Sergio Olguín
Tusquets. Novela, 184 páginas. Edición 2010.
H. L. Mencken observó que el tema fundamental del novelista es la desintegración de un carácter. Sergio Olguín (Buenos Aires, 1967) confirma la sentencia y narra con eficacia la vertiginosa caída de un empresario obsesionado con una prostituta adolescente de la villa. La novela aplica un procedimiento simplón de Hollywood: la trama avanza gracias a que una persona inteligente comete una tontería tras otra.
He aquí pues una novela de tópicos y estereotipos. Julio Andrada es un clásico hombre de negocios del conurbano, hecho desde abajo, temeroso del descenso social. Vive en un piso de Barrio Norte, donde pulula la tradicional hipocresía burguesa. Tiene a su servicio a los típicos mastines y sabuesos de la Policía Federal. No faltan la típica secretaria leal, la típica prostituta independiente, la típica desazón matrimonial, el típico usurero, el típico contador perjuro, la típica atracción que ejerce la promiscuidad y la mala vida hacia el individuo corriente. Es curiosa esta apuesta narrativa. ¿Hace falta decir que los personajes literarios más interesantes son los extraordinarios, no los que integran el pelotón del medio? Ser obvio es una de los tantas formas del error ofrecida a los hombres, notaba Onetti.
No obstante, el libro atrapa. Se lee de una sentada. Uno no puede dejar de saber qué pasa finalmente con el caído en desgracia. Olguín narra con palabras claras, directas, explícitas. Es enemigo de las sutilezas y de la elipsis. Su modelo -confiesa- es George Simenon. Es probable que para ganar el Premio Tusquets 2009 de Novela haya sacrificado las digresiones, el desarrollo de los personajes, las densidades temáticas, la riqueza expresiva… en fin, todo aquello que incluye una obra de arte. Es un libro diminuto con su recorte etnográfico; fiel a la moda argentina, eso hay que reconocerlo. Pero con una aceleración final que da la impresión de que el autor se hartó de trabajar y quiso quitarse el libro de encima.
Guillermo Belcore
Este reseña fue publicada en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata.
Calificación: Regular
PD: Funciona bien como novela policial, lo admito, pero hay demasiado cliché para mi gusto. Los personajes secundarios son importantes, me parece.
PD II: Como he mencionado, esta novela obtuvo el Premio Tusquets de Novela 2009, lo cual provocó una polémica pues Olguín trabaja, trabajó, trabajaba o había trabajado en el prestigioso sello editorial. No lo sé, realmente. Omar Genovese ha escrito palabras inteligentes al respecto.
PD III: Leila Guerriero enriqueció El País de Madrid con un espléndida semblanza del autor. Esta señora tiene un don rarísimo, esa cualidad que Marcel Schwob exigía a los biógrafos: convierte la vida de cualquier farandulero en una obra de arte. Leila publicó un libro en Tusquets y colaboró en V de Vian, la revista de Olguín.
PS del 3 de abril: No es bueno oír una sola campana. Una colega de La Nación ha leído la novela de una manera distinta.
PS del 16 de abril: Olguin le explicó sus razones a P.Z., factotum del blog de Eterna Cadencia. La entrevista me resultó muy interesante.