martes, 21 de septiembre de 2021

La odisea de Gilbert Pinfold


 


La decisión de este blog de agotar la obra de Evelyn Waugh (Londres, 1903-1966) fue recompensada con el hallazgo de un sublime librito humorístico. La odisea de Gilbert Pinfold (Emecé, 240 páginas) fue entrega a la imprenta en 1959 (1). Es una novela muy divertida pero tiene un lado morboso: se basa en hechos reales, en las alucinaciones que el escritor inglés sufrió después de los cincuenta años por abusar del alcohol y del bromuro como somnífero.


Mr. Gilbert Pinfold es un literato católico que vive de rentas, aislado con su esposa e hijos en una propiedad rural no lejos ni cerca de Londres. Es también un aburrido, un dipsómano, un paranoico con insomnio y los nervios destrozados. Mira al mundo con desdén. Su salud física y mental va de mal en peor; para sanarse y para volver a escribir decide escapar de los rigores del invierno en un crucero. Viajará, solo, a la isla de Ceylan. Una cura de tres semanas. De más está decir, que Pinfold es el propio Waugh; él también vivió un calvario en alta mar.


Se embarca Pinfold en el Calibán, un barco de vapor algo anticuado de clase única y sin baños privados. Saturado de píldoras fuertes, cloral, bromuro, whisky, cogñac y champaña, nuestro hombre empieza a delirar. Voces le llegan desde las cañerías, el artesanado del techo del salón comedor y de una lámpara de mesa. Lo atribuye a un problema eléctrico, a los restos de un sistema de comunicaciones de tiempos de la guerra, luego a un experimento psicológico de la BBC. Escucha al capitán y a su amante torturando a un marinero bengalí, capta los planes de una pandilla que lo odia y trama molerlo a golpes, oye que lo ridiculizan en la radio pública y descubre un plan de las autoridades para entregarlo a la España de Franco. También conversa mentalmente con una joven que se ha enamorado de él y pretende que la desflore.  Gilbert es "el único perturbado en un mundo de paz", resume el texto.


El efecto de la degradación de esta personalidad (el único carácter que se describe en el texto) es hilarante.


Otra rareza, al parecer el escritor de  carne y hueso no estaba orgulloso de su talento y menos aún de su reputación; creía que encarnaba la quintaesencia de la decadencia artística. En la página noventa y ocho,  un crítico imaginario juzgaba así su obra:


"...Las cualidades básicas de una novela de Pinfold varían muy pocas veces y pueden ser enumeradas de la siguiente forma: argumento convencional, falsedad de personajes, sentimentalismo morboso, comedia burda y vulgar alternada con melodrama aún más burdo y más vulgar; religiosidad excesiva que puede encontrarse aburridora o blasfema según las ideas doctrinales del lector; sensualismo extraordinario y ofensivo, que indudablemente se ha introducido por motivos comerciales. Todo esto presentado en un estilo que, cuando se lo separa de lo trillado, cae en positiva ignorancia..." 


Nada que ver. Ya lo dijimos en este blog, el lector simplemente tiene que abandonarse al goce de las estupendas novelas de Waugh. Además, si admiramos a Fogwill por su talento literario para transmitir los efectos alucinógenos de las drogas (cocaína), un inglés maldito y enajenado lo hizo medio siglo antes con una prosa de elegancia perfecta

Guillermo Belcore


Calificación: Muy bueno


(1) Leímos la edición de 1969, con la traducción de María Inés Oyuela de Estrada.

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