domingo, 27 de diciembre de 2020

Oxen

 


El thriller nórdico es una moda que se ha estirado demasiado. Más estirada que cuerda de guitarra, dirían en el campo. En este blog hemos elogiado algo de Henning Mankell y casi todo de Asa Larsson. Y advertimos sobre los fiascos de David Lagercrantz y de Hjorth & Rosenfeld, entre otros. Como toda moda, la Escandinaviatitis ostenta sus pioneros, sus ápices y sus oportunistas. En esta última sección, nos tienta ubicar a Jens Henrik Jensen, periodista de la próspera Dinamarca metido a escritor de novela negra.

El sello Duomo Ediciones ha traído a la Argentina la saga Oxen que -según nos informa la solapa- consagró a Jensen en su tierra natal y luego en el resto de Europa desde 2012.

El tomo inicial de Oxen (La primera víctima, 534 páginas) podría encuadrarse perfectamente en esa categoría elemental que el colega Sergio Crivelli ha definido como literatura de supermercado. Es decir, un texto que aspira a vender mucho y para ello renuncia a densidades temáticas, psicológicas y estilísticas. Incurre en obviedades, clichés y senderos trillados. Ofrece un módico suspenso, algunas buenas escenas de acción y cucharaditas de denuncia sociopolítica. Los personajes son planos; lo mejor que puede decirse de la prosa es que es transparente y funcional a una trama que suele fragmentarse en capítulos diminutos. Es uno de los escalones más bajos de la literatura, postula este blog. Sólo nos podría atrapar si la historia es interesante.

Vayamos a la historia, pues. Niels Oxen es el soldado más condecorado de la historia de Dinamarca, pero cayó en desgracia. Lo persiguen fantasmas de Bosnia-Herzegovina y de Afganistán; sufre de terribles pesadillas. Ha roto todos los lazos con la sociedad; apesta como dicen que apestan los tapires en celo; come lo que encuentra en la basura. Va de aquí para allá con su perro samoyedo blanco.

A comienzos de primavera, el veterano de guerra viaja a Jutlandia del Norte. Planea vivir de la caza de venados y de la pesca de truchas en el bosque del Rold, el segundo más grande del reino, ocho hectáreas según la traducción de Beatriz Galán Echevarría (ochenta kilómetros cuadrados en realidad). Pero el hosco Oxen es un tipo curioso que no puede resistir la tentación de irrumpir en el histórico castillo de Norlund para echar un vistazo.

Bajo la luz de la luna, elude guardias de seguridad vestidos de negro y cámaras de vigilancia hasta que tropieza con una imagen escalofriante: el perro de la casa (un braco alemán) fue ahorcado en un árbol. El ex cazador de elite del Ejército pone pies en polvorosa.

A los pocos días, liquidan al propietario del castillo, el decano de la diplomacia danesa, nada menos. Oxen, que acampa en los alrededores, es un sospechoso cómodo para la policía. También se convierte en un sujeto de interés para el director del Centro de Inteligencia Nacional. Pero no se trata del único asesinato de un pez gordo de Copenhagüe. Hay un plan de venganza en marcha y Oxen debe desbaratarlo para así poder salir de la trampa en que lo han metido. Su única aliada es una perspicaz agente de inteligencia a quien le falta una pierna.­

¿Hay tensión sexual entre ellos? Por supuesto, Jensen no desdeña ninguna de las convenciones del infragénero. Otro ejemplo: justo cuando un mayordomo estaba a punto de confesarle secretos bajo tortura a Oxen, un francotirador le vuela la tapa de los sesos. En rigor, el llamado verosímil literario nunca ha sido importante para la literatura adocenada. Aquí vemos que en pocas páginas un personaje pasa de haber perdido la facultad de hablar en sociedad a deslumbrar a sus interrogadores con su elocuencia.

A favor de la urdimbre, no obstante, hay que decir que maneja correctamente el suspenso y que cumple con el mandato editorial de enseñarle algo al lector. Jens logra, además, que nuestra sed de libertad se identifique con el vagabundo Oxen. Quién no ha soñado alguna vez con mandar todas las obligaciones al diablo.

También se agradece que el autor haya eludido esa versión ñoña -pasteurizada en tinajas de corrección política- de la Dinamarca socialdemócrata que la popular serie Borgen le ha infligido al público de Netflix. Los políticos son mostrados aquí como un hato de tunantes que trae prostitutas de la antigua Unión Soviética y se llena la boca con loas a la educación y salud pública, al tiempo que envía a sus hijos a carísimas escuelas privadas y se hace curar en sanatorios y clínicas para evitar las largas esperas que el pueblo sufre para atenderse en hospitales (parece que los progresistas son igual de hipócritas en el mundo entero). ¿Dónde están los héroes de la clase trabajadora?, se pregunta, por otro lado, Jensen-Oxen ante unos excursionistas con "dedos grasientos sujetando cerveza tibia, mejillas regordetas y culos anchos embutidos en vaqueros''.

Una última curiosidad. El sello editorial se jacta de que esta novela fue impresa con paneles solares. "Gráfica Veneta' es la primera imprenta en el mundo que no utiliza carbón'', destacan. Esta bien. Pero tememos que, a este paso, en un futuro cercano sea más importante el imprimatur ecológico que la calidad literaria.­

Guillermo Belcore

Calificación: Regular

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