Adriana Hidalgo Editora. Ensayo, 373 páginas. Edición 2010
Japón, la cima de los buenos modales y la etiqueta, es un país raro. Hacer referencia al culo no acarrea las connotaciones vergonzosas o eróticas que tiene en Occidente; por tal razón, un crítico de arte venerable como Michitaro Tada (1924-1997) puede -sin escandalizar siquiera a una niña- dedicarle una cuidadosa y relajada atención a la estética y a los detalles folclóricos y autóctonos del "honorable trasero". Sobre las posaderas y otras amenas curiosidades discurre este extraordinario ensayo, que combina saber académico y apertura mental, y abreva en varias fuentes: antropología, historia, geografía, cultura popular y filología, por mencionar sólo cinco.
Karada significa cuerpo en japonés. Tada, en efecto, explora con erudición y lucidez los significados en la cultura japonesa de las distintas partes del cuerpo. Desde la cabeza hasta los pies, pasando por el vientre, el ombligo, la cadera y la pelvis. El libro es encantador, delicado y tiene profundidad filosófica en buena parte de su recorrido. Obsérvese la belleza de los temas: "el talento especial de la mujer para sentarse al estilo del milano negro", "las pantuflas japonesas son realmente una cosa extraña", "el enérgico sonido del chorro del inodoro", "la pena en la punta de los dedos".
La edición merece elogios. Trae abundantes notas a pie de página y un prólogo excelente. Otro juego interesante es la comparación de las sensibilidades de los pueblos. La escritura de Tada es fiel a ese rasgo primordial de las letras japonesas: encontrar divinidad (es decir el sentido más hondo de la existencia) en las cosas ínfimas que nos rodean, en los detalles que son por lo general obviados y desdeñados. ¿Sabe usted por qué el japonés tradicional toca sólo dos veces a la puerta, y considera sagrado el cuarto de baño?
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
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