Henry Kissinger no sólo fue el estadista que condujo la política exterior de Estados Unidos entre 1969 y 1977 (e influyó tras las bambalinas desde entonces) y en ese lapso consiguió la proeza de consolidar la fractura del mundo comunista; también fue un pensador sofisticado que escribió colosales tratados con la Historia sentada en su regazo.
Dos libros del erudito puede recome
ndar el autor de estas líneas. Son esenciales para el interesado en los asuntos mundiales. El primero es Diplomacia, un ensayo majestuoso entregado a la imprenta en 1994 que abarca desde el cardenal Richeliu hasta Ronald Reagan, aunque se centra en los últimos doscientos años. Examina las relaciones internacionales desde el prisma de un teórico (y firme defensor) de la realpolitik y el balance de poder de las grandes potencias.
Kissinger era un amoral. Admiró a Metternich, a Bismark, a Stalin y a Churchill pues siempre consideró que el interés nacional está por encima de cualquier consideración ética. Si es necesario derramar sangre para servir a los intereses de la Nación, se hará.
Naturalmente, hay algo siniestro en la admiración que el señor Kissinger profesaba por los esos hombres de Estado que han demostrado una eficacia extraordinaria (y pocos escrúpulos) para ampliar el poder nacional. Como Mao Zedong. Desde cualquier perspectiva moral, fue un monstruo; sus decisiones causaron la muerte de millones de personas. Pero el apóstol de la revolución permanente sentó las bases para el resurgimiento de China, lo cual es motivo para que el ex secretario de Estado de Richard Nixon justifique, incluso, la infame Revolución Cultural en otro de sus ensayos imprescindibles: China, publicado en español por la editorial Debate hace una década.
El libro narra el auge, la decadencia y el resurgimiento de una Nación-continente que en dieciocho de los últimos veinte siglos fue la más rica del globo. Es muy posible que la obra se convierta en un clásico. Se forjó con una impresionante bibliografía, documentos hasta ayer secretos y la experiencia personal de un hombre público que piloteó algunos de los acontecimientos más trascendentes de los últimos cuarenta años, en particular la sorprendente reconciliación (y alianza flexible y duradera) entre el paraíso del capitalismo y el país con el comunismo más virulento. El colosal caudal de información que aporte el ensayista es tamizado por una visión ideológica que -guste o no- da el conjunto una sólida coherencia. Como dijimos, Kissinger defiende como verdad manifiesta que para el Príncipe no debe existir nada más importante que la Razón de Estado.
Confucio ha vuelto, es la segunda tesis de China, libro que recomendamos con firmeza. Pekín es de nuevo el centro del universo y la civilización oriental despierta, una vez más, respeto y admiración. Hoy, gran parte de la salud económica del mundo depende de los resultados del milenario Reino Medio, un lugar donde el tiempo tiene un significado distinto al de Occidente, nos advertía Kissinger que en los últimos años medió entre Joe Biden y Xi Jinping para que no se destruyese la alianza estratégica que él había forjado en los setenta.
EL TERCER LIBRO
Nos gustaría señalar un tercer libro para explicar al colosal Kissinger, pero desde una perspectiva más pedestre, no despojada de rigor profesional y belleza expresiva. Nos referimos a Entrevista con la historia (1), una galería de retratos de estadistas que compuso la señora Oriana Fallaci (Florencia 1929-1986).
Uno de los capítulos de ese libro extraordinario está dedicado a Superkraut. Consta de una introducción de ocho páginas en las que se describe al personajón y la entrevista que una de las mejores periodistas de Occidente le hizo el jueves 2 de julio de 1972 en la Casa Blanca "a la nodriza mental de Nixon" (publicada íntegra en el semanario New Republic).
Fallaci concluyó que Kissinger "tiene los nervios y el cerebro de un jugador de ajedrez”. Se quejó de su voz monótona que casi no movía la aguja del magnetófono y su obsesión de pesar cada frase hasta el miligramo. Lo despacho con dos frases hermosas:
"Desde mi punto de vista es el típico héroe de una sociedad donde todo es posible, hasta que un tímido profesor de Harvard, habituado a escribir aburridísimos libros de historia y ensayos sobre el control de la energía atómica, se convierta en una especie de divo que gobierna junto al presidente, una especie de playboy que regula las relaciones entre las grandes potencias e interrumpe las guerras, un enigma que intenta descifrar sin advertir que, probablemente, no hay nada o casi nada que descubrir. Como siempre que la aventura se viste de gris".
Guillermo Belcore
(1) Pinche aquí: https://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2018/04/entrevista-con-la-historia.html
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