Aunque nunca hubo tanta gente escolarizada, un síntoma de la ignorancia y la candidez de estos tiempos degradados es la circulación masiva en las redes sociales de las llamadas fake news, es decir las noticias espurias creadas para desacreditar a una figura pública, movimiento político, empresa, etc.
La expresión circula en las anglósfera desde el 1800, según los lexicógrafos. Hoy en día, los rusos, con un ejército de trolls, parecen haberse especializado en estas artimañas, acaso para vengarse de Occidente; al fin y al cabo no carecen de tradición: fue un agente del zar quien escribió los Protocolos de Sion, ese documento inventado que, según los imbéciles, prueba la existencia de una conspiración judía para conquistar el mundo.
En la Alta Literatura, existe un equivalente a las fake news, más amable, interesante y sustancial. Es un juego del intelecto que exige de lectores cómplices. Consiste en (usando palabras de Jorge Luis Borges) "falsear y tergiversar ajenas historias". Llamémosle entonces false book (fake book ya se usa en otra expresión artística: la música).
En la modernidad se han publicado espléndidos ejemplos de esta subespecie: Vidas imaginarias (1896) de Marcel Schwob, que a su vez inspiró la Historia universal de la infamia (1934) de Jorge Luis Borges. Confirmando la certera Teoría de las influencias de Harold Bloom ambos son precedentes del false book que 1996 anunciaba al mundo, como si de un campanazo se tratase, que en Chile había nacido otro narrador sublime: La literatura nazi en América de Roberto Bolaño (1953-2003). Este es el libro que aquí venimos a recomendar, aprovechando que el sello Alfaguara ha reimpreso en el último bienio la obra (imprescindible) del literato santiaguino.
MASCARADAS
El juego es así: La literatura nazi... es una maravillosa enciclopedia fraudulenta de autores, libros (fictitious books, otro concepto anglosajón, como el Necronomicón de Lovecraft) y editoriales, que simpatizaban o militaban entusiastamente en favor del nacionalsocialismo, el fascismo, el franquismo, la superioridad aria o la xenofobia, el racismo y el antisemitismo en general. Es también una prodigiosa exhibición de estilo.
Bolaño -ese genio- se sirve de recursos nobles como la parodia (¿es la parodia del Diccionario de autores latinoamericanos de Aira?), la sátira (sobre todo de la República de las Letras), la ironía, la crítica social y política, y del humor fino y absurdo (a la manera de Woody Allen), para componer personajes fascinantes que nunca existieron, o bien refieren tangencialmente a ciertos plumíferos famosos. Podrá encontrar usted en el Aleph contemporáneo (Internet) conjeturas sobre a quien aludirían en el mundo real las criaturas bolañescas.
Dijimos humor del absurdo, ¿no? Es que el texto se construye con pasajes francamente desopilantes, como aquéllos que describen a los hermanos Schiaffino, capos de La Doce. Bolaño se las ha ingeniado para unir poesía épica con los barrabravas de Boca Juniors. Qué imaginación, la de este tipo. Nos informa que Italo Schiaffino ha publicado Palidezcan los lebreles, "una suerte de Ilíada para la muchachada xeneize". Y que algunos de sus trescientos versos fueron aprendidos de memoria por la soldadesca tribunera.
Comicidad sí, pero nunca frívola. En el timón de la escritura hay una inteligencia portentosa que desea repudiar alguna de las abominaciones históricas, como el totalitarismo cubano o la guerra sucia de los setenta, todo dicho con una prosa leve que se burla de los tonos y los lugares comunes de la crítica literaria.
Acaso este extracto de la página 179 baste para transmitir el sabor de la obra:
"Amado Couto escribió un libro de cuentos que ninguna editorial aceptó. El libro se perdió. Luego entró a trabajar en los Escuadrones de la Muerte y secuestró y ayudó a torturar y vio como mataban a algunos, pero él seguía pensando en la literatura y más precisamente en lo que necesitaba la literatura brasileña".
El remedo del diccionario -o del comentario diarístico- se abandona en la penúltima entrada, la única compuesta en primera persona. El material autobiográfico es evidente. El carácter que describe es el del infame teniente Carlos Ramírez Hoffman, piloto avezado y oficial de la Inteligencia chilena que se infiltra en un taller literario en Concepción y luego secuestra a las poetisas Venegas. El asesino y torturador deviene en artista de vanguardia y desaparece en Europa. Aquí encontramos la prosa más personal (y seductora) de Bolaño, su tan elogiado flujo continuo.
MIRADA DE AGUILA
No puede dejar de mencionarse otro agrado del libro: la exactitud de la mirada. Bolaño arroja una sonda a las profundidades del alma americana. Puede que resulte desagradable el paisaje pero -entre tantas caricaturas- es rigurosamente cierto. Llama la atención que los argentinos sean la primera minoría en la falaz antología.
El primer capítulo se demora en los Mendiluce y es una despiadada vivisección del extravío ideológico, el esnobismo y la superficialidad de cierta clase pudiente de la Patria. Edelmira Thompson, la madre, comparte características con las hermanas Ocampo, "dictadoras de la lírica y del buen gusto en ambas márgenes del Plata en los albores del siglo XX". Juan Mendiluce Thompson, el hijo, lanzaba diatribas, entre otros, "contra Cortázar, a quien acusa de irreal y cruento; contra Borges, a quien acusa de escribir historias que son caricaturas de caricaturas y de crear personajes exhaustos de una literatura, la inglesa y la francesa, ya periclitada, contada mil veces, gastada hasta la náusea".
Mateo Aguirre Bengochea es el terrateniente de la Patria con ambiciones artísticas, pero sin talento. En Silvio Salvático está el rencor del fracasado pequeñoburgués: quiere dedicarse a escribir pero debe ganarse la vida en trabajos insignificantes (¿Roberto Arlt?). Daniela de Montecristo, la argentinidad aventurera que cautiva allí donde aparece, y sufre de malandrofilia ("en la nalga izquierda llevaba tatuada una esvástica negra").
A los fabulosos hermanos Schiaffino, ya los mencionamos. ¿No está plagado de filonazis el submundo del fútbol? Finalmente, Bolaño describe El Cuarto Reich Argentino, "una de las empresas editoriales más extrañas, bizarras y obstinadas de cuantas se han dado en el continente americano, tierra abonada para empresas al borde de la locura, la legalidad y la simpleza".
La literatura nazi en América esta a punto de cumplir un cuarto de siglo de vida. No ha perdido frescura. No sólo es una obra tan amena como profunda sino que constituye una magnífica puerta de entrada a uno de los mejores palacios verbales de la región, la obra excepcional de Roberto Bolaño (¡ay, su temprana desaparición!). Porque este subcontinente, estimado lector, no sólo ha prodigado extremistas alucinados como el Che Guevara o Mario Firmenich, sino también escritores originalísimos. Indispensables.
Guillermo Belcore
No hay comentarios:
Publicar un comentario