Jeremy Rifkin
Primero anunció el fin del trabajo. Luego predijo que Europa se convertiría en la superpotencia dominante. Ahora el profesor Jeremy Rifkin quiere que creamos que la hecatombe del capitalismo está a la vuelta de la esquina. Se trata de un cambio de paradigma, en el sentido que le dio Thomas Kuhn a esta palabra. La llamada Internet de las cosas (IdC) está generando la Tercera Revolución Industrial, cuyo rasgo primordial es una economía de la abundancia pues el aumento extremo de la productividad hará que el costo marginal de producir muchos bienes y servicios será casi nulo. Los países se librarán, por fin, de la tiranía de la escasez.
El último ensayo de Rifkin, gurú de las nuevas tecnologías y sociólogo al voleo, es de un optimismo tan rampante que causa la misma incomodidad que el alarmismo de su primera obra. Si el calentamiento global o un devastador ataque ciberterrorista no nos regresa a la edad de piedra, nos aguardaría en este siglo una edad de oro, en la que el "procomún colaborativo sin fines de lucro" (el concepto mas importante del libro) organizará la vida económica de una humanidad renovada. Las relaciones capitalistas, profetiza, serán absolutamente marginales. Los mercados cederán terreno frente a las redes. La mano tendida de los nuevos empresarios sociales reemplazará a la mano invisible, anacrónica, de Adam Smith. Amén.
Más allá de la exactitud (y la verosimilitud) de las profecías, el libro es sólido en la descripción de algunas tendencias que transcurren frente a nuestros ojos azorados y aún resultan difíciles de entender por falta de perspectiva. Resulta valiosa además la condena bien fundamentada del materialismo imperante. Es éste, para redondear, uno de esos textos heterodoxos que siempre dejan algo en que pensar al lector.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Bueno
PD: Aquí un fragmento del libro:
2 comentarios:
¿Puede elaborar optimismo rampante? Gracias
Interesante hipótesis aunque, creo que de llegar a un sistema sin fines de lucro, se perdería el incentivo para el desarrollo e irremediablemente volveríamos al paleolítico.
Saludos, Harry!
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