Diario de un lector apasionado XIII
Las comparaciones, dicen, son odiosas. Pero resultan útiles, añado yo. He recibido dos libros para comentar. Cuentos completos de Vladimir Nabokov y En tierras bajas de Herta Müller, también una recopilación de relatos y textos breves. Müller recibió el año pasado el Premio Nobel de Literatura, Nabokov jamás obtuvo el galardón. En 1974, el ruso fue derrotado en la votación final junto a Graham Greene por dos escritores suecos, quienes también fueron jurados del Nobel. ¿Alguien alguna vez oyó hablar de la destreza literaria de Eyvind Johnson y Harry Martinson?
El libro de Nabokov tiene más de ochocientas páginas y atesora sesenta y cinco cuentos. Habría que venderlo envuelto en papel celofán, sobre un cojín de terciopelo rojo, dentro de una caja de caoba con los herrajes en oro. Es una magnífica alhaja. He leído, hasta el día de hoy, quince cuentos, publicados antes de 1928. ¿Cómo es posible que un veintiañero escribiera tan pero tan bien, con tanta solvencia y riqueza expresiva?, me pregunto asombrado. El joven Vladimir era un aristócrata caído en desgracia, refugiado en Berlin que se ganaba la vida vendiendo su escritura a revistas de exiliados rusos de lugares tan exóticos como Riga. Hace unos días conversaba con Omar Genovese y Patricio Zunini sobre el tema. ¿A qué edad una persona debe dedicarse a escribir seriamente? ¿Qué bagaje cultural o existencial debe llevar sobre la espalda? Bueno, este libro extraordinario demuestra que es imposible una definición categórica. El genio no tiene edad.
La señora Müller, ¡ay!, me ha defraudado. Está muy bien que se denuncie en molde de ficción autobiográfica la tiranía roja de Ceausescu, pero su prosa es tan rudimentaria que, a decir verdad, sólo puedo compararla con algunos autores de La Joven Guardia argentina. Quintín ya nos había advertido de sus defectos, pero bueno quise tener una opinión de primera mano sobre la campeona de la minoría alemana de Rumania (los suabos). Tengo la sospecha de que la Academia Sueca, una vez más, ha premiado la militancia política o social por encima de las dotes artísticas. Borges, al fin y al cabo, nunca recibió el Nobel supuestamente por haber elogiado a Pinochet, aunque García Márquez sí lo mereció, a pesar de su ciega amistad con Fidel Castro.
Es el segundo fiasco consecutivo, amigos y amigas. Jean-Marie Le Clézio (Nobel 2008) también me había resultado superficial y aburrido. De los premiados de este siglo, sólo pongo las manos en el fuego por Doris Lessing, Orman Pamuk y John Maxwell Coetzee. Son auténticos escritores, estoy seguro de que perdurarán. ¿Para que sirve el Premio Nobel de Literarura?, me digo en esta mañana templada pero húmeda de Buenos Aires, mientras me dispongo a releer La Veneciana, espléndido cuento de Nabokov. Transcribo un párrafo para mostrar la belleza y la inteligencia del estilo:
“El rasgo distintivo de todo lo existente es su monotonía. Compartimos la comida a unas horas pretedeterminadas porque los planetas, como trenes que nunca se retrasaran, salen y llegan a una hora determinada. El hombre medio no puede imaginarse la vida sin un horario tan estrictamente establecido. Pero una mente traviesa y sacrílega se divertiría mucho imaginándose la existencia de la gente en el caso de que el día durara diez horas hoy, ochenta y cinco mañana, y pasado mañana sólo unos minutos. A priori se puede decir que, en Inglaterra, semejante incertidumbre se traduciría en primer lugar en una extraordinaria proliferación de apuestas y otras diversas formas y combinaciones de juego. Los planetas se convertirían en caballos de carreras, y ¡qué entusiasmo el producido por el alazán Marte en la tirada final de su carrera cuando se aprestara a acometer la última valla celestial! Los astrónomos asumirían las funciones de corredores de apuestas, el dios Apolo sería pintado con los llameantes colores de una gorra de jockey y el mundo se volvería felizmente loco”.
Yo postulo aquí, en esta modesta trinchera que lucha contra la mediocridad literaria con uñas y dientes, que la publicación de los Cuentos Completos de Nabokov es, para los hispanohablantes, un acontecimiento cultural más importante que el Premio Nobel de Literatura 2010.
Guillermo Belcore
6 comentarios:
Pues no voy a llevar la contraria a lo aquí expuesto. Leí dos libros de la Müller antes del premio y ahora que lo tiene, no tengo pensado comprar ninguno más. Sin ser mala, buena, lo que se dice buena de verdad... tampoco es.
Pero también el año pasado había un candidato al Nobel de la Paz que ha dedicado su vida a construir escuelas para niños y niñas en Pakistán y Afganistán (acabo de terminar un libro sobre élsu historia) y el galardón se lo llevó Obama por hacer ¿nada?
En fin, ni de los premios más prestigiosos se puede uno fiar.
Mejor mirar hacia otro lado y leer a los autores que a uno más le apetezcan porque los premios, al parecer, de poca guía nos sirven.
Nabokov es un continuo descubrimiento. Me gustó de niño, de joven, de talludito y espero saborearlo de viejo. Lo que no pienso es leer la publicación póstuma que ha propieciado su hijo Dimitri. Lo mismo diría de Bolaño o de Carver. Estaría bien una crítica de esas ingentes bibliotecas escritas por los muertos. Un saludo y un placer leer tus post.
Leì un cuento del mismo en donde;Se explora el ceticismo ante la comunicaciòn de dos hermanas con su profesor de literatura francesa"As Irmas vane":No sabrìa decirle còmo se tradujo el mismo en Espanol! Pero doy fe de que es un autor que narra sus cuentos y, romances de una forma tan expresiva ademàs rica en detalles... Ojalà que pronto llegue acà.Por ahora estoy encantada de haber descubierto el precusor de cuentos policìacos(Edgar Allan Poe ),cuentos completos traducciòn de Julio cortaza.Un amigo me recomendò Rubems Fonseca y le hice caso, con un cuento muy antigo (El Campeonato). Muy generoso de su compartir su pasiòn por la literatura. Lily
Bueno, justificar TODOS los nobel de literatura, es cuando menos arriesgado. Haciendo caso omiso a tus OPINIONES acerca del correcto Clézio (realmente no es un culmen), o de la estimable Müller; y ensalzar a Borges (que verdaderamente no merecía el premio); y denigrar a Márquez (para mí tiene novelas deslumbrantes, y otras que no). Los únicos que bajo mi punto de vista, lo merecieron y no lo recibieron: fueron Tolstoi y Nabokov. También expondré, que hay graduación de nobeles: no es lo mismo un arregladito Clézio o un Gao Xingjian; que un excelso Cela o Gide (que según tú no merecen tal premio). Además hay obras y obras; por ejemplo: "La gruta" y "El cuaderno dorado", ambas de la Lessing; la primera es flojita, la segunda es TOTAL. Pero para finalizar, poner que los únicos nobel merecidos, SEGÚN TÚ, son Pamuk, Coetzee; y un tercero que no recuerdo (que sí, que lo merecen): Suena a pedante; o a alguien que ciertamente a leído poquito. No olviden que es un parecer. Saludos.
Estimado Alberto:
A ver, permítame defenderme. Yo sólo evalué los premios concedidos durante este siglo, no TODOS. Creo haberlo explicado bien en el cuarto párrafo.
Sigo pensando lo mismo RESPECTO A LOS PREMIADOS DESDE 2000, con la excepción de Vargas Llosa que sí merece el galardón como reconocimiento a una vasta producción de novelas de calidad, al igual que García Márquez, uno de mis autores favoritos. Nunca se me ocurría degradarlo a Gabo, como usted me imputa. Quise señalar que es una tontería desacreditar a un artista por las ideas políticas que profesa. Sería lo mismo que minimizarlo por las corbatas que usa.
¿Está seguro que Borges no merecía el Nobel? ¿Por qué lo dice? Yo sostengo a capa y estada que sí él no lo merece, no lo merece nadie. Ni Proust, Guimaraes Rosa y Joyce, otras notorias injusticias del siglo XX.
Un abrazo y gracias por darse una vuelta por aquí
G.B.
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