sábado, 14 de julio de 2018

La verdadera

¿Recuerdan El amor en los tiempos del cólera? El conmovedor reencuentro entre Florentino Ariza y Fermina Daza, antes de que anochezca. Con sutiles variaciones, una breve pero profunda novela crepuscular de Saúl Bellow (1915-2005) exploró el mismo tópico: el amor en la madurez.

En lugar de la exhuberancia del trópico y del barroco latinoamericano, encontramos en La verdadera (Emecé, 130 páginas, edición 1998) una prosa que, en cierta manera, refleja su lugar de procedencia. Es elegante, fría, eficaz y con pizcas de perversión. La historia transcurre en Chicago.

Bellow escribió la nouvelle a los 82 años de edad. Su estilo estaba intacto, aunque concentrado. Las observaciones exhalan ingenio y los comentarios sobre el orden social o la era moderna son tan inteligentes como siempre, pero quizás el Premio Nobel de Literatura 1976 no tuvo energías para un recorrido más prolongado. Uno se queda con ganas de seguir leyendo.

Habla Harry Trellman, judío estadounidense emancipado de las tradiciones, con un vago aspecto de oriental, los labios gruesos le dan el aire traicionero de Fu Manchú. Se dedica al oscuro tráfico de antigüedades chinas. Posee grandes cantidades de información general en su cabeza y tiene el poder de juzgar a sus semejantes sin equivocarse. Es decir, se trata de un observador de primera clase. Un anciano millonario lo contrata como consejero, por lo general para asuntos de buen gusto.

El núcleo incandescente de la trama es el reecuentro después de cuarenta años de Harry con su novia de la pubertad, Amy Wustrin, quien tuvo la mala idea de casarse con un amigo de ambos. El libro plantea, no sólo el poder de Eros, sino el misterio de los objetos amorosos, que, como enseña la psiquiatría, no se abandonan fácilmente. La distancia es sólo una formalidad. La mente no la registra.

Hay que decir que el encanto de La verdadera proviene también del hecho de que relumbra, al mismo tiempo, tanto por sus ideas como por el acabado de sus personajes. ¿Bellow delata a sus conocidos (todos judíos excéntricos) o bien se ha lanzado a inventar caracteres memorables como Jay Wustrin, un bribón obsesionado con la conquista sexual? El origen, al fin y al cabo, no importa. Lo que cuenta es el resultado. Aquí es magnífico.

El buen lector -que por fortuna todavía existe a tenor de los visitas diarias a este blog- debe conseguir esta novela por tres razones:

  1. Para iniciarse o profundizar en la obra de uno de los mejores escritores de nuestro tiempo.
  2. Se trata de una joya que se disfruta en cada una de las páginas.
  3. Las ideas en juego.

En relación a este último punto, resta decir que la perspectiva de Bellow-Trellman es el de las aristocracia espiritual frente a los filisteos. El amor es preferible a la concupiscencia carnal y económica. Muy saludable. En la página ciento veintiseis hay un planteo que no puedo dejar pasar. La sociedad, para que no naufrague, debe estar ideológicamente equilibrada, es decir derecha e izquierda deberían tener un peso similar

"Todos entendemos en que condiciones estamos. Es una era de liberación. Es como un gran buque, y los pasajeros siempre están tropezando hacia el lado del puerto o cayendo en estampida hacia estribor, y a punto de zozobrar. Nunca están distribuidos en forma pareja. En este preciso momento estamos concentrados a la izquierda, hacia el lado del puerto".

Guillermo Belcore

Calificación: Muy bueno


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