Isabel de Gracia
Editorial El Ateneo. Novela, 255 páginas. Precio aproximado: 50 pesos
Isabel de Gracia (Junín, 1963) vive en La Plata. Es abogada y fotógrafa. Obtuvo el Premio Letra Sur 2009 con su primera novela, la que se gestó en el taller de Leopoldo Brizuela, según admite. Ganó cincuenta mil pesos. El título alude a una escala médica usada para medir el nivel de conciencia de una persona. Se narra, justamente, los esfuerzos de una joven por averiguar qué le ha ocurrido en realidad a su hermana comatosa, quien apareció en el medio de la nada, casi congelada, medio cuerpo sumergido en una laguna. Una es mandadera en bicicleta; la otra restauradora de lapiceras caras.
Ya hemos advertido que la fragmentación de un libro en capítulos diminutos es una verdadera plaga. Aquí tenemos setenta y ocho en menos de doscientos cincuenta páginas, con una letra cuyo cuerpo es mayor a lo normal. Es probable que sea una estratagema para no fastidiar al jurado, pero el desagradable regusto a poco nos acompaña desde la primera a la última página. Literatura concentrada, lenguaje reticente, dirán los que defienden lo irrisorio o lo rudimentario (los gorriones argentinos se alimentan con miguitas de pan). Otro defecto de la obra son sus altibajos, lo que en economía se denomina el efecto serrucho. Episodios insustanciales contrastan con la potencia dramática del capítulo treinta seis, donde se confiesa un asesinato por piedad. Allí se forjó una frase estupenda: “La verdad es que yo creí que todo el amor del mundo me iba a alejar de todo el dolor del mundo”. También me encantó el número veinticuatro, aunque al final la autora confiesa que la historia fue saqueda a Javier Marías.
Cuatro virtudes deben elogiarse: la habilidad del ensamblaje, la claridad de la prosa, el suspenso tenue y el tinte fantasmal del paisaje platense. Dudosos son, en cambio, los esbozos de una metafísica de la historia clínica y una ética del procedimiento penitenciario. La sensiblería y la moralina arruinan varias páginas. El misterio se resuelve con un ardid que irrita a los amantes del género policial: la sorpresiva irrupción de un personaje desconocido. En síntesis, la novela es un esfuerzo desparejo pero muy digno (típica escritura primeriza) que insinúa que la autora escribirá libros mejores.
Guillermo Belcore
Este comentario se publicará con ligeras variaciones en el suplemento de Cultura del diario La Prensa del próximo domingo.
Calificación: Regular
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