jueves, 12 de noviembre de 2020

La transmigración de Timothy Archer

 


En Presencias reales, George Steiner medita sobre las dificultades con que se encuentra el artista cuando en su experiencia creativa busca expresar el opus metaphysicus en un momento de la historia en que se ridiculiza sin contemplaciones lo abiertamente religioso. ``Impera -estableció el maestro de la crítica erudita- una racionalidad moldeada de modo ingenuo sobre las ciencias y la tecnología, donde la norma del discurso aprobado es el agnosticismo, cuando no un consiguiente ateísmo''.

 Esa reflexión fue escrita hace cuarenta años y no ha perdido un gramo de frescura. La novela teológica es la más rara de las flores del Parnaso literario. Por eso, el lector con inquietudes espirituales no puede sino sentirse extasiado cuando descubre el postulado de trascedencia en el arte. Es el caso de la última novela que escribió Philip Kindrek Dick (1928-1982), uno de los escritores fundamentales del siglo XXI. Aquí venimos a recomendar La transmigración de Timothy Archer (Minotauro, 220 páginas).

 La trama se basa en un hecho real -la muerte en el desierto del Mar Muerto del obispo James Pike- y depliega esos temas y subtemas tipicamente philipdickianos. Examina aquí el Misterio del Hijo de Dios, las enfermedades mentales, el sentido del mundo, la fuerza de lo inevitable, la cultura libresca en oposición al vitalismo, la búsqueda de la sabiduría, el espiritismo, la cultura de California del norte, el misticismo oriental, la Guerra de los Treinta Años. Esboza una nueva teoría acerca del ascenso y la caída de Satán. Postula que el cristianismo llegó a su culminación en el Renacimiento. Señala textos y composiciones musicales. Bascula entre los chistes políticamente incorrectos (el de los noruegos, según los suecos, es buenísimo) y las pruebas de la existencia de Dios. Se abisma en argumentos ontológicos y epistemológicos. Llega a la conclusión de que ``la facultad del conocimiento es variable y depende, en último análisis, de lo que uno quiere creer, y no de lo que es''.

EL OBISPO

 La historia también es cautivante. Conocemos a Timothy Archer, obispo de California, el más famoso de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos, conocido en el mundo entero, amigo de Martin Luther King y Robert Kennedy, enjuiciado por uno de sus pares por herejía, alcohólico redimido, un egoísta inestable. 

"Como los realistas medievales, Tim creía que las palabras son cosas reales. Si se puede poner algo en palabras, es de facto verdad...'', lo describe su nuera, Angel Archer, la narradora. El obispo provoca el suicidio de su hijo Jeff y de su amante Kirsten, paladín de la emancipación femenina. Concentró el religioso toda su candidez en los escritos de una antigua secta hebrea, los malditos documentos zadokitas que, según cree, anticipan en doscientos años las enseñanzas de Jesucristo. Archer viaja a Tierra Santa en busca de un hongo alucinógeno (el anokhi) que otorgaría la conciencia de Dios, la parusía.

 Hay otro juego de ideas interesante, el vaivén entre fe (el obispo) e intelecto (Angela, licenciada en Berkeley). ¿Por cuál de los dos se decanta Philip Dick, el filósofo? Por la compasión o la caridad, no por la sabiduría. Destaca la necesidad de un Segundo Nacimiento, el nacimiento superior en o del espíritu, del que hablaba el Ungido. Moksha, según la tradición hindú, un brusco relámpago de comprensión absoluta venida de ninguna parte. La transmutación del Ser inauténtico al Ser auténtico, el Sein de Martin Heidegger.

La dimensión trascendental, queda demostrado una vez más, eleva cualquier libro.

Guillermo Belcore

Calificación: Excelente


1 comentario:

Lisandro dijo...

Esta novela es la demostración más cabal de la maestría de Dick y de su valor como escritor más allá del género de la ficción científica.