domingo, 21 de febrero de 2010

En tierras bajas

Herta Müller
Punto de lectura. Cuentos, 191 páginas

El año pasado, la Academia Sueca proclamó a los cuatro vientos que Herta Müller (Nitzkydorf, 1953) es otro caso ejemplar de literatura comprometida. Honró “la concentración de poesía y la franqueza de la prosa” de una señora corajuda a quien se reconoce como la gran cronista de las desdichas de la minoría alemana (los suabos) en la distopía de Ceaucescu. En tierras bajas es su primer libro. Fue concluido en 1982, censurado por la tiranía bolchevique y enviado de contrabando a Alemania occidental, donde se lo acogió con entusiasmo. Contiene quince relatos y sus claves son la concisión, la amargura y la sordidez. La manufactura, empero, es defectuosa. Fue elaborada con un estilo tan rudimentario que sólo puede compararse con algunos escritos de la Joven Guardia argentina. Es un producto indigno de un Premio Nobel, si es que este devaluado galardón aún significa algo.

La señora Müller sorprende aquí por su notoria torpeza para articular una historia. Los relatos son la mera acumulación de estampas de la nauseabunda vida cotidiana en la Rumania de posguerra. Se trata de “ficción autobiográfica”. La autora salda cuentas con su padre, homicida al servicio de las Waffen SS y con su madre, esclavizada durante cinco años por los comunistas en Ucrania. Describe con precisión la brutalidad y roñosería de la vida campesina, desde la perspectiva costumbrista, mágica u onírica de una niña. La sintaxis abruma por su pobreza: interminables frases cortitas y nerviosas ponen a prueba la paciencia del lector. Hay sí, de tanto en tanto, algún fulgor lírico. De esta calaña: “Las ortigas fustigan el pueblo con sus sombras llovedizas. Rozan las manos con su fuego, dejando unas mordeduras rojizas y turgentes cuyas lenguas lamen la sangre y duelen en las redes venenosas de la mano”.

Sólo un necio podría descalificar a un artista por su obra primeriza. Pero no es éste, seguramente, el mejor libro para trabar contacto con Herta Müller.
Guillermo Belcore
Publicado hoy en los Suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata.

Calificación: Regular

PD: Hay un ocurrente artículo en El País de Madrid que parodia con absoluta precisión el estilo de Müller, por momentos insoportable.

3 comentarios:

ericz dijo...

Lo de la joven guardia no fue muy amable, no por injusto sino por innecesario.

En verdad que las frases cortitas ponen a prueba la paciencia; me pasó exactamente eso con uno de Marcelo Levinas, compatriota.

Guiasterion dijo...

Querido Ericz:

Sí, creo que tiene razón. Pero le aseguro que fue lo primero que me vino a la mente cuando leí a Herta Müller. No se me ocurrió un símil más esclarecedor, lo que desnuda mi paupérrima imaginación. Obviamente, en la Joven Guardia hay también plumas notables, escritores en ciernes o que ya han decantado como Samantha Schweblin, mi favorita.

Tomo nota de Levinas y de paso lo felicito por su rescate de Doris Lessing, una escritora que prestigia el Nobel de Literatura.

Gracias por escribir
G.B.

gabrielaa. dijo...

buenísimo lo de Llovet! "ya se apañarán"
jajajaajja

cariños