viernes, 24 de mayo de 2024

Todo un hombre


Man in full
 

Serie de seis capítulos de 45 minutos cada uno. País: Estados Unidos. Dirección: Regina King, Tomas Schlamme. Guion: David E. Kelley (basado en la novela de Tom Wolfe). Elenco: Jeff Daniels, Tom Pelphrey, Bill Camp, Aml Ameen, Diane Lane, Lucy Liu, John Michael Hill, Chanté Adams, Sarah Jones, William Jackson Harper. Disponible en Netflix.


Hasta que publicó Bloody Miami a los 82 años, uno bien podía afirmar que la mejor novela que escribió Thomas Kennerly Wolfe Jr. (Richmond 1930-Manhattan 2018) era Todo un hombre, entregada a la imprenta por primera vez en 1998. En esa obra majestuosa, el Balzac de Park Avenue narraba la decadencia de una gloria del fútbol americano devenido en magnate inmobiliario: Charlie Croker es uno de esos personajes tremebundos que, con sus grandezas y miserias, atrapa nuestra imaginación.


Por fortuna, el bueno de Charlie reapareció en la televisión. Netflix acaba de estrenar A Man in Full, una serie de seis capítulos de 45 minutos cada uno, basada en el libro de Wolfe. La adaptación, naturalmente, se toma sus licencias pero es casi tan buena como el original.


El primer agrado es que el personaje principal lo interpreta un peso pesado de Serieslandia (también músico): Jeff Daniels. Es un papel carismático, a su medida. Primero, por las similitudes físicas. Wolfe describía así a Croker : 

“¡...Por el amor de Dios, era un bestia, para tener sesenta años! Era un auténtico toro. Tenía el cuello más ancho que la cabeza y tan macizo como un roble… Croker era casi calvo, pero su calvicie es de las que proclaman virilidad, como si de su cuerpo brotara tanta testosterona que se le caía el pelo en la parte superior de su cabeza…”


Hace 69 años, Daniels nacía en Athens, estado de Georgia, por lo que no muestra dificultad alguna para encarnar a un auténtico rústico del Sur, con ese acento tan característico. La acción transcurre en Atlanta: los trapos sucios de la política y de los negocios, y la tensión racial de Dixieland son el telón de fondo de una historia atrapante.


CAIDO EN DESGRACIA


La analepsis comienza con la fiesta de cumpleaños número sesenta de Charlie, en su cuartel general, la torre faraónica Croker Concourse, el gran proyecto de su vida (le llevó quince años terminarlo), que lo obligó a endeudarse hasta las cejas. Todo el mundo va a besarle el anillo, pero es el canto del cine. ¡Pobre Charlie!, él cree que es uno de los promotores inmobiliarios más poderosos al sur de la línea Mason-Dixon, pero la Croker Global Corporation está al borde de la bancarrota y aún no lo sabe.


El segundo gran escenario es una tenebrosa sala de reuniones del PlannersBanc. Una mañana de cristal que se hace añicos es convocado Charlie al banco, sin tener la menor idea de la causa. El empresario les debe ochocientos millones de dólares (y cuatrocientos millones más a otros bancos y compañías de seguro) y se anoticia de que ha llegado el momento fatal de la restitución, se ha atrasado en los pagos. Van por la confiscación o la hipoteca de los bienes tan queridos del magnate: sus empresas, su Gulfstream Cinco, su plantación de doce hectáreas (la segunda más grande de Georgia) con bosques, marismas, caballos de raza y bandadas de codornices para solaz del patrón y sus invitados. Van por su cuello, en realidad. Hay revanchas personales de por medio: Raymond Peepgass (Tom Pelphrey), el neurótico oficial de préstamos, había sido menospreciado por Charlie en su momento.


De ahí hasta el final, vemos los esfuerzos titánicos del arrogante y ególatra shogun (pero también campechano, jovial y paternalista) para salvar su imperio y no perder en proceso la dignidad personal. Hay choques memorables con un tal Harry Zale (Bill Camp), un tiburón de PlannersBanc, ex marine, uno de esos metamorfos con brazos cortos y pecho imponente de luchador profesional. De esto se trata: de la lucha sin cuartel entre gladiadores.


El segundo hilo de la urdimbre narra el calvario de Conrad (Jon Michael Hill), aquí esposo de la secretaria privada de Charlie. El chico pierde los nervios en un incidente de tránsito y termina noqueando a un agente de la ley. La situación es terrible: un joven negro agredió a un policía blanco en la ciudad de Atlanta. El juez que se encarga del caso desea sentar un precedente y Conrad, el estoico, termina en la prisión del Fulton, una especie de infierno sobre la tierra. Se encarga personalmente de su defensa el letrado corporativo de Charlie, el doctor Roger White (Aml Ameen), también afroamericano.


El asesor legal, justamente, es antiguo hermano en la fraternidad Omega Zeta Zeta de Morehause del alcalde de Atlanta, Wesley Dobbs Jordan (William Jackson Harper), una joven estrella de la política. Dobbs le ofrece una tabla de salvación a Charlie a cambio de un truco sucio frente a las cámaras de televisión que aseguraría su reelección como jefe comunal. El señor Croker, el emprendedor que salió de la nada y construyó un imperio, descubre que también tiene escrúpulos, en especial respecto a la imagen que desea transmitir a su hijo Wally, un chico cansado de la vida a los dieciséis años.


SER UN HOMBRE

Hay un cuarto factor de tensión en la trama. Charly está casado en segunda nupcias con un bombón de 28 años llamada Serena (Sarah Jones). Usted sabe cómo es esto: puede que encuentre en su madurez una joven afectuosa pero es sólo para los buenos tiempos. Las dificultades económicas de Croker Corporation y las intrigas de Raymond, el del banco, desatan una guerra entre el empresario y su primera esposa Martha (Diane Lane), la despechada.


Digamos finalmente que la versión simplificada del libro tiene otra virtud: se las arregla para empotrar un juego de ideas que había planteado Mr. Wolfe mediante el estudio de un carácter. ¿Qué significa realmente ser un hombre? ¿Dejar un legado al precio de reventar cabezas ("Soy un mal perdedor y un ganador implacable, al rival hay que aplastarlo para que no vuelva a buscar revancha", se jacta Charlie)? Raymond, el resentido, añade que todos llevamos en nuestro interior "un perro rojo malo y sólo los grandes hombres se atreven a soltar la correa". ¿La vida es sólo una cuestión de virilidad y agallas?


Creemos que la respuesta correcta al dilema existencial la ofrece Conrad, el estoico.

Guillermo Belcore


Calificación: Muy buena


domingo, 12 de mayo de 2024

Tiempos de arroz y sal

 




“Si quieres ser liberado de la rueda, persevera”.

Precepto budista


En el siglo XIV después de Nuestro Señor Jesucristo, una segunda oleada de peste bubónica exterminó a casi toda la población de las penínsulas más occidentales del Viejo Continente. Tamerlán, prudente, desistió de ocupar el país de los magiares y el país de los francos. Unos pocos cristianos sobrevivieron en Armenia y en Etiopía. Desde entonces, dos grandes polos de poder y cultura se disputan el mundo: China y el Islam. Sólo han escapado a su dominio la Liga India y la Liga Iroquesa en los profundos bosques y planicies del Nuevo Continente (inventaron la mejor forma de gobierno conocida), ambas con el apoyo decisivo de la industriosa diáspora japonesa. El Renacimiento se produjo en Samarkanda. La Ilustración, en Travancore. En el 1333 de la Hégira, comenzó la Primera Guerra Mundial. Se prolongó por sesenta y siete años y segó mil millones de vidas. Pero un mundo mejor surgió entre las ruinas. El patriarcado fue enterrado y los científicos tomaron el control, después de la Conferencia de Isfahán. La humanidad se evitó un Holocausto nuclear. Aunque persiste la miseria más abyecta en Firanja, Africa y los territorios incas, las civilizaciones trabajan codo a codo para resolver problemas económicos y ambientales en la Liga de Todos los Pueblos por la Armonía con la Naturaleza, cuya sede central se estableció en la hiperdesarrollada Birmania.


Tan espléndida ucronía se desarrolla en uno de los mejores libros de ficción especulativa (la expresión “ciencia ficción” es inexacta) que se escribió en nuestro siglo. Tiempos de arroz y sal (Minotauro, 717 páginas) se entregó a la imprenta por primera vez en 2002. Su autor se llama Kim Stanley Robinson (Illinois, 1952), autor de veintidós novelas y un buen número de relatos cortos y ensayos, famoso por la multipremiada Trilogía marciana. En la obra que aquí recomendamos demuestra un talento y una dedicación extraordinarios para la especulación histórica y filosófica, aunque también relumbra como novelista de aventuras. Con una calidad sublime, responde a una conjetura que quizás usted, amigo lector, alguna vez se ha formulado: cómo hubiera evolucionado nuestro planeta sin hegemonía occidental. Dicho de otra forma, cómo sería el mundo sin Europa.


HISTORIA ALTERNATIVA


Tiempos de arroz y sal, pues, explora setecientos años de historia alternativa, un devenir prácticamente sin gente de tez blanca. Enlaza los momentos decisivos de cambio (clinamen, según los antiguos griegos, una presencia fantasmal en el mundo de Robinson) con un eficaz truco nemotécnico: repite estereotipos en distintos escenarios. Los caracteres principales de cada uno de los diez libros en que se divide la novela encarnan las mismas almas (un grupo de amigos tibetanos en su origen) que van reencarnando aquí y allá, y cuyos nombres “terrestres” comienzan siempre con la misma letra. “K” es el rebelde (acción); “B” el creyente (fe); “S” el gobernante corrupto (pereza); “I”, el científico (pensamiento); “P” el vagabundo (humildad); “Z” el guerrero (fuerza) (1).


Estudioso del budismo, Robinson ubica a esa creencia en un lugar decisivo de la trama. Es la fuerza benéfica que impulsa la ciencia y la moralidad, a partir de un principio luminoso: "Si quieres ayudar a los demás, práctica la compasión; si quieres ayudarte a ti mismo, práctica la compasión". También cumple una función como nexo narrativo. Los capítulos concluyen con el paso por el Bardo: el lugar espeluznante donde el Buda imaginó que nuestras almas son juzgadas -tras la evaluación del karma- y enviadas de nuevo a la Tierra (como mineral, planta, animal o ser humano), después de que la Diosa Meng nos obligue a beber la copa del olvido. "Esto quiere decir que debemos volver a intentarlo. Lo intentamos una y otra vez, vida tras vida, hasta que alcanzamos la sabiduría y por fin somos liberados". Y así entramos en el Nirvana.


Robinson narra -entre otras historias- las peripecias de un guerrero mongol (Bold) y de un muchacho negro (Kyu) esclavizados por la dinastía Ming. Conocemos cien años después a Bistami, el teólogo sufi desterrado por el Gran Mogol Akbar hasta el repoblada Al-Ándalus, y de allí acompaña a la sultana Katima en la fundación de ciudades en los territorios de los francos. El almirante Kheim, con sus colosales naves chinas, descubre América por casualidad. Un samurai exiliado en California enseña a los hodenosauníes a fabricar armas para defenderse del imperialismo del Trono del Dragón y de los emiratos árabes occidentales. En Samarkanda, el alquimista Khalid y el matemático tibetano Iwang llegan a conclusiones similares a las de Isaac Newton. El Kerala de Travancore pone fin a cuatrocientos años de dominio otomano de Constantinopla, gracias a su descubrimiento de los barcos de vapor. Bajo la opresión manchú, un matrimonio de sabios -la viuda Kang y el erudito Ibrahim- sientan las bases del feminismo e intentan una síntesis de Confucio con Mahoma, según el modelo sij. Tres oficiales chinos asisten desde las trincheras del corredor de Gansu a la ruptura del frente oriental, ofensiva final de la Larga Guerra con los estados islámicos. En una posguerra signada por la hiperinflación y la pobreza, Idelba y Budur escapan de una harén en Turín y se convierten en dos puntales del movimiento pacifista global... La travesía, bajo la noción del ciclo, es fascinante. Llega hasta el año 2088 después de Cristo.


La prosa de Robinson es simple y directa, aunque varía el estilo de un libro a otro. Se intercalan poemas, letanías, cálculos científicos y pequeños ensayos, que le permiten al autor especular sobre cuestiones trascendentes de nuestro mundo. Por ejemplo, la causalidad de la historia. ¿Pueden trazarse leyes o es un ejercicio divertido aunque fútil como buscar formas de animales en las nubes?


Para redondear, es ésta una novela fecunda en ideas. Por ejemplo, muy interesante resulta la reflexión sobre las simpatías del islamismo con el extremismo físico. Robinson lo atribuye a la arabización, al fin y al cabo las ideas son consecuencia de su lugar de origen y es éste monoteísmo tardío del desierto, radicalizado por sus clérigos. La adopción del árabe como segunda lengua de los pueblos islámicos habría desencadenado consecuencias nefastas, por cuanto esos feligreses no tienen los pies sobre la tierra: "...su comportamiento está con bastante frecuencia dirigido por el pensamiento abstracto, un pensamiento que flota solo en el vacío del espacio del lenguaje. El islamista necesita al mundo...".


Finalmente, transcribimos una certera meditación sobre la penosa marcha en este Valle de Lágrimas: 

"...hasta que el número de vidas plenas no supere el de las vidas destrozadas estaremos atrapados en una especie de prehistoria, indigna del gran espíritu de la humanidad. La historia digna de ser contada comenzará únicamente cuando las vidas plenas excedan en número a las vidas desperdiciadas. Esto significa que nos quedan muchas generaciones antes de que comience la historia".

Guillermo Belcore

(1) https://www.kimstanleyrobinson.info


Calificación: Excelente