jueves, 14 de mayo de 2020

'NOS4A2', la serie

En el mundo existen personas súpercreativas que rompen las fronteras entre el pensamiento y la realidad. Los hemos denominado artistas, son "las antenas de la especie'', al decir de Marshall McLuhanUno de los buenos escritores de de nuestro tiempo da un paso más allá. Plantea que los súpercreativos tienen facultades sobrenaturales, pueden crear universos paralelos con la mente, desarrollar la precognición o la teletransportación, o pueden encontrar -al final de un portal- objetos perdidos. Necesitan un cuchillo para rasgar las membranas que separan la realidad de la fantasía, que puede ser una motocicleta, una llave o un par de patines, por ejemplo.
Sobre esta esplendida imaginería, Joe Hill escribió en 2013 la que creemos es su mejor novela: NOS4A2, cuya pronunciación aproximada es `Nosferatu'; sí, el monstruo que ha acariciado la vida eterna merced al consumo de sangre humana (fresca, en lo posible). AMC Networks convirtió el libro en una serie bastante competente.Amazon Prime acaba de subir en la Argentina los diez primeros capítulos, con un año de retraso.
Aclaremos, una vez más, que Joe Hill es un seudónimo de Joseph Hillstrom King (Hermon, Maine, 1972), el segundo hijo de Stephen King. De tal palo, tal astilla. En este blog hemos aplaudidos tres de sus cuatro novelas (1). Hill también escribió cuentos e historietas. Recibió varias distinciones literarias. Colecciona tazas de té. Oficia ahora como productor ejecutivo de la miniserie, creada para la televisión por Jami O'Brien.

El otro lado


Viajamos a Haverhill, Massachusetts, enclave de obreros empobrecidos. Victoria McQueen (la australiana Ashleigh Cummings) es la protagonista. Tiene dieciocho años, enorme talento como dibujante y aspiraciones de ir a la universidad. Su sueño americano es romper el ciclo de frustración, escapar de un ambiente gris, y en especial de una familia en acelerado proceso de descomposición. Hija única de un joven matrimonio, estragado por la violencia. Padre, veterano de guerra, borrachín; madre, resentida empleada doméstica. Uno de los hilos narrativos de la serie, no sin interés, es la relación traumática de Vic con sus progenitores y las diferencias de clase en el capitalismo postmoderno (aquí los adinerados son afroamericanos y los pobres, descendientes de irlandeses) con un ligero toque de romanticismo adolescente.
Vic ha recreado con su mente un viejo puente de madera que fue demolido hace años. Del otro lado, encuentra aquello que estaba buscando con ansiedad, sea a su padre en la casa de la nueva novia o bien a una amiga medium en Iowa. Cada viaje en motocicleta a través del portal le cobra un precio a su salud. Los poderes ultracreativos de la señorita McQueen no tardan en llamar la atención del malvado de esta historia. Un personaje fascinante, un psicópata que ha secuestrado a cientos de niños para absorber su energía vital y transformarlos en pequeños caníbales con dientes de piraña. Confina lo que queda de ellos en Christmasland, la tierra de la eterna Navidad, espeluznante producto de su imaginación.
Este villano se llama Charles Manx (Zachary Quinto), viste y habla como un caballero del siglo XIX, detesta la promiscuidad, y recluta como ayudante a Bing Partridge (el islandés Olafur Darri Olafsson), conserje del colegio secundario de Vic, retrasado mental y parricida.

La varita mágica del señor Manx es un automóvil, un Rolls Royce Wraith de 1938, negro obsidiana y con vida propia. Su tarjeta de presentación, una barra de caramelo. Rapta con su esbirro a una nena en Haverhill y a un sheriff del Medio Oeste que le seguía la pista. Se enamora de Vic porque la cree casta y tienen conexión psíquica, hasta que descubre que se acostó con un noviecito de nombre Craig (otro típico producto de la América cuello azul), a quien raptará para usarlo como alimento de sus niños pervertidos. 
La chica va al rescate junto a la mística bibliotecaria Maggie (la youtuber Jahkara Smith), cuyas fichas de Scrabble esclarecen cualquier interrogante, pero la tarea de aniquilar al señor Manx no es sencilla. Aquí no se trata de exponerlo a la luz del sol o a un crucifijo. La clave es destruir el viejo Rolls Royce asesino. Hay un duelo en las montañas de Colorado y un final abierto. El 21 de junio se estrenará en Estados Unidos la segunda temporada.
Es posible que quienes no hayan leído el libro no disfruten la serie con la misma intensidad. Sería conveniente empezar por la novela de Hill, uno de esos libros -como ya escribimos en este blog hace siete añosque difícilmente uno soltaría de las manos aún cuando nuestra cama se estuviese incendiando. Pero la serie se comprende perfectamente. Las actuaciones son convincentes, la trama interesante (puede que algo lenta para el gusto contemporáneo), con un justo equilibrio entre elementos intelectuales y golpes de efecto (escasos) del terror puro y duro.
Es, en síntesis, un giro inteligente de uno de las mitos más explotados por la cultura de masas, el hombre vampiro. El truco es el de siempre: hacernos creer que en nuestro mundo operan fuerzas de las no tenemos ni idea.
En el capítulo ocho, el viejo Charlie va a contar sus cuitas a su amigo Abe al Bar Parnassus, un lugar demoníaco donde se deja ver  Pennywise, el payaso de It. Es una pena que el intercambio entre estos dos vampiros que se conocen desde hace más de medio siglo sea tan breve.
Guillermo Belcore
Calificación: Buena

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