Eduardo Wilde
Capital Intelectual. Colección de cuentos, 155 páginas.
Como en la Atenas clásica, o la Nueva Inglaterra de Franklin, el genio prosperó en la Buenos Aires de fines del siglo XIX. Una aristocracia esclarecida cultivó el arte y la ciencia, mientras de paso construía un país. El doctor Eduardo Wilde (1844-1913) fue vivo ejemplo de aquella excelencia que hoy tanto extrañamos. Fue un gran sanitarista, fue ministro, fue diplomático, fue profesor universitario, fue legislador, fue un ambicioso hombre de acción. Pero también -acota Borges- fue autor de muchas páginas inmortales. Lo confirmamos con provecho y placer en este volumen, recobrado por Abelardo Castillo.
Hay en Wilde un aire de familia con los mejores humoristas ingleses. La fina ironía, el fulgor poético, la claridad en la forma, la elegancia en las palabras, el criollismo delicado ornamentan sus escritos. Particularmente eficaces son sus retratos de esas ideas insanas que son el sustento de la sociedad, como la amistad desinteresada, el cariño, la alegría, la necesidad imperiosa de figurar. Acaso Wilde haya prefigurado al doctor Gregory House. Menudean las magníficas descripciones, las tempestades románticas, las historias de enfermos, de mujeres atractivas, de caballos, de viajes. Escribió Borges en 1928: “su poética de la ubicuidad de la lluvia es una generosidad de la literatura muy difícil de igualar”.
Wilde quiso, según sus propias palabras, analizar y descomponer sentimientos. Pero aclaró que, incluso el frío disector del alma humana, pueden tener el corazón caliente y lleno de las mayores ternuras. Su obra es, por decirlo con términos de esta época, una escritura del yo, aunque no es el yo inane y fastidioso de los narradores argentinos de hoy. El buen doctor meditó sobre la utilidad de la desgracia, la delicia de vivir sin bronces, la primera noche de cementerio, el desdén vernáculo por el trabajo duro, el aire de San Petersburgo. He aquí un libro atractivo, sin duda.
Guillermo Belcore
Publicado en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata el 26 de abril de 2009.
Calificación: Bueno
PD: Wilde sólo contaba con un tintero y algunas plumas de ganso. Nosotros tenemos computadoras, pero la escritura no ha mejorado. ¡Qué cosa, no!
1 comentario:
Hola Guiasterion
Hoy estoy de paseo por la red en busca de contadores de cuentos, letras nuevas, amigos para aprender y compartir. He venido a invitarte con especial motivo para que me acompañes esta semana en que dedico a la lectura de las letras Argentinas. Espero que lo que estoy leyendo te guste tanto como a mí. Espero tu visita en mi Casa der los Cuentos, tus opiniones y comentarios. Saludos desde Mérida, Venezuela. Jabier.
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