sábado, 20 de julio de 2019

Dark, la serie

En su séptimo viaje interestelar, el inolvidable Ijon Tichy se ve atrapado en un lazo temporal. Es decir, "la inflexión de la dirección del fluir del tiempo dentro del área de los campos gravitatorios de tremenda fuerza, que pueden provocar incluso un cambio de la dirección tan radical que ocurre lo que se llama duplicación del presente". Como consecuencia, la nave del cosmonauta se abarrota de otras versiones temporales de su yo: el de ayer, el de mañana, el del jueves, el del mes próximo y hasta hay uno del año que viene. Se desata una lucha asesina por los escasos recursos  hasta que dos niños (los Tichy de la infancia) logran reparar el cohete.

Esa maravillosa y divertida imaginería de Stanislaw Lem (1) aparece en una de las series del momento que ha producido la industriosa Netflix: la adictiva Dark, tiene la precisión de una maquinaria alemana y la espléndida pesadez de la filosofía germana. Cuatro familias (los Nielsen, Kahnwald, Tiedemann y Doppler) en tres generaciones deben lidiar con viajeros en el tiempo, desaparición de niños y adultos y las versiones del futuro de alguno de sus integrantes.

La primera temporada se emitió en 2017; la segunda este año. Nos llevan al boscoso caserío de Winden, acaso en Baviera. En una planta nuclear han descubierto una sustancia elemental (el éter, la materia negra o el bosón de Higgs) que abre un agujero de gusano que permite viajar a en el tiempo; en un principio, respetando los límites de los treinta y tres años cuando el sol y la luna se alinean y se produce un cambio de ciclo. Es decir, desde 2019 a 1986, 1953, 1920 o 2052.

Hay dos bandos en pugna: la secta Sic Mundis Creatus Est intenta provocar (o confirmar) el Apocalipsis que ocurrirá -agéndelo- el 27 de junio en 2020. El falso sacerdote Noah y el desfigurado Adam (a primera vista parece Cara Roja del Capitán América) ofician de villanos y asesinos de estos Illuminati.

El otro equipo, el de los benignos viajeros en el tiempo, trata de evitar el Armagedón rastreando el hecho primordial que desata un bucle fatal. Pero en Dark no podemos estar seguros de nada; el guión se destaca por su magnífica y oscura complejidad (con muchas pistas falsas). Como bien estableció Kipling, la mejor manera de narrar una historia es como si no se entendiera del todo.

LAS PARADOJAS

Nos deslumbra la serie, además, con sus paradojas. Por ejemplo, Claudia Tiedemann viaja al pasado con una máquina del tiempo (de estética vintage) para enseñarle al inventor del artefacto a concluirla. Se entera en el futuro de la muerte de un familiar cercano; tratar de impedirla en el presente pero termina provocándola. ¿Es que el tiempo y el destino tienen rigor de acero? La ambiciosa trama, como se ve, reflexiona sobre uno de los enigmas de la existencia.

Otro de los agrados del guión son las distintas versiones del yo. Hay cuatro Jonas Kahnwald, por ejemplo. Tres tienen buen corazón, sufren por amor y las inclemencias del tiempo. Es lógico. Al comentar a Heráclito de Efeso, Borges ha establecido que, en realidad, nosotros somos el río, que nunca es el mismo:

"...el hombre de ayer no es el hombre de hoy y el de hoy no será el de mañana. Cambiamos incesantemente..."

Habrá tercera temporada de Dark, que -por otra parte- algo debe en sus exasperados planos-pecho al expresionismo alemán (los sentimientos son el principal motor de los personajes bondadosos, por cierto). Para justificar la prolongación de la serie, en el último capítulo dejan entrar a Blanqui, La trama celeste de Bioy y la serie Fringe. Puede que sea un déficit de invención.
Guillermo Belcore

Calificación: Buena

(1) Diario de las estrellas, Stanislaw Lem, Edhasa Nebulae, edición 2003.

1 comentario:

Javier dijo...

Guille querido, humildemente yo la calaificaría de regular.
Buenas las reconstrucciones de época y manejo del suspenso, pero muy poco creible el argumento, un delirio bastante pueril, podrían haberle sacado mucho más jugo a la idea.
Vi la temporado 1 y no creo que siga.
Abrazo! Harry