martes, 10 de diciembre de 2013

Una pálida historia de amor

Fogwill

Alfaguara. Novela, 170 páginas


Convertir la Historia en material literario y salir airoso del trance es una condición que delata a los grandes escritores. Tenía ese don Fogwill, el más entrañable integrante de la Tríada de Oro (Aira y Saer son los otros dos). Y lo demostró con esta novela fascinante de 1991 que interpreta uno de los grandes misterios setentistas: ¿Quién es, en realidad, María Estela Martínez de Perón? ¿Cómo fue posible que un formidable conductor de hombres como Juan Perón la haya elegido como compañera sentimental y, finalmente, en la fórmula presidencial? En Argentina -alguien estará pensando no sin razón- ocurren siempre las cosas más inverosímiles.

Con una prosa minuciosa, el libro nos lleva al cabaret más transitado de Panamá. Allí baila una deslumbrante veintiañera. La muchacha argentina casi nunca hace sala, pero no suele rechazar los convites de hombres de billetera abultada, aunque siniestros, como un militar en raudo ascenso, un decrépito hombre de negocios y un aventurero estadounidense. Un compatriota vincula a Estela con el espiritismo. Se llama Sarmiento. Es el cajero del tugurio y nada cuesta identificarlo con otro misterio rioplatense: José López Rega, el brujo infame.

Borges tiene espejos y laberintos, Aira sus miniaturas. Fogwill es otro genio que no dejaba pasar oportunidad para desplegar obsesiones: la navegación, las drogas, el sexo crudo y duro, adornado con parafilias. Su Estela mantiene una relación amorosa con la hija adolescente de Sarmiento y le corta el cuello a un mulato que la había ultrajado, para después sorber el alma del difunto. La trama parece girar hacia lo fantástico, pero el autor es lo suficientemente sofisticado como para ofrecer al lector también una explicación convencional. Aunque quién sabe. Que en 1974 haya llegado a la pesidencia de los argentinos quien llegó, parece obra de un conjuro maligno.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

2 comentarios:

expreserge dijo...

Estimado don Guillermo. Me quedó una duda y quería saber su opinión si "Borges tiene espejos y laberintos, Aira sus miniaturas" ¿Qué tiene Saer? Le comento que he leído Glosa y me pareció genial, esas oraciones hipnóticas, eruditas y bien cinceladas que suben y bajan como, salvando las distancias, en la prosa de David Foster Wallace, compuesta de varios registros, que en Saer, apuntan siempre a lo sublime, en mi humilde opinión. Quedé intrigado por la suya. De verdad que esta es una Tríada de Oro, escritores que nunca cansan y parecen siempre estar inventando una y otra vez, aunque parezca que hagan lo mismo. Un abrazo desde Panamá. Sergio Bernales

expreserge dijo...

Estimado don Guillermo. Me quedó una duda y quería saber su opinión si "Borges tiene espejos y laberintos, Aira sus miniaturas" ¿Qué tiene Saer? Le comento que he leído Glosa y me pareció genial, esas oraciones hipnóticas, eruditas y bien cinceladas que suben y bajan como, salvando las distancias, en la prosa de David Foster Wallace compuesta de varios registros, que en Saer, apuntan siempre a lo sublime. Le comparto mi humilde opinión. Quedé intrigado por la suya. De verdad que esta es una Tríada de Oro, escritores que nunca cansan y parecen siempre estar inventando una y otra vez, aunque parezca que hagan lo mismo.