domingo, 6 de agosto de 2017

Rey de Picas

La mitad siniestra, versión II


La escritora más prolífica del mundo ha publicado una novela rara, con tintes de policial negro pero también de terror gótico, cuya espina dorsal es la desintegración de un carácter, salpimentada con un par de elementos fantásticos. Joyce Carol Oates (Lockport, 1938) juega en Rey de Picas (Alfaguara, 229 páginas) a emular a Stephen King. Como el maestro de Bangor, la amable señora neoyorquina ha querido manipular algunos de los temores más recónditos del buen burgués: el miedo a la locura propia o la ajena, el miedo a queden culo al aire nuestras debilidades o vicios ocultos, el miedo a ser arruinado en los tribunales por una de esas personas que aman litigar.

Oímos la voz atormentada de un escritor de segunda categoría y mediana edad llamado Andrew Rush, autor de bést-sellers de misterio, casi buenos, que nunca gozaron de una reseña en New York Times Books pero que lo han convertido en multimillonario. Vive con esposa e hija en una mansión, sobre las afueras de una apacible localidad de la Nueva Jersey rural. Como Oates, a Rush le encanta escribir: “…estoy a disgusto si no consigo trabajar al menos diez horas diarias”. 

El literato, ya consolidado, es un ciudadano ejemplar y meticuloso, la quintaesencia del padre y esposo modélico, sin embargo esconde un secreto incómodo (no es el peor): como consecuencia de la desazón artística por el éxito de sus mediocres novelas de intriga, publica a escondidas otras más vulgares, francamente asquerosas, políticamente incorrectas, bajo el seudónimo de Rey de Picas. Las escribe de madrugada “durante periodos de rabiosa actividad descontrolada”. Su familia no conoce tal esquizofrenia. Nadie lo sabe, en realidad. 

Así transcurre su doble vida hasta que recibe una extraña citación judicial. Una dama patricia, algo estrafalaria, lo acusa de plagio. A partir de entonces, nuestro hombre se hunde en un torbellino, primero de angustia luego de degradación física y moral. Hace cosas terribles. El taimado Rey de Picas (“La mitad oscura“) pasa a empuñar el timón de la personalidad. Suena conocido, ¿no?


FECUNDA


Nos dice la solapa de tapa, que, a lo largo de cuatro décadas, la señora Oates ha compuesto más de cincuenta novelas, más de cuatrocientos relatos breves, más de una docena de libros de no ficción, ocho de poesía y otras tantas obras de teatro. Una verdadera escritora de cuello azul. Su vastísima producción realista, no obstante, no ha sido debidamente reconocida por la crítica especializada. Es posible colegir que esta frustración con los comentaristas esnobs, intelectuales de izquierda, se deslice en algunas de las quejas de Andy Rush: “Después de haber aprendido a ’deconstruir’  la literatura, en lugar de disfrutar con ella, o en lugar de reaccionar ante ella de manera emocional… (consideran que) las novelas de suspense, de acuerdo con los criterios de la teoría literaria, son totalmente anticuadas en argumento, estructura, lenguaje y ’perspectivas…” 

Creadora y creatura participan también en el desdén por el acabado del párrafo: “No es necesario sacar brillo a cada condenada frase; basta con que digas lo quieres decir”, sentencia Rush-Oates. Por el dominio de la metáfora, precisamente, no será recordado este libro. Comparar el olor del fracaso con el húmero aroma de las setas venenosas, por ejemplo, no atrapa la imaginación.

De todos modos, hay que decir que la novela siempre resulta cautivante. Es una lectura fácil, de capítulos cortos, amena. Con su audaz desviación estilística respecto a sus trabajos previos y sus inteligentes alusiones metaliterarias, el último texto de Oates que llega al español se devora con fruición.
Guillermo Belcore


Calificación: Bueno

PD: Este blog recomienda la lectura de estos otros tres libros de la señora J.C. Oates:


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