domingo, 29 de abril de 2018

Entrevista con la historia

¿Se ha visto alguna vez un rostro tan triste como el del rey Hussein de Jordania?”Oriana Fallaci 

Doy fe de que el periodismo ha gestado alguna de las mejores páginas de la Alta Literatura. Después de haber leído las columnas de Chesterton, los sueltos de Borges y Fogwill, los reportajes (en el sentido español) de Orwell y los artículos de Steiner he llegado a tal conclusión. Al fin y al cabo -y no me canso de decirlo- no existen los géneros o subgéneros menores; existen buenos o mediocres escritores. Punto. 

Añádase a la colección de gemas del periodismo las radiografías que la señora Oriana Fallaci (Florencia 1929-1986) reunió en Entrevista con la historia, entregado a la imprenta en 1974 y reimpreso luego en decenas de oportunidades (una edición corregida y aumentada de 615 páginas, la de Noguer, es la que llegó a mis manos). Aún hoy es un placer enorme leerlo por varias razones, una de las cuales es que contiene algunos de los mejores retratos de estadistas que se han compuesto desde la invención de la tinta y el papel. 

Cada retrato antecede a una entrevista (veintiséis en total) que Oriana realizó entre 1969 y 1976 a personajes de primera línea de la escena mundial para el periódico L‘Europeo. “Veintiséis monstruos sagrados de espaldas a la pared”, como apuntó el crítico Michele Prisco. 

El valor histórico de cada capítulo es excepcional. Y en conjunto conforman una agudísima reflexión sobre los mecanismos de poder. Pero la erótica literaria se encuentra en los detalles que van apareciendo. Se detiene en los ojos del general Giap, por ejemplo, “los ojos más inteligentes que quizás haya visto jamás”… (los de Yasser Arafat, por cierto, eran hipnóticos cuando no estaban ocultos tras las gafas negras; los de Giulio Andreotti despedían un relámpago de hielo que la dejaba aterrada de sólo recordarlo). Y en la voz monótona, triste, siempre igual de Henry Kissinger que extrañamente no movió la aguja del magnetófono durante toda la entrevista: 


 “¿Conocen el rumor obsesivo, martilleante, de la lluvia que cae sobre el tejado. Pues su voz es así. (…) Todo está calculado en él; como el vuelo de un avión conducido por un piloto automático. Pesa cada frase hasta el miligramo”…

QUE MUJERES


De la atenta lectura del volumen surge que si hay algo que cautivaba al espíritu libre de Oriana son las mujeres poderosas, las que han logrado doblegar al imperio universal del macho. Golda Meir e Indira Gandhi, en particular, recibieron pues un tratamiento favorable a más no poder. La propia periodista, incluso, admite su descarada falta de objetividad: 


“En una época avara en que los líderes que tienen en sus manos el destino del mundo, salvo dos o tres casos, parecen los apóstoles de lo gris y lo mediocre, Indira se destaca como un caballo de raza…” 

Dos datos curiosos. La entrevista con la estadista israelí debió repetirse, porque en Roma le rapiñaron las cintas de su hotel cuando había salido a comprar un bocadillo. Fallaci culpó a Kadafi por el robo. Después del encuentro en Nueva Delhi, por otra parte, el presidente de Pakistán, Ali Bhutto, la invitó de inmediato a Rapalwindi para darle su propia versión de los dramas del subcontinente. El sueño de todo periodista: que sean las propias personalidades del poder las que te busquen para hablar a corazón abierto.     

Decía Chesterton que uno de los juegos favoritos de la humanidad es burlarse de los profetas. Hay un agrado adicional en el volumen: descubrir los pronósticos fallidos. Willy Brandt vaticinaba que la reunificación alemana no se produciría antes de setenta años. El sha de Irán estaba convencido de que su monarquía duraría mucho más tiempo que la democracia occidental. El comunista Santiago Carrillo aseguraba que una huelga general tumbaría al decrépito Franco. ¡Qué iluso! Yo no veo solución alguna al sudesarrollo en el capitalismo, sentenciaba Don Helder Cámara, otra necedad.

La Falaci de este volumen, hay que aclararlo, no tiene la lucidez ideológica de sus obras tardías. La riña exasperada y exasperante con William Colby, ex mandamás de la CIA, delata su ceguera ante el fenómeno del comunismo europeo, títere de la Unión Soviética, a pesar de los esfuerzos por mostrarse independiente. “Debajo de los discursos tácticos, se esconde una declaración estratégica”, le advertía el caballero estadounidense, con razón. Con un toque siniestro y palabras de Jefferson, Colby justificaba en 1976 el asesinato de Salvador Allende: “El árbol de la libertad ha de ser regado cada veinte años con sangre de tiranos”. Amparaba a Pinochet, porque claro, nada podía ser peor que una dictadura comunista, de la que nunca se había vuelto (¡otra predicción equivocada!). El rencor de Oriana, no obstante, no se explica sólo por simpatías izquierdistas. La periodista sospechaba que la inteligencia americana estaba vinculada con la sospechosa muerte de su amado, el dirigente griego Alejandro Panagulis, a quien también había entrevistado años antes.

Corran a comprar el libro, nuevo o usado. Es fascinante.
Guillermo Belcore


Calificación: Excelente


martes, 24 de abril de 2018

El invierno del lobo

Antes de la Cruz y la Redención, los hombres adoraban a deidades famélicas que exigían, a cambio de favores, una ración de sangre, humana incluso. Como el Hombre Verde, una voracidad malévola dotada de forma vegetal. El culto proviene de la Vieja Europa; sus seguidores se autodesignaron la Familia del Amor. Perseguidos en Inglaterra, los sectarios emigraron a América; piedra a piedra cargaron en los barcos una Iglesia contaminada con imágenes paganas. El espíritu infernal viajó con ellos. Se establecieron en los bosques de Maine y fundaron la localidad de Prosperous. Sus descendientes, mucho más afortunados que la media estadounidense, mantuvieron la pureza étnica y el pacto de Northumberland: cada tanto arrojan a un muchacha del exterior a un agujero en el cementerio a modo de alimento.

Un Pueblo Maldito, el formidable adversario de Charlie Parker y sus dos asesinos de confianza (Louis y Angel) en su décimocuarta andanza. El invierno del lobo fue entregado a la imprenta en 2014. El detective privado investiga la muerte de un mendigo muy peculiar (Jude apareció colgado pero sólo las autoridades concluyen que fue suicidio) y la desaparición de la hija del indigente. La chica, al parecer, había conseguido trabajo en Prosperous. Qué mala suerte.

Una comunidad endogámica, anclada en el pasado, con muy feas tradiciones, adoradores de un demonio es pues el eje de las últimos dos libros de John Connolly (pinche aquí). Se trata de novelas tan policiales como fantásticas. Un híbrido muy bien logrado. Lo confieso: Connolly es uno mis autores favoritos.

En primer lugar, me agradan sus indagaciones teológicas. Como buen irlandés católico establece una verdad histórica: las herejías han causado siempre más daño que las religiones tradicionales. También desliza un pensamiento esotérico inquietante:  los hombres crean a los dioses en igual medida, si no más, que los dioses crean a los hombres. Ergo, los dioses pueden morir. Es la fe lo que les otorga poder. Fascinante, ¿verdad?


En paralelo al combate contra los familistas y los rostros foliados de la Santa Capilla de la Congregación de Adán antes de Eva y Eva antes de Adán, operan tras las bambalinas criaturas escalofriantes que forman parte de la mitología Connolly: el Coleccionista, los Hombres Huecos, el Cambión, los Patrocinadores, que intentan despertar a un divinidad dormida. El detective es una Fuerza de la Luz. Se lo conoce y teme por su eficacia para airear secretos enterrados y aniquilar a sus enemigos. Ha sido tocado por el Divino, reconocen los malos con admiración. Pero en esta ocasión a Parker lo cosen a balazos…

Digamos una vez más que Connolly es un magnífico constructor de villanos. Sus personajes son rotundos, con una doble excepción: Luis y Angel, los sicarios de Parker, una pareja homosexual de contornos no bien definidos. Sus diálogos son sosos, pero se trata de un caso aislado. El literato, por lo demás, siempre quiere enseñarle algo a sus lectores. En esta ocasión, sale en defensa de los sin techo: vivir en las calles es un trabajo agotador del que casi nadie puede escapar.

A esta altura, hay que reconocerle a Connolly que ha logrado el tono justo de la novela negra, con su ironía, su sarcasmo, sus réplicas ingeniosas, sus metáforas para coleccionar. Además nunca es aburrido y ha creado un ambicioso universo fantástico. Falta de ambición, radix omnium malorum. La raíz de todos los males de la literatura moderna.
Guillermo Belcore

Calificación: Muy buena

PD: En este blog se han aplaudido otras novelas y cuentos de Connolly.
1 - http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2013/12/nocturnos.html
2 - http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2008/11/los-atormentados.html
3 - http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2015/03/cuervos.html

lunes, 23 de abril de 2018

Leer como niños (a Neil Gaiman)

Los cuentos de hadas son más que ciertos. No porque digan que existen los dragones, sino porque dicen que se los puede derrotar.
G. K. Chesterton

Para disfrutar de las obras de Neil Gaiman (Porchester, 1960) hay que aceptar una premisa de hierro: ahí afuera existe un multiverso, relumbrante y mágico. Están los Angeles, los Dioses del Caos y los Señores del Orden. Están las razas antiguas, altas pálidas y élficas y los reinos jóvenes. Están los trolls y la gente, como nosotros, aburrida, estúpida y normal. En términos borgeanos, es una literatura que exige completa suspensión de la incredulidad. Compórtate como un niño con el libro y serás recompensado. Gaiman es uno de esos autores dignos de confianza, que creen que no debe haber nada oculto baja la superficie de una buena historia.

El sello Salamandra reimprimió ahora Humo y espejos (395 líneas) una colección de cuentos publicados entre 1985 y 1998, la mayoría en antologías específicas (para una de relatos sobre el Santo Grial, otra sobre Navidad, otra sobre la revista Penthouse, otra con relatos de cien palabras, otra más sobre el sexo, etc, etc.).

Descubrimos pues un Gaiman inexperto que, mientras buscaba sus propia imaginería, se ganaba la vida reescribiendo clásicos, como El retrato de Dorian Gray o las pesadillas horrorosas de Lovecraft. Y no lo hacía mal. Realmente, nadie que lea el magnífico Nieve, cristal y manzanas (oímos la atormentada voz de la madrastra) volverá a sentir simpatía -ni siquiera piedad- por Blancanieves y sus infames siete enanos.

El volumen tiene dos puntos flacos. El primero es cierta veta costumbrista, que allí donde aparece nunca levanta vuelo. Por fortuna, sólo lastra uno o dos cuentos. En segundo lugar, los ocho relatos en verso hacen rechinar los dientes. Una de dos. Exigen una traducción más competente (un poeta, sobre todo) o definitivamente Gaiman solo nació para la prosa.

Hecha esta salvedad (doble), digamos que la recopilación atesora entre diez y quince cuentos, entre buenos y excelentes (de un total de treinta), algunos, incluso, con sentido del humor. El recurso de añadir un elemento fantástico a una narración convencional es la piedra de toque del libro. Por ejemplo, una familia adopta un gato negro; poco después descubre que la protege del Diablo y la Mala Suerte. Otra se va de picnic al fin del mundo. Literalmente. Un remedio para curar el cáncer provoca -como efecto secundario- cambio de sexo.

Al parecer, hay una pregunta de los periodistas o de los lectores que Gaiman detesta con toda su alma: "¿Cómo se le ocurren a usted estas cosas?". Es que no sabe bien qué decir a los curiosos. "Confluencia", es una respuesta de compromiso."De pronto, las cosas encajan. Se reúnen los ingredientes adecuados y ¡abracadabra!". La magia de la buena literatura.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: bueno

PD: En este blog, se elogiaron otros dos libros de Gaiman:
1) Un libro de cuentos http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2017/04/material-sensible.html

2) Y una novela http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2017/09/neverwhere.html

sábado, 14 de abril de 2018

La chica del tambor

No hace falta leer a Neil Gaiman o a Stephen King, para percatarse de que por debajo de la realidad cotidiana -donde moramos la personas aburridas- existe otro mundo fascinante, aunque no fantástico: el inframundo de los servicios secretos. Se rige, como es sabido, no por la ética o la moderación, sino por una letal búsqueda de la eficacia para que los Estados puedan cumplir sus objetivos, en el mejor de los casos, no reprobables. Es una tarea sucia, más roñosa que la bodega de un carguero.

Quien mejor ha explorado esas catacumbas hediondas es un ex diplomático de la Gran Bretaña, cuyas novelas -mitad ficción, mitad documentales- han recibido la bendición del público y la crítica. Es decir, son muy entretenidas y no resignan calidad literaria. Hablamos, naturalmente, de John Le Carré (Dorset, 1931).

En 1982, Le Carré publicó La chica del tambor. Encontré un ejemplar en buenas condiciones, con tapa dura (Emecé Editores, 555 páginas) y precio insignificante en el segunda mano del Ejército de Salvación. Qué maravilla. Hoy puedo afirmar que se trata de la mejor novela que le he leído a un autor imprescindible. La traducción de Daniel Zadunaisky, para mejor, es impecable. La erótica de la obra llega intacta a nuestras manos.

La trama encara el sórdido conflicto entre Israel y los palestinos. Volvemos a la década del ochenta. Una célula árabe utiliza chicas occidentales para derramar sangre judía en Europa: entre otras atrocidades, vuelan la casa del agregado laboral israelí en Bonn. El Mossad secuestra a una insensata actriz británica, ‘Charlie La Roja’, y la induce a infiltrarse en el grupo terrorista; debe representar el papel de amante secreta de un joven palestino muerto, con el fin de atrapar al hermano de éste, el cerebro de la banda. “Si quieres atrapar un león, primero debes atar una cabra“, es la premisa del plan, un asombroso mecanismo de relojería, que a primera vista parece inverosímil. El suspenso está bien dosificado.

Es excelente el libro por varias razones. En primer lugar, ofrece información precisa sobre asuntos candentes, muchas veces de primera mano. Se nos ilustra sobre la política interior de Alemania (Le Carré sirvió como funcionario del Foreign Office en Bonn y Hamburgo), el reclutamiento de agentes israelíes en Occidente, la construcción de bombas caseras, los campamentos palestinos en Líbano, las intrigas en Jerusalén el seno de los servicios de inteligencia (la vieja guardia europea vs. el ejército de expertos campamentos origen local), y entre éstos y los políticos que prefieren los bombarderos indiscriminados (en el Líbano ayer, en Gaza hoy) a luchar contra el enemigo usando la sesera. Muy inspiradora es la crítica a los pseudointelectuales que abrazan las causas del izquierdismo radical, producto, por lo general, de un trauma o una carencia psicológica. “Los rebeldes sólo ansían una más cómoda conformidad”, apostilla. 

Otra virtud es que si prácticamente todos los personajes son rotundos, los espías israelíes resultan memorables. En primer lugar, Marty Kurtz, “veterano de todas las guerras desde las Termópilas”, director de orquesta en la ‘operación Charlie‘, maestro del engaño, un inquisidor que postula que la tortura es contraria a la ética y al espíritu de su profesión de interrogador. “Esforzaos es utilizar la violencia contra la mente y no contra el cuerpo”, postula.

También atrapa nuestra imaginación, Gary Becker, mítico comando de elite, ángel exterminador entregado a la limpieza de los verdugos de los judíos, con mil cicatrices en el cuerpo y en el alma. En realidad, es un escalador que se ha hartado de las montañas. Construye con la pobre inglesita (pacientemente le lava el cerebro) una tortuosa historia de amor. Los cambios de decorado, por cierto, son frenéticos: Bonn, Munich, Jerusalén, Berlín, la frontera turcogriega, la isla de Mikonos, Atenas, Londres, Tesalónica, Salzsburgo, Beirut, Sidón… ¡la novela no se queda quieta!

JUEGO LIMPIO

Hay que destacar el fair play del Le Carré. Su enfoque moral resulta inexpugnable. Los dos puntos de vista están bien desarrollados. Ambos exhalan angustia. Si por un lado, alguien nos dice esta gran verdad: “si los dejarán en paz, los israelíes no matarían a un solo palestino en lugar alguno”; varias páginas más adelante se nos recuerda que “el acto más cruel y burlesco de los últimos treinta años es que el Estado de Israel ha convertido a los palestinos en los nuevos judíos de la historia”. Saque usted sus propias conclusiones.

De la prosa, algo debemos decir. Tiene dejos de Graham Greene y de Doris Lessing en sus brillantes indagaciones. Tiene profundidad psicológica y emplea la ironía y el sarcasmo, lo que es siempre señal de inteligencia. Le Carré no tiene prisas, se toma todo el tiempo del mundo para los interrogatorios, los estados de ánimo, las entrevistas. Fondo y forma son, en síntesis, un conjunto armonioso que hacen fluida y placentera la lectura. La novela ha superado airosa el paso del tiempo. La guerra en Medio Oriente continúa.
Guillermo Belcore

Calificación: Excelente

PD: La novela ha sido llevada al cine en 1984 e inspiró una miniserie de la BBC, aún no exhibida. Prefiero no verlas.

jueves, 12 de abril de 2018

'O mecanismo', una serie esclarecedora


Ficha técnica:


Dirección: José Padilha (piloto), Felipe Prado (2 episodios), Marco Prado (3 episodios) e Daniel Rezende (2 episodios)Guión: Elena SoárezElenco: Selton Mello, Caroline Abras, Enrique Díaz, Lee Taylor, Jonathan Haagensen e Otto Jr.Nacionalidad y lanzamiento: Brasil, 23 de marzo de 2018 en Netflix (mundial)


Después de atizar a las aerolíneas de bajo costo y a los créditos UVA, el kirchnerismo recalcitrante ha encontrado un nuevo enemigo: Netflix. La muchachada militante está indignada (como sus primos populistas de Brasil) con la presentación de una miniserie esclarecedora, proveniente del país vecino, que desnuda el mayor robo de dinero público que ha sufrido América latina durante este siglo. Es decir, se han enfurecido porque O mecanismo detalla en los ocho capítulos de la primera temporada la complicidad de Lula y Dilma con el Petrolao.

La tesis -inobjetable- de la tira es que la corrupción no tiene ideología y que los políticos nac & pop, que supuestamente iban gobernar de manera distinta, no son éticamente mejores que los de la derecha pura y dura. Esa insoportable superioridad moral con la que gusta pavonearse el progresismo es un fraude (como la fortuna de Lázaro Báez).

En líneas generales, la miniserie se apega pues a la verdad histórica; las diferencias -una frase que en realidad Lula no dijo, por ejemplo- se encuentran sólo en los detalles. La libertad creativa se expresa en uno o dos anacronismos, en algún caracter magnificado, se incorporan los consabidos desahogos sentimentales, y se modifican ligeramente los nombres. Por ejemplo, Dilma Rousseff es Janete Ruscov y el intrigante Michel Temer se llama Samuel Thames. Todos los personajes significativos de la pantalla tienen su correlato en la política de Brasil de los últimos diez años.

O mecanismo es una creación del talentoso cineasta Sergio Padilla (Narcos y Tropas de elite). Las actuaciones son soberbias y no se escatimaron gastos para la factura de un producto de alta calidad. Para quien esto escribe, la realidad narrada es siempre más interesante que la fantasía. Seguimos paso a paso el proceso policial y jurídico conocido como Lava Jato que -para bien de toda América latina- concluyó en el encarcelamiento de peces gordos de la política (tanto de la derecha como de la izquierda) y de los negocios. El suspenso lo aportan las maniobras de los canallas para librarse del castigo. La tensión nunca decae. Concluye la primera temporada, con los sucios esfuerzos para asegurarse la impunidad de Marcelo Odebrecht, el titular de la mayor constructora del cono sur, hoy un verdadero emblema de la podredumbre latinoamericana.

El thriller político, que ha sido comparado con The Wire, establece:

* Durante los mandatos de Lula y Dilma, Petrobras se convirtió en la caja de financiación de los grandes partidos de Brasil. El PT y el PMDB (su principal aliado durante diez años) controlaban direcciones estratégicas de la petrolera estatal que recibían, en carácter de soborno encubierto, el 1% de los grandes contratos con empresas privadas. 

* El mecanismo es un circulo vicioso: los gobernantes electos por el pueblo designan a los directores de Petrobras que a su vez amañan los contratos con los colosos de la construcción en Brasil. Los empresas resignan parte de ese dinero mal habido, que termina en las arcas de los partidos políticos. 

* Intermediarios, cambistas, entregaron a los dirigentes políticos enormes maletas repletas de dinero.  

* El circulo vicioso se reproduce en corruptelas domésticas, de bajo monto. Es un cáncer que hizo metástasis. Y los que luchan contra él cáncer, no salen indemnes. 

* Lula recibió un triplex de una de las constructoras favorecidas con contratos inflados.

* El líder de la oposición derechista, Aecio Neves es, incluso, más enviciado que los gerifaltes del PT. Junto al vicepresidente Temer maquinó la destitución de Dilma, con el apoyo decisivo de la prensa.

* La política en Brasil es una guerra de pandillas. Cuando algo se mueve es porque a una de las facciones le conviene.

* La fuerza motriz del Lava Jato fue un puñado de policías honrados, dos fiscales ambiciosos y el valiente (aunque algo presuntuoso) juez Sergio Moro que desde una capital de provincias (Curitiba) cambiaron -para bien- nuestra historia. 

A ver, gente, si logramos dimensionar la audacia: un magistrado probo de la remota Maringá puso de rodillas a los malandras más poderosos de Brasilia, San Pablo y Río de Janeiro. Moro es el verdadero héroe de este lío. 
Guillermo Belcore

Calificación: Muy buena



lunes, 2 de abril de 2018

Tiempos oscuros

"Hay un tipo de maldad que ni siquiera se opone al bien, porque el bien es irrelevante para ella. Es una abyección que radica en el corazón de la existencia, que nació de la naturaleza misma del universo. Está en la descomposición hacia la que tienden todas las cosas. Existe, y siempre existirá, pero al morir la dejamos atrás".
 J.C.

El Tajo es un fenómeno aberrante en el distrito más pobre (Plassey County) del estado más atrasado (Virginia Occidental) de la Unión. Una comunidad endogámica, que desciende de doce familias de colonos escandinavos del siglo XVIII, prospera en ese valle minero gracias al latrocinio sistemático. Sus hombres no titubean en quemar vivo a cualquier incauto que amenace el feroz aislamiento. Adoran a una criatura infernal: el Rey Muerto.

Con los atroces pecados de El Tajo deberán lidiar el detective privado Charlie Parker y los dos ángeles de la muerte que lo secundan. Sus caminos se han entrecruzado a raíz de una venganza implacable que el líder de la secta, Oberon Olhouser, aplica sobre un pobre diablo que osó defenderse con balazos y buena puntería de dos de los hijos del gánster durante un asalto en Maine. 

La cena está servida y es muy sabrosa. Es probable que Tiempos oscuros (Tusquets, 477 páginas), decimoquinta entrega de las andanzas de Parker, sea el mejor libro que haya escrito John Connolly (Dublin, 1968). Al menos, es el mejor que le ha leído el autor de este artículo a un novelista concienzudo que ha renovado el género policial mediante la delicada incorporación de elementos fantásticos y teológicos, y cuyo prosa es, a esta altura, más estadounidense que las hamburguesas de McDonald"s pero con un leve toque exótico. El placer de un buen escritor en su plenitud artística.

VARIAS LINEAS

Relumbra la obra, sobre todo, por los relatos paralelos, es decir por la habilidad del literato para manejar varias líneas argumentales, algunas de las cuales provienen de libros anteriores. Charlie Parker se ha convertido en un arma en manos de un Dios invisible. Tiene el cuerpo dañado, aún no se ha recuperado del todo del sufrimiento que le produjeron las múltiples heridas de bala. Es un hombre que volvió de la muerte, pero si de verdad los ojos son las ventanas del alma, los del investigador arden con un fuego nuevo. Se convirtió en un cazador, sus presas son hombres cuya depravación escapa de lo humanamente comprensible. El FBI le paga pero no lo hace por dinero. Lo acompañamos a Champaign, Illinois, para atrapar in fraganti a Roger Ormsby, un vampiro emocional, cuyo sadismo refinado se inspira en las dictaduras militares de Chile y la Argentina: con la desaparición de niños quiere causar daño de forma lenta y concienzuda a lo largo de décadas a los padres. Siniestro, ¿verdad?

La línea principal de acción es, como se dijo, la que deriva de El Tajo, pero además una entidad sobrenatural se ha despertado, Abadón, el dios de las Avispas. Jennifer Parker, la hija muerta del detective, envía mensajes desde el más allá. Las novelas de Connolly son góticas, en el sentido de que los fantasmas están siempre presentes. Sólo algunos desdichados pueden percibirlos.

Connolly es un maestro en el arte de componer villanos escalofriantes. Lo único que puede reprochársele es que liquida demasiado pronto a personajes promisorios que si bien cumplen un papel secundario atrapan nuestra imaginación, como el propio Ormsby o Gideon Hobbs del feudo sureño, "un insecto palo al que se le hubiera dado forma humana". También merece elogios el autor por la fuerza de las escenas. Las últimas ciento cincuenta páginas de Tiempos oscuros, una verdadera carnicería, magnetizan los dedos, se devoran con fruición. Qué potencia narrativa. 

Viene salpimentada la trama con mucha información, retratos minuciosos, subhistorias que casi siempre involucran actos menores de depravación y observaciones inteligentes, es especial sobre uno de los mayores misterios de la humanidad: la naturaleza del mal y su relación con el Creador. No existe vate irlandés de valía, al parecer, que en algún momento de su obra no se haya interrogado sobre la presencia de Dios. Irlanda es una isla intensa y poéticamente religiosa, sus escritores combinan realismo con misticismo.

Por otro lado, si uno mira con atención el mapa de Virginia Occidental llega a concluir que el Plassey County de la ficción es el Pleasants County de la vida real, a un escupitajo de distancia de Ohio. El corazón del resentimiento blanco. En 2016, Donald Trump obtuvo el 74,9 por ciento de los votos.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy bueno

PD: En este blog, se han comentado otras obras de Connolly:
1 - Un libros de cuentos:
 (http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2013/12/nocturnos.html)
2 - Y dos novelas:
http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2008/11/los-atormentados.html
http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2015/03/cuervos.html