miércoles, 26 de junio de 2024

Lecciones


Hay una buena noticia para los lectores de fuste. Ian McEwan ha alcanzado su madurez literaria. A los 74 años entregó a la imprenta una extraordinaria novela océanica que corrobora —por si hiciera falta— que el realismo personal, social, histórico nunca perderá vigencia. Digamos que Lecciones (Alfaguara, 579 páginas) tiene envergadura tolstoiana, para usar una expresión del autor de Aldershot.

Tal como exige esa insuperable especie literaria inventada en el siglo XIX que se concentra en la variedad de la colmena humana, la obra une un destino individual con grandes acontecimientos internacionales. La absorbente narración traza un arco entre la nacionalización del Canal de Suez y la epidemia de covid.

Es la historia y el fluir de la conciencia del inquieto y frustrado Roland Baines, un ser marcado a fuego por el precoz descubrimiento de la orgía erótica. Poeta fracasado, sin trabajo fijo, un ardiente autodidacta aunque procrastinador tenaz, adulto con exigencias sexuales excesivas del que se hartaría cualquier mujer razonable. De hecho, su esposa lo abandonó a él y a su bebé de siete meses, con sólo dos años de matrimonio. ¿Puede perdonarse a una madre que se aleja de su hijo para forjar una destacada carrera literaria? Es una de los afilados interrrogantes que plantea la novela.

En el club selecto de la literatura británica contemporánea, que combina en partes iguales genialidad con monotonía, McEwan siempre había descollado por el punto de depravación o el tizne macabro. Aquí, justamente, el núcleo incandescente es la relación delincuencial entre Roland y su profesora de música, Miriam Cornell. El tiene 14 años; ella 25. El había sido recluido por su padre, un rústico capitán del Ejército, en un internado rural de Suffolk, donde la maestra lo sedujo y lo convirtió en una suerte de esclavo sexual (“una paraíso infernal”). La Crisis de los Misiles de 1962 arrojó al muchacho a los brazos de Afrodita. El contexto siempre es importante en la novela.

McEwan es un virtuoso de la metáfora. Escribe con tanta elegancia y tanta emoción en el lenguaje, que nos olvidamos por un momento que el desfloramiento de Roland es un hecho que, lisa y llanamente, podría encuadrarse en abuso sexual.

Hay muchísimas frases que refulgen —“de oído perfecto”, como dice el propio autor—. Hay pocos párrafos que no contengan un hermoso giro poético o una observación inteligente sobre el arte de sobrellevar una vida corriente (de ahí el título).

ALISSA SE FUE

Otro momento candente de la novela es la inesperada desaparición de Alissa Eberhardt Baines. Estamos en 1985 y una ponzoña letal se desprende de Chernobyl. Pero, ¿qué es una nube radiactiva comparada con ser abandonado por tu mujer? Para colmo, la policía inglesa sospecha que Roland mató a su esposa alemana. No es así. Se fue para siempre y sólo dejó una nota, En el gran mercado postmoderno, un marido fracasado en lo laboral y un bebé que lloriquea son enemigos de la realización personal.

Uno está tentado a definir a Roland como "un bueno para nada", pero sería una definición inexacta. El hombre del corazón hecho pedazos se convierte en un padre amoroso, responsable, eficaz. Advierte McEwan a sus lectores sobre la importancia del llamado capital social: es mejor tener alguien para amar y que te quiera, que una cuenta abultada en el banco. Estos tiempos degradados han acuñado, incluso, una expresión terrible: personas en situación de soledad.

El cromado de esta novela excelente, como dijimos, es su amplia perspectiva histórica. El escritor inquiere a los occidentales prósperos de nuestra generación: ¿Tienes derecho a quejarte de los sinsabores menores de tu vida cuando la historia te ha tratado tan bien; es decir cuando no naciste en Polonia en 1928 o en Corea del Norte de 1970?

Además de una gran capacidad inventiva, McEwan tiene el don de la descripción brillante. La maldad totalitaria en Alemania oriental, por ejemplo es retratada con precisión y confianza: "... el experimento comunista, su imperio impuesto por medio de la violencia, su instinto para el asesinato y las mentiras inverosímiles ha sido un fracaso grotesco…".

Los pasajes sobre la caída del Muro de Berlin (Roland había llegado a la ciudad por casualidad y encuentra a...) también hacen cumbre, aunque incluyan un error histórico que han pasado por alto editores y correctores, pero no los ojos de halcón de este blog. Dice en la página 272: “en Washington el presidente Reagan estaba triunfante". En 1989, en realidad, el presidente era George Bush…

Es un detalle nada más. Lecciones es una verdadera obra maestra.

Guillermo Belcore

Calificación: Excelente

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