lunes, 28 de marzo de 2022

El profesor Donda


Por Stanislaw Lem

Ediciones Godot. 73 páginas 


Entre todos los seres humanos que la literatura ha enviado a las estrellas, el más interesante y divertido es, sin duda, Ijon Tichy. El astronauta no sólo nos ha hecho reír a mandíbula batiente; es en sí mismo una travesía intelectual, el instrumento de una imaginación prodigiosa para caricaturizar los problemas de nuestra especie con una escenografía cósmica, una mente que había conseguido escapar de la Shoá por milagro, y que eludió la implacable censura de una dictadura comunista. La mente de Stanislaw Lem (Lvov 1921 - Cracovia 2006).


Ediciones Godot, sello especializado en delicatessen y que hace unos meses publicó una excelente biografía de Lem, nos trajo otra deliciosa aventura de Ijon Tichy. Una nouvelle traducida al español en 2021: El profesor Donda. Pero esta vez no salimos de la Tierra, vamos a visitar a un par de depravadas naciones africanas (el libro se escribió antes de la era de la corrección política; hoy lo tacharían posiblemente de "racista").

Nuestro chico escribe a la posteridad sobre tablillas de barro (un gorila le ha robado la agenda). Quiere dejar testimonio del fin del mundo, que ocurrió algunas semanas atrás, justo después de las temporadas de lluvias. En realidad, es el fin de la civilización como la conocemos, todas las computadoras han dejado de funcionar. No existe el dólar e IBM fabrica ahora lápices y pizarras. La intención de Ijon Tichy es que la humanidad del futuro sepa que el profesor Affidavit Donda, el hazmerreír de la comunidad científica occidental, había anticipado el colapso global desde sus laboratorios en Gurunduwayu y Lamblia.


La ley de Donda establece que la materia, la energía y la información son los tres estados de la masa y pueden transformarse entre sí. Así como existe una masa crítica del uranio, también hay una masa crítica de la información. Cuando se alcanza ese umbral en los casi infinitos bits de las computadoras, ¡kaput! La información desaparece, pues se convierte en materia, en un microcosmos, idéntico al nuestro. Es la receta de Dios para crear el Universo que conocemos; contó desde el infinito hasta cero. Cuando llegó a cero la información se materializó y ocurrió el Big Bang. (Qué tipo agudo era este Lem, ¿verdad?).


Esta historia se lee de un tirón, con placer y provecho. Es una sátira del Tercer Mundo, del mundillo científico, de la naturaleza humana en general. Es una puerta de entrada a la obra de Lem o un complemento sabroso de una de las mejores novelas de ficción científica del siglo XX: Diario de las estrellas, la obra maestra del maestro Lem.

Guillermo Belcore

Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.


Calificación: Muy bueno

jueves, 10 de marzo de 2022

Solo integral

 


La democracia, allí donde funciona bien, se asienta sobre un trípode. Capitalismo para la producción de bienes y tecnología; socialdemocracia en lo tocante a la redistribución y protección social; liberalismo para las creencias y costumbres. Los tres pilares deben ser de la misma altura, de lo contrario pierde su equilibrio el conjunto por el lado de la justicia o de la libertad.


El trípode democrático es una de las espléndidas ideas que que trae el libro más reciente de Fernando Savater: Solo integral (289 páginas, Ariel). El sello editorial lo promociona en la Argentina como un "destilado de su pensamiento".


Nacido en San Sebastián en 1948, Savater es uno de los polígrafos más útiles y estimulantes de la hispanósfera. Odiado por la izquierda radical (qué mejor carta de presentación que ésta) y desdeñado por los esnob de la academia a causa del carácter semiprofesional de su obra (aunque es un éxito de ventas), el pensador es una voz indispensable para todos aquellos que creemos que la sociedad abierta es un proyecto inconcluso aquí, aún no se ha establecido allá, o bien está acullá bajo fuego intenso por parte de sus enemigos de siempre. Por eso, un ensayo de Savater siempre será bienvenido.


En esta ocasión, se han recopilado sesenta y tres artículos breves que reprodujo el diario El País de Madrid entre 2014 y 2020. Una columna de trescientas palabras (lo más breve que publicó en su vida) que participa del arte del panfleto, la crítica literaria y la autobiografía; y que obró como bálsamo para un alma atribulada por la muerte de su esposa.


ELEMENTO NOVEDOSO


Hay un elemento novedoso en el libro. El autor añadió a fines del año pasado a continuación de cada una de las columnas un comentario de idéntico largo "a modo de reflejo en el lago del presente para prolongarla o desmentirla"". Llamó Savater a este juego intelectual Col tempo, en alusión a un cuadro atribuido a Giorgione, que exhibe la Academia de Venecia: ""una anciana devastada por la edad pero que fue y aún sigue siendo bella... a su manera".


Cada entrada se titula con una palabra. Veamos una de las mejores: "Imbéciles". No es novedad afirmar que Savater se distingue también como maestro de lecturas. Sugiere en este capítulo La imbecilidad es cosa seria de Maurizio Ferraris, donde se define dicha enfermedad endémica de nuestra especie de la siguiente manera: "Ceguera, indiferencia, hostilidad a los valores cognitivos, más extendida entre quienes tienen ambiciones intelectuales". La descripción es perfecta, ¿verdad? ¿No encontramos hoy entre la intelectualidad argentina la colección más peligrosa de imbéciles?


Como si se tratase de perlas negras, la recopilación periodística va engarzando a los imbéciles más peligrosos de nuestro tiempo: los fanáticos de la identidad, de la corrección política y de tratar a los animales como humanos (y viceversa); los separatistas catalanes y vascos; los nihilistas blancos; los enemigos de la Constitución; los que celebran a los terroristas como héroes populares; los progres que creen tener el monopolio de la virtud; los extremistas, en especial los Viejos Revolucionarios.


En la página ciento diez, Savater insta, como un acto de salud mental, a odiar el terrorismo, la tortura, la pena de muerte, la intolerancia frente a la libertad de expresión. Su visión es la del iluminista tardío que ha aprendido que "la suposición de que los seres humanos nos regimos habitualmente por la razón utilitaria es una visión demasiado optimista". Su inspiración se llama Immanuel Kant, el de la paz perpetua y la ética cosmopolita. "Todos somos ciudadanos del mundo", sería la premisa ("Todos somos hijos de Dios", decimos los cristianos).


En cuanto a la política real de España, Savater se lamenta por el hundimiento de Ciudadanos y confiesa que la otra causa militante que ha abrazado es la del Partido Radical de Marco Panella y Emma Bonino, un alarde de originalidad "plenamente europeo". Entre Vox y Podemos, prefiere al primero, pero aclara que no votaría a ninguno de los dos.


Otro agrado que tiene el libro es que permite trazar cien analogías. Por ejemplo, los anatemas de Savater a los ""fantoches de Podemos"" le calzan como anillo al dedo a los líderes de La Cámpora. Su repudio muy bien argumentado al fervor identitario y al fanatismo de la identidad nos da argumentos contra las feminazis y los maputruchos. Al fin y al cabo, el populismo de izquierda y las psicopatías políticas son igualmente nefastas en cualquier nación donde asomen su fea máscara.


Nos deja Savater un mensaje imperioso en estos tiempos peligrosos por un tirano moscovita: "Es imprescindible movilizarse contra lo aborrecible".

Guillermo Belcore


Calificación: Bueno