sábado, 20 de julio de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Joël Dicker

Alfaguara. Novela, 667 páginas. Edición 2013.

Como El código Da Vinci, este libro se ha convertido en un fenómeno de masas. A los veintiocho años, el ginebrino Joël Dicker vendió cerca de un millón de ejemplares, fue traducido a treinta y tres idiomas y recibió tres importantes galardones de Francia. La mayoría de los suplementos literarios de Europa lo aplaudió de pie. Lo han elogiado críticos irreprochables como Bernard Pivot y Marc Fumaroli. Sin embargo, el valor artístico de la novela es dudoso -por no decir nulo-, como en el caso del bestséller de Dan Brown.

Parece increíble que la combinación de estereotipos, prosa elemental, diálogos pueriles, consejitos de autoayuda, metáforas paupérrimas, ripios y redundancias (un suizofrancés que narra una historia que acontece en Estados Unidos, inevitable) y toneladas de cursilería haya sido elevada al Parnaso, donde sólo tienen derecho a morar las obras maestras. Incluso contiene errores de principiante: en la página sesenta y uno se nos dice que Montclair es una ciudad industrial de Massachusetts; en la noventa y tres la ubican en Nueva Jersey. Puede que, en la cultura de masas, la tolerancia hacia la ejecución evidentemente defectuosa sea cada vez más alta, pero quizás estemos ante otro caso de “seducción naif“. A muchas personas les agradan los cuadros de Rousseau El Aduanero.

Algo hay que decir de la trama. Un escritor de moda, que sufre del síndrome de la página en blanco, investiga en New Hampshire el asesinato de una camarerita ocurrido treinta años atrás. Debe salvar del patíbulo a su mentor, una gloria de las letras estadounidenses que en la década de los setenta mantenía un romance con la quinceañera. La pesquisa es contrarreloj; el protagonista, en tanto, escribe una novela sobre el caso. Hay giros extravagantes. El encanto del thriller radica en ciertas caricaturas y en la compleja carpintería: hay un libro dentro de un libro dentro de otro libro, con dos novelas embutidas. Lo único complejo, por cierto

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Regular


PD: Insoportablemente largo. No entiendo, la verdad que no entiendo porqué se ha cubierto de elogios este mamotreto. En fin. Pero que nadie se quede con esta sola opinión. 

4 comentarios:

José Martínez Ros dijo...

Totalmente de acuerdo, como casi siempre, Sr Belcore. Y muy coincidente (me permito añadir) con lo que escribí aquí http://criticoestado.blogspot.com.es/2013/07/literatura-de-piscina.html
Un cordial saludo

Guiasterion dijo...

Gracias Jose. Tu aporte enriquece este blog.
G.B.

Marcelo dijo...

Uf, y al final lo abandoné en la página 180. Me voy a leer Crímenes y jardines, de Pablo De Santis, mi autor favorito.

Saludos,
Marcelo

Guiasterion dijo...

Lo bien que hace, Marcelo. No tenemos mucho tiempo y hay tanto para leer!
Abrazo
G.B.