lunes, 6 de septiembre de 2010

Las batallas en el desierto

José Emilio Pacheco
Túsquets. Novela, 77 páginas. Edición 2010.

¿Existe la novela perfecta? Aquella donde sea exacta la adecuación entre forma y contenido. Aquella donde se perciba cada palabra como justa y valiosa; y se encuentre en cada párrafo la melodía que embelesa sin desmayos hasta el final. Aquella donde la sabiduría expresiva toque todas las fibras íntimas del lector; y la historia individual y el devenir social se combinen de tal forma que se derroche inteligencia. Es posible que no exista tal platonismo. Pero hay algunas obras que rondan la perfección. Como este clásico de México que desde 1981 no sólo ha extasiado a varias generaciones de críticos y público en general. También fue llevada al cine e inspiró una celebrada canción de Café Tacuba. ¡Tres hurras por la reimpresión!

José Emilio Pacheco (1939) es, por encima de todo, un gran poeta. Recibió el Premio Cervantes el año pasado. Se define a sí mismo con estos hermosos versos: “A mí sólo me importa/ el testimonio/ del momento que pasa/ las palabras/ que dicta en su fluir/ el tiempo en vuelo./ La poesía que busco/ es como un diario/ en donde no hay proyecto ni medida“. Todas esas características están presentes en Las batallas en el desierto, modelo de manejo de la nostalgia según Carlos Monsiváis; elogiada también por “sensibilizar contra la violencia, la crueldad y dar una conciencia muy grande de la presencia del otro“ (como toda la obra de Pacheco).

El libro narra una historia de amor en los cuarenta. Carlitos (11 años) se enamora de Mariana, la mamá de Jim, sabiendo que todo está perdido y no hay ninguna esperanza. Una tarde, se escapa de la escuela y le declara su pasión. Y entonces estalla la tormenta. Si eres niño no tienes derecho a que te gusten las mujeres. La familia de Carlitos, burguesía venida a menos, lo declara un perverso. El final resulta estremecedor.

La prosa de Pacheco es coloquial y limpísima. ¡Qué bien escribe, por Dios! Transmite un mensaje: atesora el momento y la escena, cuando el inmenso mundo se dispone como una escenografía para nuestra representación. Guarda intacto el recuerdo de cada instante mágico, porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Y un día lo verás como la más remota prehistoria.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Excelente

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Asterion:
Me conmueve esa frase que Ud. coloca.
Cada imagen y cada momento ....eso siempre es UNICO E IRREPETIBLE.

Recuerdo los primeros momentos con mi hija...sus ojos.
La alegría por la llegada de mi hijo.
Aquel abrazo con amigo.
Los cafés especiales.
Qué importante es la matemáticas (la ciencia que nos ayuda a contar).
sabe por que?.
Debe sumarse algebraicamente cada momento magnífico.
Si la suma de los momentos malos (también algebraica) es menor....puede que alguien logre pensar o ilusionarse con ser más feliz.

GRAN ABRAZO.

ALEJANDRO
desde chile.

Unknown dijo...

Quiero leerlo