible

Arcade Fire
Grabado en 2006. Once temas. Merge Records.


Los amantes del rock sinfónico (soy uno de ellos) tienen un motivo para recobrar las esperanzas. Ha surgido una banda que recoge y amplía aquella excelsa tradición. Su nombre es Arcade Fire, provienen de Canadá y, según la Wikipedia, su estilo puede definirse como art rock, pop barroco, indie rock o rock alternativo.
La originalidad es una de sus virtudes. En primer lugar, suman instrumentos infrecuentes en el universo del rock, como las violas, xilofonos, acordeones, órganos, cuernos e incluso rarezas medievales como la zanfona. Win Butler, nacido en Texas en 1980, es el factotum junto a su esposa Regine Chassagne, una canadiense de origen haitiano. Músicos forjados en la tradición clásica enriquecen la banda.
El CD que aquí recomendamos fue grabado en la catedral de Montreal para obtener una especial sonoridad. Toma su nombre de una obra del escritor John Kennedy Toole, aquel excéntrico estadounidense que legó uno de los mejores libros de todos los tiempos:
La conjura de los necios.
Como los cuatro primeros CD de Los Redondos o como el MTV Unplugged de Nirvana, Neon Bible es de esas producciones donde se disfruta cada uno de los temas. No tiene baches ni ripios y sus letras son exuberantes. Alguien que conozco ha apostrofado, empero, que la mitad al menos resultan “muy Bowie”. Es posible, pero lo cierto es que Sir David es otro admirador de Arcade Fire, como U2 o el Indio Solari que eligió en 2007 esta producción como la mejor en el rubro Extranjero en la compulsa del diario Clarin.
Mis temas favoritos son My body is a cage, que comienza como un soul y concluye con un espectacular clavicordio en primer plano. No car go subyuga por su vitalidad. En Ocean of Noise creo hallar un dejo sublime de Pink Floyd, aunque algún comentarista ha pensado en Nick Cave. Black wave/Bad vibrations ofrece un feliz contrapunto de voces. El simple Neon Bible incluye una exquisita rareza: en Youtube han subido una versión grabada ¡dentro de un ascensor! Estos chicos tan talentosos, tan preocupados por ser originales sin resignar calidad, demuestran que incluso se puede hacerse música rompiendo una revista. No dejes de verlo
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Guillermo Belcore

Calificación: Excelente

PD: He aquí mi primer comentario sobre música. Desde ya, aclaro que soy un absoluto diletante. Reconózcase, al menos, la audacia. La idea es compartir ciertas gemas con melómanos amigos. Escuchar a Arcade Fire un atardecer de primavera, recostado en la cama, con un buen libro y las ventanas abiertas es una de las formas de la felicidad.

viernes, 10 de octubre de 2008

Al sur de la frontera, al oeste del Sol

Haruki Murakami­
Tusquets. Novela en formato rústico, 266 páginas. Edición 2008.
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­ El lector de este blog conoce nuestra devoción por Haruki Murakami (Kioto, 1949). No faltaría a la verdad quien lo ubique entre los cinco mejores narradores vivos. Su obra conforma un universo extraño, seductor, inconfundible; otro rasgo de los grandes. En ciertos círculos de la Argentina y España, Murakami se ha puesto de moda, lo que induce a la industria editorial a volcar al castellano su vasta obra. Se imprime ahora, en formato rústico, una novela que data de 1998. No es lo mejor que ha escrito, pero contiene todas sus señas personales. Está labrada con una prosa simplemente hermosa

Animan la trama dos enamorados que nacieron bajo el signo de la fatalidad. Hajime y Shimamoto se separan a los doce años y se reencuentran un cuarto de siglo después. En el medio, Hajime destruyó por lujuria las ilusiones (y la razón) de una chica, despilfarró diez años de su vida, se casó bien, tuvo dos hijas adorables, abrió bares exitosos, acumuló una pequeña fortuna. No obstante, se siente incompleto y vacío. La luz del amor a Shimamoto le resulta más real que cualquier otra cosa en el mundo, pero es la luz de una estrella lejana: la vemos hoy aunque fue emitida hace mucho tiempo. El reencuentro resulta perturbador, Japón cambió pero los protagonistas, no. Hay un happy end muy curioso. Hay pasajes que pueden o no ser fantásticos, o mejor dicho son oníricos. El título alude a una canción de Nat King Cole y a una extraña dolencia siberiana.­

Murakami, como Thoureau, es de los artistas que han detectado que la mayoría de los hombres vivimos en un estado de silenciosa desesperación. Dadme una vida de ensueño y extraeré de sus pliegues ocultos una historia tremenda, parece ser el lema del libro. Los fantasmas siempre están presentes aferrándonos al pasado.­
Guillermo Belcore­

­Publicado en el Suplemento Cultural de La Prensa­

­Calificación: Bueno

PD: Tenía una mínima esperanza que este año Murakami obtuviera el Nobel de Literatura. Al menos me hubiera permitido azuzar a María de los Angeles, mi mujer, que lo detesta, aunque no entiendo muy bien por qué. Lo cierto es que los mandarines de Suecia señalaron con el índice a Jean Marie Gustave Le Clezio, un francés que -debo reconocerlo- nunca he leído. Un crítico del diario El Mercurio profetiza que en dos años lo habremos olvidado. La decisión me ha inducido a meditar sobre los Nobel de los últimos años. Postulo que en este siglo lo han merecido Xinjiang, Naipaul, Lessing y Pamuk. Decididamente no, Pinter y Jelinek. No puedo pronunciarme aun sobre Coetzee y Kertesz. Me resulta indignante el desdén olímpico hacia Vargas Llosa.

jueves, 9 de octubre de 2008

Vieja escuela

Tobias Wolff­
Alfaguara. Novela, 262 páginas. Edición 2005
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Quien venere la literatura -o al menos haya tenido alguna vez el deseo de labrar una página trascendente- no puede ignorar esta novela. “He tratado de reflexionar acerca de la vocación literaria, como nace y madura a una edad temprana”, argumentó Tobias Wolff (Alabama, 1945) en un reportaje concedido a El País de Madrid. La explicación es demasiado tímida. Su primera novela es mucho más que eso, es un encantador y emocionante homenaje al arte de la escritura. Sin relatos uno difícilmente llegaría a saber en qué mundo vive.

Vieja escuela se articula en torno a la visita de clamorosos autores a un selecto internado de New Hampshire, un enclave progresista donde se valora la literatura por encima de cualquier otro interés, al punto que opaca hasta la apretada disputa entre Nixon y JFK. Conocemos en persona al poeta Robert Frost y a la ideóloga Ayn Rand. La llegada de Hemingway desata terribles dramas. Es que en el colegio subsiste una tradición según la cual un chico tiene derecho a una audiencia privada con cada visitante ilustre. Compiten a dentelladas por ese honor presentando algo que hubieran escrito. El protagonista se hunde en las pestilencias de la ignominia con tal de un par de horas a solas con el creador de Adiós a las armas.

Se ha escrito que Tobias Wolff es uno de los dos o tres mejores narradores de cuentos breves de Estados Unidos. Aquí queda demostrado. Son espléndidas las historias que enriquecen la corriente principal. Hay una inconcebible coincidencia y un caso conmovedor de hijo pródigo. El estilo está a la altura de las circunstancias. Cada frase parece haber sido templada, limada y repujada. Todo es ingenioso y agradable, como en aquella añeja academia de Nueva Inglaterra donde, creo, yo hubiera sido muy feliz.­

Guillermo Belcore­­

Calificación: Muy bueno

PS: Te recomiendo que leas la reseña publicada en www.letraslibres.com/index.php?art=10681

lunes, 6 de octubre de 2008

Vida interior

Federico Jeanmaire
Emecé. Novela de 237 páginas. Edición 2008


El jurado que integraron Rodolfo Rabanal, Ana María Shúa y Pablo De Santis consideró que esta novela merece el Premio Emecé 2008. Elogiaron “el sutil manejo del suspenso”, “la lectura como de un policial”, “las atmósferas de pesadilla”. Cuesta compartir tanto entusiasmo.

La pregunta sigue siendo la misma. ¿Qué es lo que torna una existencia interesante? Federico Jeanmaire (Baradero, 1957) propone tres días en la vida de un escritor cincuentón con dificultades para formar pareja. Según ha confesado se basó en sus propias experiencias. El caballero viaja a México con una mujer joven oriunda de Finlandia, bella, sensual e inteligente. Pero aunque desea el cuerpo de la chica con toda su alma, maquina quitársela de encima por cargosa y dominante. Durante toda la obra asistimos al escrutinio neurótico de la relación. Una tempestad en un tubo de ensayo.

La historia transcurre en el primer piso del Hotel Monte Alban, frente a la catedral de Oaxaca. Oímos la voz interior del escritor. Como Heráclito, está obsesionado con el perpetuo fluir: ¿es imposible siempre ser la misma persona?, se pregunta. Le intrigan también dos chavitos lustrabotas. La trama está esmaltada con color local y reflexiones de viajero espabilado (pero no mucho) sobre la cultura zapoteca.­

Jeanmaire parangona el sexo con la animalidad, apela a la figura del borracho sabio, el buen salvaje y el norteamericano bobalicón, entre otros lugares comunes. Su prosa desdeña lo sugerente. Es morosa, repetitiva, se empeña en decirlo todo. También desliza contradicciones. En la página cuarenta y dos, el escritor adora estar solo. En la doscientos cuarenta y nueva, dice que no le gusta comer solo. El desenlace, quizás, es lo mejor del libro.­

Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.

Calificación: Regular

sábado, 4 de octubre de 2008

De lágrimas y de santos

Emile M. Cioran­
Tusquets. Ensayo. Edición 2008, 115 páginas
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A los veintiseis años, Emile Cioran (Rasinari, 1911-1995) escribió este libro. Una beca le había permitido al atribulado hijo de un sacerdote ortodoxo abandonar Rumania y estudiar en París. Nunca volvió. El idioma francés fue la patria de un lúcido feroz que postulaba que todas las decadencias existen para sostenerlo.­

El ensayo reflexiona sobre la santidad, esa intersección del cielo con la Tierra, esa “ciencia exacta que aporta respuestas positivas y precisas a las interrogaciones a las cuales los filósofos no han tenido el coraje de elevarse”. Cioran denigra en un renglón la santidad, pero en el otro la reinvidica para un tiempo en el que la trivialidad del mundo carece del aliento divino. Los modernos, ¡ay!, hemos sucumbido a la seducción de las cosas acabadas. El Medioevo, la música, el arte de filosofar son también materia prima de una escritura urdida a fogonazos. Como Nietzsche y como Schopenhauer, Cioran convierte el aforismo y otras breverías en sublime literatura. El valor de su lirismo, explica, consiste en mantener el aroma a sangre, carne y -sobre todo aquí- a lágrimas, que “siempre tienen raíces más profundas que una sonrisa”. Sus paradojas divierten, irritan o provocan una extraña sensación de euforia al borde del abismo, apostilla el excelente prólogo.

En rigor, De lágrimas y de santos no evidencia los vicios de una obra primeriza. Siempre da la impresión de ser el fruto de un talento maduro que encuentra la vitalidad espiritual en estar en desacuerdo con la naturaleza de las cosas. Por lo demás, el ensayo es tremendamente actual. Nos obliga a meditar sobre los fines últimos. Es posible que pensar en Dios sea la única razón de ser del hombre, dispara Cioran.

Guillermo Belcore­

Calificación: Bueno

viernes, 3 de octubre de 2008

Margarita Dolcevita

Stefano Benni­
Norma. Novela, 257 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 50 pesos.
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Stefano Benni (Bolonia, 1947) es un autor de culto en Italia, a tal punto que sus admiradores han creado una enciclopedia web (www.bennilogia.org) dedicada a desmenuzar su obra. Hombre de letras, en el sentido amplio del término, encarna la dudosa figura pública del intelectual comprometido. Según sus propias palabras, clasifica a los seres humanos en dos categorías: cortesanos y rebeldes. La sátira, la parodia y la prosa humorística son sus procedimientos favoritos.­

Se ha comparado a Margarita Dolcevita con Los Simpsons. En efecto, relata las peripecias de una familia de los suburbios, allí donde se besan la ciudad y el campo. El padre, jubilado, se dedica a reparar antiguallas. Mamá Ema parece una bolsita de te usada y es adicta a las telenovelas. Engendraron tres hijos: Jacinto, Margarita y Heráclito. El primero es un cretino que come como una mezcladora de cemento y milita como barrabrava. El menor tiene doce años y es un pequeño genio, algo latoso. La del medio, narra la historia y sirve de instrumento para que Benni pontifique. Hay un abuelo en la casa que, como teme morir envenenado, ingiere pequeñas dosis de porquerías para inmunizarse.­

Margarita es rubia, gordita, inteligente y mantiene tratos con la naturaleza y la magia. Es amiga de esos seres fantásticos que moran en la tradición popular y en los bosques. Rompe el equilibrio de la familia y la barriada el arribo de unos vecinos tóxicos. Los DelBien se ingenian para conquistar la mente y los corazones de los Dolcevita. Los reclutan para tareas infames, como expulsar a los gitanos o al último de los campesinos; los asocian a tráficos mafiosos. La chica se rebela, coaligada con el único anormal de los DelBien.­

Benni exhibe un gran talento para el comentario mordaz. Urde pasajes desopilantes y plantea las preguntas malditas que asedian a la hipermodernidad. Su pecado es el maniqueísmo, con tintes religiosos. Enfrenta el materialismo depredador, de cuño estadounidense, con cierta espiritualidad naturalista. El libro no es sino una disparatada denuncia de la destrucción de la infancia del mundo. "Me gusta jugar con los estereotipos, para que los estereotipos no jueguen conmigo", ha explicado el autor.­

Guillermo Belcore­

Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.­

­Calificación: Regular­

miércoles, 1 de octubre de 2008

El amigo de Baudelaire

Andrés Rivera­
Seix Barral. Novela de 85 páginas. Edición 2008.
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Andrés Rivera (Buenos Aires, 1928) se ha encariñado con la novela escueta, hiperbreve. La especie tiene el encanto de lo sugerente, pero también la tristeza de lo etéreo y lo inconcluso. Aquí encerró en sólo ochenta y cinco páginas una historia que resumen tres citas al comienzo: transcurre en tiempos en que aún existían los argentinos, es apenas un drama burgués, cuenta la vida de ricos que son muy ricos.

Con cinismo helado, Saúl Bedoya escribe el diario de “la farsa de la vida”. Es un estanciero que conoció a Baudelaire y admira a Flaubert. Dinero y astucia no le faltan, pero las sombras de su vida son cada vez más oscuras. Buenos Aires, ciudad apestada, lo nombra juez. Se encapricha con una plebeya morena, tan voluptuosa como asesina. La relación -típico de la obra de Rivera- tiene tintes de perversidad. El envejece y ella engorda. El mal se hace sin esfuerzos, naturalmente, como una fatalidad.

Otro personaje destacado es el entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento. ¿Quién es este titán?, se pregunta el libro. Figura tremenda, con una mueca de desprecio en los labios, civilizador implacable, el único que pone por escrito lo que cree. Rivera lo respeta, mas lo percibe con el mismo amor y odio que nuestro prócer genial e irrepetible dispensaba a la gran urbe y a sus patricios.

La nouvelle data de 1991. Contiene procedimientos muy agradables. La trama avanza mediante el goteo de frases. Fue esmaltada con sentencias ingeniosas y rotundas definiciones ideológicas. Andrés Rivera, versión criolla de John Berger, es un comunista recalcitrante que tacha el comercio de mentira y engaño. Esta vez, no obstante, la militancia política nunca estropea la eficacia narrativa.

Guillermo Belcore­

Publicado en el Suplemento Cultural del diario La Prensa.­

­CALIFICACION: Bueno­

­PD: Hasta aquí, lo mejor que he leído de Rivera. Aunque me hubiera gustado un poco más de extensión.