lunes, 9 de marzo de 2020

Copérnico

En 1976, antes de que la crítica estableciera que John Banville es el mejor estilista de la anglósfera, el literato irlandés publicó una exquisita biografía de Nicolás Copérnico.

Por fortuna, ha sido traducida al español. Ha llegado a nuestras manos, ansiosas de Alta Literatura, la edición de Sudamericana de 1990. Copérnico (262 páginas) encierra casi todas las virtudes de la prosa madura de Banville: fulgor poético, dominio de la metáfora, sublimes retratos, profundidad psicológica, excelente construcción de escenas.

No obstante, el valor cenital de este libro es el juego de ideas que deviene de una magnífica reconstrucción histórica. Es un viaje fascinante a la Europa del Renacimiento y la Reforma. Trabamos relación, de primera mano o de mentas, con personalidades como Savonarola, Rodrigo Borgia, Lutero, el rey Segismundo de Polonia, el Gran Maestre Albrecht von Hohenzollern (sanguinario reyezuelo de los Caballeros Teutónicos), el príncipe-obispo Johannes Dantiscus. La lista sigue. 

Recorremos Cracovia, la Prusia Real, Bolonia, Padua, Roma (en el jubileo del año 1500), Königsberg, Wittemberg. Viajamos al siglo XVI para conocer al frío, remilgado e indiferente prusiano que “dio a conocer la música secreta del universo a un mundo que se revolvía en la ignorancia”. Herr Nicolás Koppernigk, hijo de un mercader de Torum que ascendió a la dignidad de Doctor Copernicus. Canónigo que en Italia estudió medicina, “una especie de escondite desde donde podía dedicarse clandestinamente a sus aficiones” en los enclaves alemanes del Báltico: crear -perfeccionar, mejor dicho- una nueva teoría cosmólogica, el heliocentrismo. Destronó a Tolomeo. “El firmamento cantaba como una sirena”, para Nicolás. 

Vemos también cosas horribles. Enfermedades: Andreas, el hermano amado-odiado de Nicolás fue destrozado por la sífilis. Matanzas: los Caballeros Teutónicos arrasaban ciudades enteras en la Prusia bajo el dominio de la monarquía polaca. Y la monstruosa red de intrigas políticas y religiosas europeas. Además, claro, de la persecución a los “sodomitas“.

LA OBRA MAESTRA


La biografía se articula en cuatro etapas: I) Orbitas Lumenque; II) Magister Ludi; III) Cantus Mundi; IV) Magnum Miraculum, que recorren el ciclo vital del astrónomo entre 1473 y 1543. 

La tercera parte, la mejor de todas, fue escrita supuestamente en 1579 por Georg Joachim von Luachen, apodado Rheticus, discípulo alemán que viajó hasta el obispado de Erland (hoy Warmia, en Polonia) para conseguir la edición de ’De Revolutionibus Orbium Mundi’, la obra maestra de Copérnico, que ocultó a la Humanidad hasta casi el final de sus días por temor a la reacción de los poderosos y del populacho. Convengamos que un universo centrado en el sol no era algo que pluguiere a un mundo saliendo del Medioevo, ansioso de alegría, libertad y salvación.”Yo creo en las matemáticas, en ninguna otra cosa”, decía el enjuto y desgarbado inventor de una teoría del cielo.

Por cierto, Rheticus admite que retocó el original: “Saqué aquella frase absurda en que especulaba sobre la posibilidad de órbitas elípticas, ¡órbitas elípticas, por el amor de Dios!”. Vaya tonto.

“El astrónomo que estudia el movimiento de las estrellas es como un ciego que con ayuda del bastón de las matemáticas debe hacer un enorme, interminable y peligroso viaje, pasando por innumerables parajes desolados. ¿Y cuál será el resultado? Avanzará nervioso un trecho y andará a tientas golpeando el bastón contra el suelo pero llegará un momento en qué se apoyará en él y suplicará al Cielo, a la tierra y a todos los dioses que lo ayuden en su angustioso camino”…

Este hermoso párrafo de la página doscientos uno describe en realidad a la Humanidad. Todos somos ciegos; lo que varía es el bastón que usamos a poder recorrer nuestro camino.
Guillermo Belcore

Calificación: Muy buena

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