lunes, 20 de mayo de 2013

Concuspicencia de descubrir

El moscardón imaginario XXXVII


Tengo cuarenta y siete años. Leo desde que tengo memoria (e incluso más allá, me parece) pero aún la Alta Literatura sigue sorprendiéndome, a Dios gracias. En lo que va del año conocí otros dos autores extraordinarios. El primero es el santafesino Carlos Catania. Escribió una de las más extraordinarias novelas oceánicas que ha engendrado la Argentina, tierra muy poco prolífica en esta materia. Se titula Las varonesas y hasta Roberto Bolaño la elogió sin cortapisas. Alguna vez, la errática industria editorial pondrá sus ojos en ella y la reimprimirá. Es una obra maestra, como este blog ha dejado asentado (Pinche aquí y aquí).

Catania no es mi único descubrimiento de 2013. ¡Ah la concupiscencia de descubrir! Saque el lápiz del bolsillo y anote también a Elliot Chaze (1915-1990), otro producto genuino del sur profundo de Estados Unidos, esa cantera de grandes escritores, y una subcultura tremendamente parecida a América latina. La bestia equilátera, uno de mis sellos favoritos, tradujo, sin que se perdiera un gramo de su erótica, Mi ángel tiene alas negras. Es la primera vez que esta obra de Chaze llega al español; perdimos casi sesenta años. Si digo que es una de las mejores novelas policiales que leí en mi vida, creo que no lo hago justicia por completo. Sería conveniente afirmar que es una de las mejores novelas a secas que -loados sean los dioses- me ha tocado en suerte comentar.

La reseña la subiré aquí después de que salga publicada en el diario La Prensa. Hablaré de la excelencia del estilo y de un rasgo distintivo de la prosa de calidad: la intensidad concentrada. Hay en casi todas las páginas de Chaze algo digno de mención. Hay escenas que cortan el aliento. El libro es avaro en páginas, pero rico en belleza, ideas y profundidad psicológica. Las peripecias de una pareja que se asocia para robar un camión blindado son una suerte de reflexión oblicua sobre esos seres que han elegido orientar su vida a la danza al borde de un precipicio. Nosotros -los cobardes, los tranquilos, los irresolutos- observamos a esa raza maldita absolutamente cautivados.

Guillermo Belcore

2 comentarios:

Martín Aguirre Garmendia dijo...

Me gusta mucho el blog, lo leo siempre que puedo y me extraña no encontrar aquí ningun libro del Gran David Foster Wallace. He visto que tine usted una gran valoración de Pynchon y me consta que ambos tienen mucho en común.
Le recomiendo los relatos de "La niña de pelo raro". Los cuales me cambiaron la vida como lector.
saludos.

Guiasterion dijo...

Estimado Mekano:
Me temo que nada he leido aun de DFW. Imagino a mi ignorancia como un inmenso océano helado solo enriquecido por algunos islotes hospitalarios: son las pocas cosas que he aprendido. Pero voy a subsanarlo. Le agradezco mucho la sugerencia.

G.B.