sábado, 3 de marzo de 2012

Los ojos de la mente

Oliver Sacks
Anagrama. Ensayo de ciencias, 287 páginas. Edición 2011

“Leer nos parece un acto interrumpido e indivisible, y a medida que leemos prestamos atención al significado y quizá a la belleza del lenguaje escrito, sin darnos cuenta de los muchos procesos que hacen que esto sea posible… la lectura, de hecho, se basa en toda una jerarquía o cascada de operaciones que puede detenerse en algún punto”.
Oliver Sacks

El cerebro es algo parecido a una orquesta, pero no cualquiera. Es una orquesta extraordinaria que se dirige a sí misma, muy complicada, con miles de instrumentos, cuya partitura y repertorio cambian permanentemente. Una lesión, una infección, un tumor, una enfermedad degenerativa -cualquiera de esas siniestras eventualidades que nos acechan desde la maleza- puede provocar la desaparición de algunos de los mejores interpretes. Se puede perder, por ejemplo, la capacidad de leer (¡manteniendo al mismo tiempo la de escribir!), o de reconocer caras, o de percibir los colores sin que la personalidad se desintegre. Es que no sólo una discapacidad causa siempre que un talento se potencie, sino que el cerebro posee un potencial de recuperación mayor de lo que antaño se creía. La adaptabilidad no se termina en la juventud. Este es el mensaje de un hombre que se ha pasado la vida estudiando el más complejo elemento del cuerpo humano.

Oliver Sacks, neurólogo e investigador famoso, ha escrito varios libros sobre su especialidad. El más conocido tiene un título delicioso: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. La contratapa nos asegura que el buen doctor es también un excelente escritor, incluso un poeta elogiado por W. H. Auden. Lo que este blog puede atestiguar sin duda alguna es que, al filo de los ochenta años, Sacks ha escrito un libro ameno, culto e interesante, basado en sus casos clínicos y su experiencia personal como médico y paciente.

El libro describe extrañas dolencia neurológicas: alexia pura, prosopagnosia, carencia de visión estereoscópica, síndrome de Capgras, afasia, agnosia topográfica. Los pacientes -como los personajes de los buenos cuentos- evolucionan. Sacks, que reconoce haber experimentado con grandes dosis de anfetaminas, cita a Borges, a Wittgenstein, a los clásicos de la medicina del cerebro, a los nuevos teóricos. Muy sabrosa es la explicación de lo que ocurre en la cabeza cuando leemos, una habilidad relativamente nueva en la especie que demuestra que la experiencia es un agente de cambio tan poderoso en el ser humano como la selección natural. Más allá de su erudición, el ensayo intenta básicamente ofrecer un canto de esperanza, demostrar que incluso con un daño cerebral grave o con la perdida de la vista existen otras modalidades de ser humano, tan dignas de ser vividas como la convencional.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Bueno

1 comentario:

Anónimo dijo...

Señor Belcore;
No conocía el cuento,pero confieso que una vez más su elección mi ha sorpreendido!
Lastima que ya no dispongo de tanto tiempo para seguir el incurable vicio que es la lectura,porque lamentablemente soy estudiante y me tomo el atrevimiento de hacer uso de la palabras de Oscar wilde"dejé de aprender cuando empece ha irme a la escuela",pero es muy necesario O CANUDO DE PAPEL(que eu ainda náo tenho).