domingo, 10 de enero de 2010

Invisible

Paul Auster
Anagrama. Novela, 282 páginas. Edición 2009, precio aproximado: $ 55.

Borges definía a su amigo José Pepe Bianco como uno de esos pocos escritores que “no olvidan que hay un lector, un hombre silencioso cuya atención conviene retener, cuyas previsiones hay que frustrar, delicadamente, cuyas reacciones hay que gobernar y que presentir, cuya amistad es necesaria, cuya complicidad es preciosa“.
El hermoso dictamen calza perfecto en Paul Auster (Nueva Jersey, 1947). El estadounidense es un literato diestro y elegante que conoce los trucos del oficio. Sabe como picar la curiosidad del lector, como crear identificación con el hombre o la mujer que ha pasado por el psicoanálisis, como enseñarle algo a ese o esa profesional que aún conserva aspiraciones intelectuales. Todo viene servido con una capa de corrección política y moralidad inteligente que no puede sino reforzar los vínculos. Hasta los eméticos son azucarados: en el libro que me dispongo a comentar hay una detallada relación incestuosa, que en ningún momento resulta cruda o repugnante. Paul Auster, supongo, es el escritor favorito de los lectores de The New York Times.

Ahora bien, establecido el hecho de que el americano sabe cómo narrar una historia, es menester decir unas palabras sobre lo que narra. Invisible -como casi todas las obras de este siglo de Auster- trasmite una idea de superficialidad. La story, al fin y al cabo, no es más que una tempestad en un tubo de ensayo. Un estudiante de letras, guapo como estrella de cine, tropieza en una fiesta con un profesor francés que imprevistamente se convierte en su benefactor pero un hecho sangriento en la calle arruina esa relación. El joven viaja a Francia e intenta vengarse. Su vida da un giro de ciento ochenta grados. Con este puñadito de arena, Auster intenta construir una mansión. Ni el mejor artesano podría hacerlo.

La novela número trece de Auster contiene, naturalmente, todos los elementos de su universo personal: erotismo, neurosis del intelectual, el poder del azar, referencias clásicas, personalidades difíciles de entender, una evaluación crítica del pasado, jueguitos metaliterarios, enigmas. También dice presente la fascinación zonza del americano por París. El texto incurre en sensiblerías: “Conteniendo una carcajada, Gwyn te lanza el paquete de tabaco y grita con falsa rabia: ¡Eres imposible!”. La sensiblería, claro está, no anula otras cualidades de la prosa: encanto, erudición, transparencia, sentido del humor. Combina una admirable lucidez para ponderar la naturaleza humana con una fea propensión a pontificar: “ser buena persona es ser honrado, amable y generoso, no burlarse jamás de nadie, nunca sentirse superior a nadie y tampoco buscar pelea por nada”. O esta otra guía para infieles: “el amor no es una cuestión moral, como tampoco lo es el deseo, y mientras no se perjudique al uno al otro ni a nadie más, no incumplirás tu palabra”. El libro esta infestado con sabidurías de pacotilla.

Los huecos en la trama intentan subsanarse con un truco literario que confirma las dotes de prestidigitador de Auster. Como la historia es narrada por escrito por un Adam Walker moribundo, o por personas que lo conocieron, el lector nunca puede estar seguro de qué ha ocurrido en realidad en 1967, si las anécdotas son verdaderas o bien el producto de una imaginación desatada. Esa delicada ambigüedad, empero, no rescata una obra menor que en conjunto es difícil que sea recordada como algo más que “un best seller de calidad, muy bien escrito”.

Que me disculpe su legión de admiradores, yo sigo pensando que Paul Auster es otro artista que ha perdido la facultad de sorprender. Añoro sus primeros libros.
Guillermo Belcore

Calificación: Regular

PD: Auster sostiene que trabajar en una biblioteca sirve única y exclusivamente para una cosa: entregarse a fantasías sexuales. Si hay algún lector o lectora de este blog que trabaje o haya trabajado como bibliotecario, me encantaría que me confirme o refute el punto.

PD II: Podés leer el primer capítulo aquí:

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente reseña. Y además tranquilizadora, porque cuando uno lee las críticas a este libro que se leen en determinada prensa escrita, uno duda si será idiota. Un saludo.

KAIMAN dijo...

Excelente blog. Lo consulto muy a menudo a la hora de seleccionar mis lecturas.

Tendré en cuenta lo de mi admirado Auster.

Saludos.

gabrielaa. dijo...

es cierto: en The New York Times tuvo buena crítica. pero en The New Yorker le dieron con un caño.

Guiasterion dijo...

Estimado Guillermo:

¿Estás seguro de que Paul Auster sostiene esa apreciación acerca de la labor del bibliotecario?

Desconozco en qué circunstancia lo habrá manifestado. Pero me cuesta creer que un escritor de su marcada trayectoria, que vive de sus lectores y quien mucho tiene para agradecer a los que promocionen sus obras, pueda emitir semejante juicio de valor.
De más está decir que su comentario es absolutamente incierto.

Existe en la vocación del bibliotecario cierto patrón de regularidad centrado en el interés y el placer por la lectura, su exitosa experiencia de incursión voluntaria en el terreno de la literatura suele alentar mayor dominio en distintos campos de conocimiento, alcanzando en ocasiones un nivel de cultura general que trasciende la fantasía y la imaginación de lo novelístico. La cotidianeidad de la lectura facilita la adquisición de nuevas competencias y habilidades, de ahí su transversalidad con las distintas áreas del saber. De modo tal, que el acto lector como práctica del lenguaje de uso social, se constituya en contenido relevante para el aprendizaje en todo nivel escolar. De hecho las instituciones educativas cuentan con bibliotecas y bibliotecarios que, en loable despliegue de su profesión, invierten esfuerzos para disposición y difusión de la lectura como herramienta indispensable para el conocimiento. Lejos, lejísimo, de cualquier vinculación con la fantasía sexual.

No sé qué se fumó Auster para expresar tamaña estupidez, pero es preocupante. Escuchado eso de cualquier otra persona o profesional, sería interpretado fácilmente de padecer algún trastorno sexual de mórbida perturbación fetichista. Pero, visto de quien viene: polémico escritor, cuyas esposas (no casualmente) también fueran escritoras, y que además se jacta de escribir obras completas en 3 o 6 meses por sóla inspiración (cuya carrera cuantitativa, a mi humilde entender, no le permite detenerse en reflexiones de calidad), de haber expresado en algún momento que Borges "es un escritor menor genial", y comentar con osadía que la naturalidad con que relató el incesto resulta ser lo más apasionante y valiente de su obra; podrían inferirse múltiples apreciaciones en torno a su comentario, sin merecer mayor profundización.

PD: No pude insertarlo en la página porque no tengo cuenta de google (es lo que me pide), pero me atreví a responder algo desde aquí. Cómo dejar pasar semejante comentario sin opinar?
Ah, y felicitaciones por la página, me pareció muy interesante.

Silvia

César dijo...

Este lo pediré en mi próximo catálogo de Círculo.
Tiene buena pinta, aunque es difícil sorprender tras tantos años de éxitos.
Me conformaré con que sea un libro que al menos entretenga

Saludos

César dijo...

Este lo pediré en mi próximo catálogo de Círculo.
Tiene buena pinta, aunque es difícil sorprender tras tantos años de éxitos.
Me conformaré con que sea un libro que al menos entretenga

Saludos

Humanoide dijo...

Hace años que Auster no me sorprende, pero lo sigo leyendo y probablemente vaya a seguir haciéndolo de manera indefinida. Unas veces lo disfruto más que otras. Tengo el libro en mi mesita de luz desde que salió, pero aún no lo he leído, ya veremos.

Saludos.

Guiasterion dijo...

Queridos amigos:

Gracias por escribir. No seré yo quien desdeñe a Paul Auster. He incluido una de sus novelas en mi lista de las cien mejores de la década, una suerte de homenaje a un escritor encantador con quien he pasado momentos muy gratos, sobre todo con sus primeros libros.

No obstante, su última obra no me cautivó. No creo que se trate de Gran Literatura. Es entretenida, sí, querido César. Pero me parece que los personajes están inflados, son inverosímiles. La broma de los bibliotecarios, Silvia, es una boba provocación, acaso un guiño. La historia no es más -repito- que una tormenta una taza de te. Me da la impresión, por otro lado, que Auster nos sirve una y otra vez los mismos ingredientes, ligeramente cambiados. Ese platillo, aunque bien elaborado, me ha hartado, lo confieso. Me ocurre lo mismo con las películas de Woody Allen y de Almodóvar. Reivindico mi derecho a ser sorprendido. La originalidad -aunque mi amigo Crivelli la tache de “prejuicio romántico”- es también una cualidad literaria.

Le agradezco Gabrielaa por el link a The New Yorker. Estoy de acuerdo con lo que allí se escribió. Hay en los medios, estimado Oesido, un juego de complicidades con Auster, sobre todos los españoles, especialmente desde que ganó el Príncipe de Asturias. Hace unos días, Quintin en su trinchera comentó un texto encomiástico de Vila-Matas sobre el escritor de New Jersey. En el blog Hablando del Asunto comprobarán que ambos escritores son amigos. En “Invisible”, Auster le devuelve el cumplido al catalán.
Leo en la página 273 la lista de obras que una dama eminente lleva de vacaciones al trópico: “Novelas de Bernhard y Vila-Matas, poemas de Dupin y Du Bouchet, ensayos de Sacks y Diderot: todos libros valiosos…”

El amiguismo (el intercambio de favores) es una lacra en la crítica, no me cansaré de sostenerlo. Siempre que leo una reseña estúpidamente favorable en un medio de comunicación sobre una obra dudosa, desconfío. Y pocas veces me equivoco. Salvo honrosas excepciones, yo ya no creo en los comentarios de nuestros diarios sobre los libros publicados, especialmente de autores argentinos. Creo sí en algunos blogs honestos y admiro la crítica anglosajona, que suele estar a un paso de lo despiadado.

Espero Humanoide su comentario. Estoy seguro que descubrirá virtudes y defectos que se me han pasado por alto.

Mis respetos a todos

G.B.

mario skan dijo...

Trabajo en una biblioteca desde hace 8 años y todavía no se me despertó el indio en la sala.
Falso Auster, falso

Anónimo dijo...

Infinitamente superior a la producción de Auster en este siglo es cada palabra escrita por su mujer, Siri Hustvedt.
MV

Guiasterion dijo...

Estimado/a MV:

Me temo que no la he leído. ¿Cuál es su mejor obra?

Gracias
G.B.

César dijo...

Acabo de terminarmela, y la verdad es que el resultado es positivo.
Ciertamente es un experimento narrativo lo que propone Auster, y el intercambio de narradores hace la historia más agil y amena.

Quizá se le vea demasiado obsesionado con el sexo, como a su personaje, pero en conjunto, la obra me ha gustado, aunque también tiene otras mucho mejores, y es probable que no vuelva a escribir grandes novelas

Saludos