domingo, 17 de julio de 2011

De Alemania a Alemania

Günther Grass
Alfaguara, edición 2011, 257 páginas. Autobiografía.

“Para el que odia, el odio es más importante que el objeto de su odio”.
Günther Grass

El personaje, estableció Baudrillard, no es más que el simulacro de la personalidad
. Es notable como a los escritores les encanta asumir papeles. En el tumultuoso año 1990 de la era cristiana, Günther Grass (Danzig, 1927) jugó a ser el gran aguafiestas de la reunificación alemana. Se disfrazó de pesimista nacional. Escupió en la sopa de los entusiastas. Condenó “el zarpazo de Occidente“, la anexión a precio de ganga -“sin decencia ni dignidad''- de la República Democrática Alemana, un país atrasado en todos los sentidos. Su papel fue el del intelectual que vive muy bien y es conciente de la inutilidad de sus esfuerzos políticos, pero quiere “decir lo que debe ser dicho“. Este volumen entretenido da cuenta de aquella mascarada.


El libro, escrito en forma de diario, completa la trilogía autobiográfica de uno de los narradores imprescindibles del siglo XX.
Sin duda, tiene valor literario. Fue forjado con un estilo vigoroso, rezume inteligencia y describe personajes interesantes. El tema es Alemania; Alemania hasta vomitar, una nación donde “todo tiene que ser muy grande, como una obra de arte total“. También se aborde el placer de Grass por el dibujo, las litografías y la naturaleza, los viajes, la gestación de libros, la gastronomía. La prosa impresionista es de pinceladas gruesas y pasionales como las de Van Gogh. La doctrina anticapitalista del autor puede compararse con una barra de acero.


Günther Grass quiso ser la conciencia implacable de la Alemania de posguerra. También se inventó como portavoz de los perdedores; en este caso, los ciudadanos de a pie de la mitad comunista “la Elbia oriental” o “el país de Lutero“). Por segunda vez, admite, con llamativa superficialidad, que en 1944, como joven hitlerista no lo asediaban las dudas. Lo atribuye a una debilidad de carácter, una “obstinación juvenil en grandes proyectos casi épicos''.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Bueno

PD: Leo en la entrada del 9 de julio de 1990 que el pueblo alemán celebró más la obtención de la Copa del Mundo en Italia (vencieron uno a cero a la Argentina, maldita sea) que la caída del Muro de Berlín. Fijate, vos.

1 comentario:

Rökkur dijo...

Hola, Acabo de terminar Tres Luces de Keegan. Qué hermoso libro y que bien que escribe.
Voy a tener que ir por sus cuentos ahora. La verdad que estos irlandeses son tremendos.
Abrazo