Bernardo Jobson
Capital Intelectual. Libro de cuentos, 129 páginas.
Bernardo Jobson (1928-1986) publicó un sólo libro pero basta y sobra para definirlo como un escritor de fuste. Quizás, en un ambiente menos adverso, pudo haberse convertido en nuestro Juan Rulfo. En efecto, no es exagerado postular que esta obra sería algo así como la versión porteña y suave de El llano en llamas. Una sentencia de Blastein parece insuperable: “Jobson tenía un oído finísimo para el habla coloquial pero escribía con el rigor de Quevedo”.
Lo primero que el lector debe conocer sobre Jobson es que se trata de un exquisito humorista. Te recuerdo como eras en el último otoño se lee con carcajadas (no es el único caso). Narra las peripecias de un atorrante que va al hospital por una dolencia vergonzosa. En un escritor mediocre o en la televisión argentina el resultado sería vulgar. Aquí es mordaz y desopilante.
Es factible que no se hayan escrito en la Patria textos mejores sobre el turf que los dos que atesora este volumen. Jobson, burrero empedernido, transmite con fino ingenio los estertores de la plebe ante esa selva polvorienta de pescuezos y patas. Conmovedoras también son sus historias de pensionados, de tangueros que se disputan el favor de una mala mujer y de bravos judíos que resisten la barbarie de los derechistas.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Excelente
PD: No puede faltar en la biblioteca del interesado en la producción nacional. Viene de un tiempo donde escribir bien se consideraba una virtud. Algunos confundidos (o simplemente unos caraduras que no quieren reconocer sus limitaciones) postulan hoy que lo desagradable o mal ejecutado es una estimulante experiencia estética. ¡Ja!
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