Es posible que Jorge Luis Borges haya depurado a la literatura argentina de fealdad y torpeza, al menos hasta el día de hoy, cuando su poderosa sombra casi se ha desvanecido y se puso de moda nuevamente el vicio de escribir mal. Digo esto en relación a una novela del Centenario que me ha cautivado, incluso por sus disparates que son legión y evidentes. Manuel Gálvez publicó Nacha Regules años antes de Borges. Por ello, pudo infligirle a sus lectores expresiones arltianas como “las lágrimas hacinábanse en sus ojos” o “el dolor desenclaustró (!!!) del alma de Monsalvat palabras consoladoras que él mismo no sabía de donde las sacaba”…
Establece Abelardo Castillo -un crítico excelente- en su último libro que no se trata de una tara argentina: en esa época el novelista en español promedio escribía de manera afectada y defectuosa. Existía, además, cierto gusto enloquecido por la sinonimia que llevaba a emplear, por ejemplo, vocablos espantosos como “soliloquiar”. Pecados venales. Sirva esta entrada, en todo caso, como segunda recomendación de la novela de Gálvez. El lector tropieza también con pasajes de ruda belleza y de esclarecedor valor sociológico, como el que quisiera compartir con los amigos del blog.
En la página veintiséis, hay un párrafo fascinante de Gálvez que demuestra que el barrabrava (compadrón o rastacueros, lo llamaban por entonces) es una institución nacional, un producto típico de la Argentina, como el dulce de leche o los políticos ineptos:
“Individuo de esos que abundan entre la gente porteña. Rastacueros, exhiben sus pesos y sus mujeres. Viven maritalmente con una muchacha bonita, pues si así no lo hicieran, si no tuvieran “hembra” se sentirían sin prestigio. Pasan las noches en los teatros y cabarets con otros amigos y sus queridas. Beben champaña, hacen ruido, molestan, hablan a gritos, “titean” a algún “candidato” ocasional. Son rumbosos, agresivos, audaces. ¡Cuidado del que mire a sus mujeres! El revólver les abulta el muslo derecho y es habitual apéndice de su mano. A las mujeres las tratan sin delicadeza, ni ternura, ni simpatía humana. Y sin embargo, las mujeres se ligan fuertemente a ellos, tal vez porque los consideran “muy machos”, porque saben lucirlas y porque la violencia del instinto es tan grande en ellos que les hacen inagotables en el amor. Algunos de estos patoteros tienen un título de abogado, o llevan un apellido notorio. Son todos carreristas y jugadores. Viajaron por Europa, injuriando, con su arrogancia y su rastacuerismo, a las gentes civilizadas. En París, iban siempre acompañados de prostitutas, y escandalizaban en tabernas y cabarets para mostrar su gracia y su coraje criollo. Mezcla de bárbaros y civilizados, de compadritos y personas decentes, constituyen la descendencia urbana de Juan Moreira. Seres sin escrúpulos, ni moral, ni disciplina, no tienen otra ley que la de su capricho”.
PD: Quien desee ampliar la información puede pinchar aquí.
querido ASTERION.
ResponderEliminares lamentable todo lo que tiene que ver con el barrabrava.
Creo que ARGENTINA debe cambiar 180 grados en esto.
TOLERANCIA CERO CON ESAS CONDUCTAS.
Estoy realmente muy cansado por ser señalado como COMPATRIOTA de esos SIN LEY.
En definitiva, sea por el futbol, o por cualquier otra cosa, ellos buscan HACER PROBLEMAS, ROMPER COSAS.
A LA CARCEL CON ELLOS.
SIN PIEDAD.
ALE
desde chile
Enriquecedor blog, lo acabo de conocer vía Mitakuye Oyasin.
ResponderEliminarUn placer, saludos Guillermo