martes, 3 de agosto de 2010

Que el vasto mundo siga girando

Colum McCann
RBA. Novela, 473 páginas. Edición 2010.

“Lo único que necesitas saber de la guerra, hijo mío, es esto: no vayas”.
McCann

En agosto de 1974, un equilibrista francés recorre sobre una cuerda floja y a ciento diez pisos de altura la distancia entre las dos torres del World Trade Center. La hazaña es el eje de esta novela coral. Va engarzando, como si de perlas se tratase, historias individuales en la Nueva York de los setenta, una urbe degradada a nivel tercermundista. Son historias fascinantes. Hay un cura irlandés, comprometido con la Teología de la Liberación, un ángel loco e increíble que encuentra a Jesucristo entre las prostitutas del Bronx. Están las madres de Vietnam, que se reúnen para mitigar el dolor por la muerte de un vástago en “la menos norteamericana de las guerras”. Hay dos artistas de vanguardia que, como todos los de su ralea, cuanto menos trabajan más valiosos creen ser. Hay hackers en la prehistoria de la informática, hay un juez idealista de Manhattan, hay una influencia notoria del gran Don DeLillo.

Colum McCann (1965) es otro irlandés que ha adoptado Nueva York. E pluribus unum. Después de varios intentos, forjó una obra consagratoria. Este libro recibió el National Book Award de 2009. Despliega una enorme cantidad de recursos narrativos, casi todos bien logrados. El amor por el detalle delata al novelista de fuste. ¿Acaso el buen novelista no es esa persona que se preocupa constantemente por los pormenores más insignificantes? La trama tiene sus tiempos inertes y un grueso error (Studio 54 abrió recién en 1977), pero en conjunto el libro es extraordinario, en particular por la tremenda fuerza emocional, con pasajes que golpean como una maza.

Hay otra cualidad importante. Es un producto very Irish, lo que le permite conectar con la sensibilidad latinoamericana. La irlandidad -si es que existe la palabra- implica dosis de angustia y culpa, la fe que flaquea, la importancia decisiva de la familia, la búsqueda de pureza (aunque sea en una acrobacia), el misterio de la ausencia de Dios, la esperanza. Es decir, una abstracción, una noble intención metafísica, siempre agita la trama.
Guillermo Belcore
Publicado en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata

Calificación: Muy bueno

PD: Creo que la banda sonora de la novela podría ser este tema.

PD II: Me duelen las muelas de repetir que la buena novela exige un trabajo casi inhumano, incluso trabajo de campo. Así lo explica McCann en El País.

1 comentario:

Joaquín Bilbao dijo...

Por la manera en que escribió la crítica, querido Asterión, parece que el próximo libro de McCann podría recibir un excelente y pasar a ser un "Recomendado 2011/?". Claro que un mala jugada lo haría ser simplemente bueno y, por tanto, olvidable. La gloria sólo está reservada para los Recomendados.

Después de haber leído la novela de Mailer, "Los ejércitos de la noche", presiento que las historias de "Que el vasto mundo..." pueden ser una suerte de continuación a la misma. Su relato, querido Asterión, despertó mi curiosidad.

Un plan de historia desde la literatura. O como diría Mailer: La historia como novela.

Saludos.