Tercera ley de la literatura
Imagina que tienes veinte años y pierdes la cordura. Decides que sólo vas a leer en los minutos que te reste de vida a los autores cuyo apellido comience con la letra hache: Heráclito, Homero, Hesíodo, Horacio, Hume, Hölderlin, Hugo, Heine, Hegel, Hüsserl, Heidegger, Bartolomé Hidalgo, José Hernández, Hudson, Tomas Hardy, Hemingway, Huxley, Habbermas, Patrick Hamilton, Handke, Havel, Felisberto Hernández, Vicente Huidobro, P. Henríquez Ureña, Heaney, Hobsbawm…
No te alcanzará la vida para cumplir ese delirio. Obviamente, hablo de leer en serio, subrayando, meditando, garabateando notas, agotando la obra y releyendo.
Uno puede ser culto y feliz con esto, como son felices esas personas que optan por practicar el sexo con un diminuto número de personas. ¿Puede extraerse una hipótesis de ello? Creo que sí: todo intento de lectura sistemática está condenada al fracaso. La Alta Literatura es, por fortuna, un tesoro inagotable, al menos en términos humanos. Sólo por eso, concluyo, vale la pena intentar subsistir hasta los cien años.
G.B.
PD: Olvide incluir a Thomas Harris, así nuestro loco puede solazarse con el doctor Hannibal Lecter... Ha,ha,ha...
Creo que, más o menos, opinas lo mismo que yo cuando sostengo que varias personas pueden tener los mismos gustos y pasarse la vida leyendo sin coincidir en casi ningún libro. No por nada, sino por lo inagotable de la cantera literaria. Obviamente, lo más seguro es que coincidan en algunos, aunque no en tantos como se piensa, pero más por modas y políticas editoriales que por probabilidades reales. Lo que pasa es que, en un momento dado, todo lo escrito no está disponible, que si no...
ResponderEliminar100% de acuerdo.
ResponderEliminar