sábado, 31 de mayo de 2014

Mujeres

John Updike

Tusquets. Novela, 325 páginas. Edición 2014


Si el erotismo -como dice George Steiner- es básicamente una función verbal, la riqueza de la vida sexual de un individuo dependerá de la cantidad de palabras que maneje. Lo mismo ocurre con una literatura erótica. Alcanza sus cotas más altas sólo con la prosa inteligente, elegante y colorida. Como la del gran John Updike (1932-2009), el vate de la clase media, el forjador de algo tan improbable como una poética del adulterio.

Updike escribió Mujeres (Villages en el original) en 2004, a los 72 años. La novela envejeció muy bien. Es una lectura agradable, seductora de la primera a la última página. Al final de su existencia, Owen Mackenzie rebobina una película: evoca con lujo de detalles a las mujeres que se acostaron con él. El despertar sexual en un pueblucho de Pensilvania, el matrimonio con Phyllis, la hermosa licenciada en matemáticas que conoció en el MIT, y a la que traicionó una y otra vez con las vecinas de Middle Falls, hasta que sentó cabeza con su segunda mujer, la que le pignoró, justamente, al sacerdote de esa comunidad de Connecticut. Dos hogares rotos por el adulterio. Hay una intensa escena dramática al respecto, tan magnífica que de por sí justifica todo el libro. La gente necesita ser romántica.

Si bien todo gira en torno a la copulación, sería injusto confinar toda la obra a una obsesión con el "acto de la interacción suprema". Mujeres es también una novela de ideas. Como todo gran narrador, Updike amalgama historia individual con la evolución de una sociedad. Traza, incluso, una historia de la informática; Owen ideó una interfax gráfica que Apple popularizaría en los ochenta. El libro desborda de observaciones lucidas, personajes atractivos, suave nostalgia y sexo, mucho sexo irisdicente. Todo servido con el mejor de los gustos. ¡Qué pocos hombres merecen la belleza y misericordia de las mujeres!, es una de las conclusiones irrefutables.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa



Calificación: Muy buena


PD: En este blog se han reseñado otras obras de Updike, uno de mis novelistas favoritos.

Pinche aquí:
1) http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2012/09/un-libro-de-bech.html
2) http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2013/08/adios-bech.html
3) http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2011/10/las-viudas-de-eastwick.html

sábado, 24 de mayo de 2014

El enigma de China

Qiu Xialong

Tusquets. Novela policial, 299 páginas. Edición 2014.

No es del todo cierto que el arte sea el paraíso de la libertad; la Alta Literatura tiene sus reglas. Por ejemplo, decirlo todo es ser aburrido (Voltaire, dixit). O los procedimientos oblicuos suelen ser más eficaces (lo estableció Borges). Obviamente, las dos premisas no se aplican en todos los casos, pero aquí queda en evidencia su valor. El profesor Qiu Xialong (Shanghai, 1953) ha querido denunciar la corrupción rampante que caracteriza al “socialismo con características chinas”, al tiempo que buscó rendir homenaje a esos valientes ciudadanos de Internet que se arriesgan a denunciarlo. Ese afán por el mensaje terminó ajando el relato policial.

En lo que podría ser su último caso, el inspector jefe Chen Cao investiga el supuesto suicidio de un pez gordo del Municipio de Shanghai, caído en desgracia por sus chanchullos en el mercado inmobiliario. La pesquisa atraviesa un campo minado, un colega de Chen es asesinado en el transcurso de la misma. Sin buscarlo, el detective-poeta se ve inmerso en una sórdida cuestión de Estado: ha llegado a un punto crítico la lucha de poder entre las dos facciones hegemónicas del Partido Comunista Chino. La verdad se esfuma como una anguila en el arrozal.

Es este último aspecto lo más interesante del libro. Qiu pinta un fresco muy realista de la China actual, de su régimen tan bizantino como feudal, así como de las transformaciones sociales que se rigen por el más crudo materialismo. Ese modelo autoritario con altísimo costo humano, que ensancha hasta la estratósfera las diferencias de clases, no parece un rival de talla para la democracia occidental, el menos malo de los sistemas de gobierno. La trama, por otra parte, está infestada de proverbios, bellas expresiones, elementos exóticos (desde la gastronomía a los rituales budistas) y poemas antiguos, estragados por una traducción sin gracia.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa de este fin de semana.

Calificación: Regular


PD: La crítica diarista ha hecho picadillo este libro, incluso por malas razones. Leí a un insensato de suplemento dominical que se preguntaba cómo puede criticar al régimen chino alguien que vive en un país tan corrupto como Estados Unidos. No me pareció tan mala la novela, diré en su defensa. Es más, creo que resulta de utilidad para todo aquel lector, inexperto, que busque una mirada honesta de lo que es la China de hoy, en particular el siniestro "socialismo con características chinas".

domingo, 18 de mayo de 2014

Nuestro modo de vida

Fogwill

Alfaguara. Novela postuma, 221 páginas. Edición 2014. Precio aproximado: 160 pesos.


Como el sol avaro que asoma entre las nubes en un otoño frío y ventoso, así aparece el mejor Fogwill (1941-2010) en Nuestro modo de vida. De tanto en tanto, brilla el entomólogo que disecciona, implacable pero sin crueldad, a su objeto de estudio, otros seres humanos. El sabio retratista de la estupidez y la mediocridad de la alta burguesía argentina. El libro no tiene más que eso. Por alguna razón (poderosa), el artista no quiso publicarlo en vida. Lo había concluido en 1980. No se trata, como clama la faja publicitaria, de una obra maestra. Morirse tiene otro inconveniente: uno no puede defenderse de la impertinencia de sus deudos.

Amigos chilenos de Fogwill atesoraban el manuscrito. En 2008 le recordaron esa circunstancia; el escritor dijo que andaba en otra cosa. En 2013 fue donado al archivo Fogwill. Se ha decidido ahora rescatarlo del depósito de cadáveres y compartirlo con el mundo. En el prólogo, explica el propio autor que su intención fue plagiar La luz argentina, “bella novela” de César Aira. “Producir ese corte mítico entre la vida familiar y la vida social es el problema de método” de la obra, añade la introducción.

Etica y estética de un gerente de una multinacional extranjera, podría ser una frase explicativa para el título. Fernando Romero vive con su mujer y su perro. Duerme hasta tarde, va poco a la oficina. Desespera porque su auto es de color blanco, mientras que es azul el de sus congéneres. Se esforzará por remediarlo. La empresa le encarga sellar un acuerdo con japoneses, para lo cual negociará un soborno y les proporcionará modelos (falsas gitanas) para su deleite. Le gusta la música clásica; juzga a Ginastera como una versión degradada del primer Stravinsky. El telón de fondo es la dictadura militar. Muy interesante es la crítica sesgada a la civilización del comprar y tener cosas. Señala Fogwill que esa cultura se ha especializado en generar “ventanas al cielo”, que cualquier poligrillo puede abrir “mediante un cambio de automóvil, una promoción en su trabajo o un evento que por un instante quiebre el anonimato y la grisura entre los que se desenvuelven los días del hombre”.

Guillermo Belcore

sábado, 10 de mayo de 2014

La rubia de ojos negros

Benjamin Black

Alfaguara. Novela policial, 329 páginas


La señorita Cavendish es alta y delgada, con hombros anchos y elegantes caderas. Tiene ojos negros, negros y profundos como un lago de montaña. Una rubia de ojos negros no es muy frecuente. Rica, hay una en mil millones. Mirás a esa beldad y sentís un nudo en la garganta. Clare necesita un detective privado para que encuentre a su amante que, de la noche a la mañana, se esfumó en el aire. Cahuenga y Hollywood, Los Angeles en la década del cincuenta. Clare Cavendish pide ayuda a Philip Marlowe.

Sí, leyó bien. El investigador más famoso de la novela negra estadounidense está de regreso. Ese hombre íntegro, solitario como un coyote, al que muchos soñamos con parecernos ha sido revivido por John Banville (Benjamin Black es su seudónimo). Y esta bien que la creatura inmortal de Raymond Chandler fuese exhumada por el mejor estilista del idioma inglés, porque aquel héroe era básicamente un estilo, una retórica brillante (ironía + sarcasmo), un procedimiento magistral, incluso, para rematar los párrafos. Ojalá algún día todos habláramos como Marlowe.

Lo que usted, básicamente, debe saber es que Banville ha estado a la altura de las circunstancias. No sólo la prosa es magnífica, sino que se trata de una de esas novelas adictivas que dispensan placer de la primera a la última página. Pasan cosas. Marlowe se enamora, pero también es engañado, manipulado, golpeado ferozmente, incluso dos bestias le aplican la tortura del submarino. Resulta enternecedor escuchar a un par de amigos llamarlo ‘Phil’. Una salvedad: el historia se conecta con la novela más famosa de Chandler, por lo que para su acabado goce se recomienda haber leído antes El largo adiós.

Una rama de la literatura del siglo XXI parece querer especializarse en la recreación de los grandes personajes del pasado. Otro jueguito posmoderno. Primero fue James Bond y ahora tenemos de nuevo a Philip Marlowe. La apuesta no es para cualquiera. Requiere un escritor de primera categoría, como el irlandés John Banville.
 
Guillermo Belcore

Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa de este fin de semana.
 

Calificación: Excelente

domingo, 4 de mayo de 2014

La isla del tesoro

Nicholas Shaxson

Fondo de Cultura. 514 páginas. Ensayo de economía. Edición 2014.


El autor de este libro -lúcido periodista de investigación- explica por qué las sesenta guaridas fiscales que prosperan en el mundo son el lado más oscuro, peligroso y repugnante de la globalización. Así como hay estudiosos que ven a la demografía detrás de cada suceso importante, Nicholas Shaxson asegura que los chanchullos offshore son una de las causas primordiales de prácticamente todas las grandes crisis de nuestro tiempo, desde el genocidio en Ruanda hasta el colapso de Lehman Brothers. Más allá de alguna exageración, sus argumentos resultan absolutamente convincentes. La humanidad funcionaría mejor si no actuasen con tan indignante impunidad, los banqueros suizos y estadounidenses, y los piratas de las islas Caimán.

El imperio británico no ha muerto
, advierte Shaxson. Mantiene su hegemonía mediante la City de Londres, anacrónica cueva de bandidos y centro de una telaraña que captura en un puñado de territorios de ultramar el dinero sucio de todo el planeta. Las identidades se confunden en los refugios fiscales: las empresas legítimas obran como narcotraficantes; y los mafiosos y terroristas actúan como multinacionales. Este sistema -tesis del libro- rara vez agrega valor o eficiencia económica, redistribuye la riqueza hacia la cúspide y socava los cimientos del Estado de Bienestar y de la industria nacional. Imagínese qué ocurriría en cada país si los poderosos no tuviesen donde fugar sus dineros bien o mal habidos. Los cambios para mejor serían inevitables.

La Argentina es mencionada más de una vez. Lisandro de la Torre fue unos de los primeros paladines globales contra la evasión y elusión fiscal (a propósito, nunca nadie indagó a fondo la responsabilidad de los hermanos Vestey, magnates ingleses de la carne, en nuestra crisis de los treinta). Por otro lado, la venalidad e incompetencia de la clase política argentina, que cada dos por tres empobrece al pueblo a golpe de devaluación, es señalada como una de las causas de la necesidad de los refugios extraterritoriales. Shaxson tiene también una réplica ingeniosa para esto. Al fin y al cabo, el secretismo y la fuga de las regulaciones que persiguen los plutócratas tiene más que ver con la codicia que con el miedo. Los impuestos, se ha dicho, son para gente pequeña.

Guillermo Belcore
Publicado hoy en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Bueno

jueves, 1 de mayo de 2014

El jardín de las máquinas parlantes

Alberto Laiseca

Gárgola. Novela, 790 páginas. Edición 2013.

¿Quién dijo que el imperialismo es una fuerza maligna? En la década del noventa, el señor Alberto Laiseca (Rosario, 1941) recibió una beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation. Como es un intelectual de la vieja guardia (serio, responsable y laborioso), labró una obra colosal a cambio de esos dólares. En efecto, El jardín de las máquinas parlantes es de lo mejor que ha dado la literatura argentina en el último suspiro del siglo XX, una novela que entronca con la ubérrima tradición barroca, especialmente con el catedralicio Lezama Lima. Y enriquece Laiseca ese clasicismo hispanoamericano con un procedimiento delicioso: el realismo delirante.

La obra despliega, con amorosa atención a los detalles, un universo alternativo. El mundo del esoterismo, la magia negra, los sortilegios, las fuerzas ocultas. La lucha entre iniciados es implacable, en cualquier circunstancia, incluso en la pizzería de la esquina o en una fraudulenta fiesta de casamiento. Animales, sudras y cudras, máquinas, gólems, látigos astrales, vurros (si te agarran te perforan el ojete), se movilizan contra el adversario. Tres respetadísimos maestros, especialmente un tal De Quevedo, intentan salvar al Gordo Sotelo de una ofensiva descomunal de las fuerzas oscuras, que lo llevan al loquero, le provocan impotencia, intentan exterminarlo. ¡Otra que Foreman-Ali! Ese combate entre pesos pesados nos tienen aferrados de las solapas durante cientos de páginas. El telón de fondo es la lucha primordial entre los paladines del Ser y los esbirros del Anti-ser. Toda la realidad se incluye en la dicotomía. Parodia, es el nombre del juego.

Imagínese un torrente caudaloso, digamos el Paraná con una creciente histórica. Un río de palabras que amenaza con sofocarte. El río lleva de todo, ahí está su grandeza. En los camalotes que bajan raudos, don Laiseca mete, por ejemplo, una teoría literaria (el arte neutrónico, pinche aquí); una meditación sobre dos infames instituciones, la cárcel y el manicomio; máximas inteligentes sobre el arte de vivir; Alta y Baja Filosofía, etc, etc. Hay mil observaciones sabias, aun teológicas. Hay momentos en que la erudición de Laiseca, su sutil sentido del humor, su gigantesca curiosidad intelectual fuerzan a pensar que estamos ante el Pynchon latinoamericano. 

Hoy, cuando sólo la mediocridad ingeniosa es bienvenida, vengo a reivindicar a un novelón de no fácil lectura. Las casi ochocientas páginas de la aventura laisequeana son un desafío imponente, exigen un lector sin prisas, incluso creativo. Se debe leer con un lápiz en la mano. Los pseudocríticos de los diarios o la academia -gente más bien perezosa o urgida por publicar para cobrar una miserable pitanga- no pueden darse el lujo de invertir semanas, meses, en novelas como ésta. Quizás por eso no haya sido ovacionada, hasta donde yo sé, como se merece. No obstante, después de una fascinante experiencia de lectura, sostengo que EJdlMP debe quedar. Laiseca va a quedar.

Guillermo Belcore

Calificación: Excelente