Mondadori. Novela, 186 páginas. Edición 2010
“La realidad es decepcionante; en ella hay una torpeza, un desajuste que no tiene remedio. Querer remediarlo lleva al mundo espectral de la fantasía. El peso y el volumen y el color de la realidad se pagan con la pérdida de la fluidez y de la belleza. Se pagan con el eterno tropiezo, con la cojera, con el tartamudeo”.
César Aira
Hay que reconocerle al señor César Aira su extraordinaria coherencia. El mejor escritor de la Argentina se ha aferrado a una teoría estética, como el náufrago al madero. Cada una de las tres o cuatros novelitas que publica por año, se rige por un procedimiento originalísimo que ha conquistado la atención de la crítica, el fervor de una legión de incondicionales, la emulación desaforada. Básicamente, se trata de la prolongación del surrealismo; Aira trajo al presente y a la peculiaridad argentina las vanguardias europeas de principio del siglo XX. Implica que el disparate siempre rige el conjunto, la trama (si es que puede llamarse así) pega un bandazo cada pocas páginas y el ritmo de invención es febril. La noción de que ni siquiera lo más descabellado debe quedar fuera de una novela tiene tantos fans como detractores, pero nadie puede negar que la vastísima producción del genio de Pringles es una literatura en si misma y una inmersión en lo distinto.
El error es, sin duda, una de las mejores creaciones del capricho aireano. Es el fruto de un talento maduro y una inteligencia aguzada y meticulosa. Fue labrada con una rara poética, una sintaxis perfecta, una precisión increíble para adjetivar, un humor fino. El texto actúa en el registro de la obsesión: todo gira en torno a lo condición de lo real, la palabra “verosímil” aparece cada dos por tres, y las historias están infestadas de miniaturas.
El eje del libro es, ¡cómo no!, un país diminuto, El Salvador. Hay un narrador que sufre problemas de pareja y es acechado, quizás, por un espía; hay un mujer asesina que huye a la selva pero retorna por un malentendido y es encarcelada tras un proceso kafkiano; hay un bandido legendario incordiado por la esposa; hay un escultor tan genial como fraudulento. Hay dos perros ciegos y blancos, Historias Que Matan, agua que no apaga el fuego, piedra en gel. El libro, fiel al estilo de su autor, es una sucesión vertiginosa de escenas dislocadas más o menos divertidas y de ideas más o menos brillantes. Empero, esta vez, el exotismo y las vetas de alta filosofía se disfrutan de la primera a la última página.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura de La Prensa
Calificación: Muy bueno
PD: Sin duda, el mejor libro de Aira que he leído hasta ahora. Tropiezo en la página setenta y dos con un párrafo esclarecedor, que me obliga ha formularme esta pregunta: “¿El método aireano consiste en practicarle al mundo objetivo los cambios que en la enfermedad cerebral producen la alteración de la percepción’?”. Interesante.
PD II: Máximas aireanas:
1) La realidad suele ser más rara que la razón.
2) Todos los grandes misterios tienen una cara oculta y banal.
3) Aislarse es la única posibilidad de salvación del hombre.
PD III: En el blog de Quintin se han vertido elogios inteligentes sobre este libro. Pinche aquí y aquí.
7 comentarios:
Me encantaría, algún día, leer una crítica suya sobre "Como me hice monja". No puedo explicar lo feliz que fuí leyendo ese librito.
Abrazo.
Estimado amigo:
Lo apunto en la vastísima lista de lecturas pendientes. Tengo un problema: sólo puedo leer hoy las obras que me dan en La Prensa para reseñar, por lo general interesantes, pero que no son todas los que ansío asimilar.
Me temo que no tengo tiempo ni capacidad para devorar más de dos libros por semana. ¡Caray!, cuánto tiempo uno despilfarra trabajando, amando, sufriendo, viviendo, bah, en lugar de dedicarse sólo a la lectura.
Un abrazo
G.B.
Interesante reseña. Solamente he leído un libro de César Aira, "La liebre", y puedo encontrar varias de las premisas manifestadas en este post en la novela que cité.
Saludos!
Ud. lee por placer, lea Ema la cautiva, tenga ese gusto y después hablamos.
Qué lindo gusto Ema la cautiva. Ericz, leíste Madre e hijo? lo editó Bajo la luna, pocas veces me he reído tan a carcajadas.
Yo de Aira he leído unos tres libros. Particularmente en "La costurera y el viento" el efecto de lo asombroso se multiplica a cada instante, tensando los límites de lo verosímil. Aira conjuga una creatividad irrestricta (del orden, digamos, de lo infantil) con su concepto de lo literario y la conciencia del procedimiento. Es como un chico que «sabe» que está haciendo literatura.
Pues lo mismo me pasó a mí. Después de fracasar con "El mago" y "Los misterios de Rosario",la tercera fue la vecida, me encantó este Aira, aunque creo que acá me planto. Gracias por la recomendación de "Cuernos", lo estoy devorando.
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