sábado, 6 de febrero de 2010

La biblioteca ideal

Matías Serra Bradford
La Bestia Equilatera. 413 páginas. Edición 2009.

Un hombre deambula por una planicie. El paisaje es obvio, tedioso, cacofónico. El andarín se siente tentado a abandonar, algo decepcionado pues la excursión parecía prometedora. Descubre, empero, gemas raras y flores intensas de vez en cuando. Esas gotas de excelencia le permiten arribar al final.

El párrafo anterior describe la experiencia de lectura de La biblioteca ideal. Matías Serra Bradford, un intelectual de probada inteligencia para la traducción y el articulismo, ha intentado una taxonomía minuciosa del señor lector. Detalló manías, estrategias y supersticiones. Empleó un procedimiento singular: astilló los párrafos en bloquecitos independientes, como si se tratase de entradas a un diario o de una colección de aforismos. El lector que escribe no puede ser sino fragmentario, sentencia en la página trescientos dieciocho. También inventó cuatro personajes (bibliófilos, claro) que unen el conjunto.

Quizás, el problema con esta ingeniosa apuesta es que ha equivocado su camino; no debió ser ficción: Serra Bradford persiguió el lirismo pero su prosa carece de fulgor poético. Abusa del amontonamiento y la adicción, e incluso de las comillas. Tampoco transmite sabiduría, excepto cuando trae una cita. Uno tropieza con expresiones feas como ésta: “la tarde extrañada por la luz surte efectos barrocos en los circuitos cerebrales”.

¿Dónde radica entonces la erótica de la obra? En ciertas anécdotas, glosas y ocurrencias (“lectores de esnobismo supremo son los que declaran que Shakespeare no les gusta, pero que sí les interesa la era isabelina“). También en el agrado de la identificación. El libro nos retrata y nos explica, en tanto lectores voraces y hedónicos, obligados a contender con el gremio de los libreros, y a frecuentar la ceremonia del café en busca de lugares propicios para nuestro vicio.

En el final se comete perjurio. El libro que ha recibido el diario donde trabajo vino defectuoso: le faltan más de diez páginas. ¡Que ironía! Justo en una obra que rinde amoroso homenaje a la pasión de la lectura.
Guillermo Belcore
Esta reseña se publicará mañana en el suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: regular

PD: Damián Tabarovsky encontró cualidades que a mí se me han pasado por alto, en la edición del domingo pasado de Perfil, donde Serra Bradford casualmente escribe un artículo sobre Salinger.

PS del 24-02: Patricio Zunini entrevistó al autor del libro.

15 comentarios:

Un lector ideal dijo...

Señor Belcore, esta reseña sobre La biblioteca ideal no hace más que exhibir sus limitaciones a la hora de leer, sus prejuicios, un estilo anticuado y moralista que ya ni siquiera tiene lugar en un diario como La nación, por lo cual se ve reducido a un diario todavía más obsoleto e irrelevante como La prensa. En usted se plasma el clásico resentimiento del crítico frustrado. Su única alternativa es seguir dejando mensajes, por lo demás ridículos -donde usted ve elegancia sólo hay petetismo- en los distintos blogs que frecuenta, a ver si visitan su página y puede emerger del anónimato y el resentimiento en el que está hundido. ¿No le parece que está grande para eso?

Otro lector ideal dijo...

Es un libro que parece escrito por un monomaníaco que se repite sin siquiera tomar aire. El pseudobarroquismo deviene en una pornografía de la metáfora; el autor no comprende el arte de dosificar. Agota el procedimiento en la página 30, de forma que se hace imposible sobrellevar el tedio de llegar a la 400. Belcore le puso regular: tendría que haberle puesto pésimo. Tal vez, y aunque recién empiece, lo peor del 2010.

Off topic: que Belcore trabaje en La prensa lo hace más loable que la runfla entera de amigos y pseudocríticos de La Nación y Perfil, Tabarovsky a la cabeza.

El lector sauvage dijo...

El libro de Beresford (Bradford, ¿a quién le importa quién es si lo que escribe refiere a lo que no es?...) resiste poco análisis. Llegué, no sin heroísmo, hasta la página 51 (40 de texto neto) y tengo un coro de hormigas (de puño, en tinta negra) con correcciones de toda índole. Las comillas son un detalle. Falta de comas, reiteraciones sumarísimas, párrafos donde “un” se repite cinco veces en tres líneas pese a la unicidad del significado. Imprecisiones del sujeto que supuestamente encarna en la 3ra. persona omnisciente. Construcciones oracionales donde el sujeto se niega con forzada estrategia. Es tan elemental, reiterativo, obvio, que ni el disfraz de la elusión lo salva. En términos generales, huele a viejo, pero a libro viejo incompleto, como el mismo ejemplar defectuoso que poseo, con ése último pliego de numeración insólita (¿toda la edición es así?).
El concepto que me llevo: será bueno traduciendo, pero a la hora de narrar, goza de una cobardía e ignorancia imposible de disimular con tamaña falsa erudición.
Equivocó el tono, y también el método para explorar un oficio que le está vedado por propia incapacidad. Lo único que me apena es que arruina el catálogo general de LBE. Pero todo mantel debe ceder en su blancura: las moscas son la probabilidad de una mesa bien servida...
(Importa poco, pero por el contexto de citas a obras originales en otros idiomas, que MSB escriba “bulevard” en lugar de “boulevard”, muestra su desconocimiento del habla y sumisión a la ley real de una academia gagá.)

un lector asqueado dijo...

Esa sensación de obra desprolija, apurada, sin el debido trabajo de corrección, también la tuve. Otro libro más escrito así nomás. Seguro saldrá algún energúmeno pseudilustrado a defender ése estilo, como si lo fuera.
Es la suma de todos los lugares comunes que se le pueden ocurrir a un vivo que gusta de las carreras de caballos, pero es avaro a la hora de apostar.

Anónimo dijo...

Guauuuu! Cuánta envidia! Cuánta saña! Esto parece bueno en serio. Dónde se consigue?

un lector ideal dijo...

Anónimo, es la saña y la envidia del mismo señor Belcore, disfrazado de asqueado, de sauvage y de otro ideal. Es muy evidente. Eso es cobardía, Belcore. Anímese a criticiar a La Nacion y a Perfil, con firma. No le vendría mal superar sus limitaciones y empezar a disfrutar de escrituras con subordinadas y más de una idea por página. Como su comubstible es el prejuicio y el resentimiento, si hoy apareciera Santuario, firmado por un desconocido, le bajaría el pulgar. Debería postularse como vocal en la Academia de letras, donde se encirran dinosaurios como usted. O enseñar Lengua en la escuela primaria. Nunca es tarde. Pruebe volver a empezar.

Guiasterion dijo...

Sr. Lector ideal:

Tengo la impresión de que usted está haciendo una tempestad en un vaso de agua. No es dramático el hecho de que me haya aburrido soberanamente el libro. Le aseguro que Serra Bradford no es Faulkner, nunca los confundiría. En todo caso, se trata de una típica cuestión de opiniones. ¿Hace falta que le recuerde que estamos hablando de potencia estética no de la distancia de la Tierra al Sol? Sí, hace falta. Hay tantas opiniones sobre una obra como lectores le hayan hincado el diente.

Gajes del oficio. Escribir sobre literatura argentina trae estas reacciones desaforadas. Hay miles de enanos fascistas o eternos nenes de mamá, que si no los cubren de elogios, saltan como si alguien los hubiera manoseado por detrás.

Usted me ha tratado de mendaz, calculador, resentido, cobarde, antigualla y alguna otra cosa más, sin darse a conocer, obviamente. ¡Todo porque no me gustó un libro! ¿No le parece mucho? Observe este paradoja: si soy irrelevante, por qué reacciona con tanto odio. ¡Ah!, es una artimaña. El viejo truco de fijar la atención en el mensajero para que nadie se percate del mensaje defectuoso.

A partir de ahora Lector ideal, ya no es bienvenido en La biblioteca de Asterión. En mi carácter de editor, le impongo ciertas condiciones. Si quiere acercar una reflexión sobre la obra que refute, matice o desarrolle alguno de los puntos que he tratado yo o los amigos que escribieron los últimos días, adelante. Pero las agresiones personales, guárdeselas en el bolsillo.

G.B.

Anónimo dijo...

Soy asiduo lector de este blog y estoy seguro que el Señor Belcore, con quien no comulgo, por supuesto, en todas las opiniones, sería incapaz de haber escrito los comentarios anónimos que siguen a su reseña por el simple hecho de que su reseña es lo que debe ser, una lectura y no un ataque personal a un autor de la incipiente ¿¿¿LBE??? Por favor, lector sauvage, si hay alguien que puede imprimirle una mancha a ese catálogo –y ya lo hizo- es Chitarroni.

Anónimo dijo...

El senor Belcore puedo ser cualquer cosa;Menos moralista y , prejuicioso.siendo èl,el autor de èste perfectamente poderìa eliminar cualquer comentario para èl desafortunado:Sin imbargo los pùblica y se los puedo asegurar con total naturalidad puesto que es un persona de una integridad inquebrantable.Me parece que usted señor (leitor ideal) deberìa ante todo tener la capacidad de tener tolerancia,cuando se trate de una opniòn que discorde a la suya;O por lo menos que ,su critica deje algo posotivo.Lo ùnico que usted a mì entender logrò,fue dejar bien claro con sus palabras es que, el:Resentido y,frustrado es nada màs,nada menos que usted... Que ni siquiera tiene el valor de indentificarse. Lily

Anónimo dijo...

Es INSOLITO que alguien NO ACEPTE libremente la crítica literal o de cualquier especie.
Da lo mismo si yo pienso o no como BELCORE. O soy amigo de el.... o no.

Las críticas LITERALES son propias de un sitio como este. No puede decirse que están en un CONTEXTO ERRADO. Por ende, si hay crítica, tambien hay gustos y criteros asociados.

Al que no le guste, que cambie de BLOG.

Sin perjuicio de ello....creo que en semejante muestra de cultura Global NO DEBIERA HACER MAS ESPACIO para una polémica que no nos lleva a nada.

GUILLERMO. seguí asi, hay gente que piensa mal, simplemente pues NO ENTIENDE QUE ESTOS ESPACIOS SON CREADOS X PERSONAS X AMOR A LA CULTURA....AL ARTE.....ETC.

Creen probablemente, que la vida es TINELANDIA....(O 6-7-8)....donde el que no piensa como YO....es mi enemigo.

Un ultimo comentario para el POBRE DE MENTALIDAD QUE ABRIO EL DEBATE.
SALI DE LA TAPITA DE COCA COLA y de los chats. La vida tiene muchos colores....aunque vos tengas TV DE BLANCO Y NEGRO EN TU MENTE.

ATTE
ALEJANDRO CUCCHIARA

Anónimo dijo...

La reseña de Belcore es totalmente legítima. Y además destaca más de un aspecto positivo de la novela. Es cierto que la frase citada es poco feliz, pero es una de las tres o cuatro en una novela de más de 400 páginas y no creo que Serra busque ser lírico o sabio. El libro a mí me pareció excelente. Muy bueno el blog.

gabrielaa. dijo...

en general concuerdo tanto con las reseñas de Guiasterion, que iba a dejar pasar este libro. ahora la entrevista de Patricio Zunini me hizo tentar...

entonces, una decisión librada al más puro azar: si encuentro un ejemplar con las últimas hojas, lo leo

Anónimo dijo...

Estaba a punto de comer una ENSALADA DE FRUTAS. La mezcla sería DURAZNOS CON UVAS (2 colores). Allí realmente tuve un ataque de PANICO.
Imagine que al elegir la receta antes mencionada podía llegar a herir la sensibilidad del ESTUPIDO QUE ESCRIBIO EL ANONIMO QUE COMIENZA esta tertulia. Pensé...tal vez al IDEAL le hubiera gustado una elección más jugada.
Le gustarán los duraznos?.
Como siempre.....los ENANOS MENTALES no entienden que en materia de gustos no hay NADA ESCRITO.

Tiene alguien el derecho preferir los duraznos por sobre las ciruelas?.

Es tal vez la uva verde la mejor amiga de la negra??

CUESTION DE GUSTOS!!!!!!!!


ALEJANDRO CUCCHIARA

Anónimo dijo...

http://www.elliberal.com.ar/secciones.php?nombre=home&file=ver&id_noticia=100404CUW

Me crucé con esta nota al autor de este libro, creo que aporta al comentario. Saludos de Madryn.

Guiasterion dijo...

Estimado anónimo:

Muchas gracias. El reportaje es enriquecedor y las respuestas de Serra Bradford, muy inteligentes.

Este blog siempre dará la bienvenida a los diferentes puntos de vista sobre los libros que nos apasionan. Insisto con firmeza: nunca se debe oír una sola campana.

A sus órdenes

G.B.

PD: Me encanta Madryn. Estuve en agosto pasado. Creo que esa costanera es uno de los mejores lugares de la Argentina para abandonarse al goce de la lectura.