miércoles, 10 de febrero de 2010

La bruja de Portobello

Paulo Coelho
Planeta. Novela 291 páginas. Edición 2007.

Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947) ha vendido, según se dice, cerca de cien millones de copias en sesenta y dos idiomas. Francia, la nación más literaria del planeta, le concedió la Legión de Honor. Batió el récord de autógrafos firmados y figuras de la talla de Madonna o Julia Roberts lo consideran su autor de cabecera. Millares de personas lo adoran, juran que les ha aliviado la desdicha. Desde 2002 ocupa el asiento número 21 de la Academia Brasileña de Letras. Es obvio que se trata de un fenómeno de nuestro tiempo. Sin embargo, en términos estrictamente literarios este libro (¿es novela o manual de autoayuda?) me ha hecho rechinar los dientes por su simpleza, cursilería, paternalismo y pobreza expresiva.

La bruja de Portobello es Athena, una hija de gitanos adoptada por una próspera familia maronita del Líbano. La guerra civil los destierra a Londres; la muchacha, que goza del don de la precognición y la visión mística, se empeña en ser madre a los diecinueve años. El matrimonio a las apuradas se deshace y se lanza a una azarosa búsqueda espiritual, desde los desiertos de Arabia hasta la Transilvania. De regreso en Londres, atrae la atención de la prensa sensacionalista y de los intolerantes. Pero de pronto desaparece. Circula la versión de que la sacerdotisa -“una mujer del siglo XXII“- buscaba la muerte; su misión ya había sido cumplida.

Coelho intenta una audacia formal: narrar la vida de la protagonista desde el punto de vista de las personas que la conocieron. No se puede, por desgracia, hablar de una novela coral. El tono melifluo y monocorde no varía de un personaje a otro. El brasileño, que asegura haber sido influido por Borges, William Blake y Henry Miller, debería haberse instruido, por ejemplo, con La piedra lunar de Wilkie Collins, un modelo de articulación feliz de distintas voces.

De todos modos, en este tipo de libritos el análisis de la destreza narrativa resulta a la postre lo menos importante. Son libros de ideas y ellas son las que merecen ser desmenuzadas.

ENERGIA FEMENINA
Atento a ese dogma de Hollywood que postula que “una buena historia debería poder resumirse en una frase“, Coelho sentenció que este libro trata sobre “el despertar de la energía femenina en el hombre y la mujer“.

Cocinó un guiso desabrido con los ingredientes que lo han hecho famoso y que encarnan la quintaesencia de lo que conocemos como New Age: todos poseemos una fuerza desconocida en nuestro interior, hay una segunda naturaleza mágica en las cosas, basta con cambiar de actitud para acceder a un plano diferente de la realidad, nada debería ser sufrimiento.

As¡, con una prolija y provechosa ambigüedad elabora una suerte de religión, en el sentido etimológico del término: re-liga a sus millones de discípulos en la adoración del Universo y el culto de la Gran Madre (puede o no ser la Virgen Mar¡a o, mejor, el lado femenino de Dios). Ella “estará siempre con nosotros, en tanto hagamos las tareas con alegr¡a“.

Hay que reconocer que Coelho se las apaña para conectar con toda clase de lectores. A los jóvenes los complace sustentando que el baile permite caer en trance, alcanzar el éxtasis. Los hombres de negocios gozarán el capítulo dedicado a desarrollar la productividad. Se halaga al Islam, al mismo tiempo que se dispara contra un blanco fácil: hace tiempo que a Jesucristo no se le permitiría ingresar en los templos católicos. Hay también un bálsamo para las madres separadas, los divorciados, las típicas amas de casa insatisfechas, las atormentadas por las dietas. En la página 112, se explica cómo actuar ante un niño pidiendo limosna: cómprele un sanguchito, no le dé monedas; gánese el odio del adulto que lucra con la miseria.

Semejante obsesión por ser instructivo causa fastidio. Oscar Wilde sugería huir de los libros que buscan transmitir un mensaje. George Moore consideraba que las ideas son la maldición de la literatura moderna. Sin llegar a tales extremos, sostenemos aquí que en La bruja de Portobello hay un insoportable regusto a producto manufacturado en serie que persiste hasta el final. El libro, empero, es casi bueno cuando narra y no pontifica.
Guillermo Belcore

Calificación: Malo

PD: Quise tener una visión de primera mano sobre Paulo Coelho, para poder discutir con fundamento en ciertas tertulias. Leí a las apuradas dos novelas. No me gustaron en absoluto. Añadí entonces al brasileño a la lista de autores que no frecuentaré nunca más en lo que me quede de vida, excepto si alguien me contratare para comentarlo. En unos días, después de que salga publicada en La Prensa, subo la segunda reseña.

5 comentarios:

Joaquín Bilbao dijo...

No sabía que le habían dado la Legión de Honor. Otro "honor" que deberé poner en perspectiva.

Gracias por hacer el esfuerzo al que pocos nos animamos.

Anónimo dijo...

Que horror!!! Yo que lejos de ser una experta en literatura;Despuès de haberme,aborrecido el verano pasado leyendo el primer policial del auator"El vencedor Èsta solo" me prometì a mì misma jamàs volver a leerlo. Y usted que se jactaba de la suerte de no tener que leer el ùltimo trabajo de Isabel Allende;Para que vea que siempre puede haber algo peor... Lily

Anónimo dijo...

APLAUSOS para usted!!! Repetiré sus argumentos toda vez que me propongan leer a este autor, y otros de la misma corriente ¿literaria?.
Como siempre, Gracias!
Diana

Anónimo dijo...

la bruja de Portobello me hechizo asi como cada una de sus novelas, es usted un gran escritor

Guiasterion dijo...

Ah, anónimo, es usted de los que se contenta con poco. ¿Sabe?, yo el Nestum lo dejé después del primer año de vida. ¿Por qué no prueba con una novela un poquito más ambiciosa? le aseguro que no le hará daño.

Gracias por escribir
G.B.