Argumento número veinticinco
Jorge Luis Borges
Ficciones. Bruguera. Edición 1985
Todos los hombres en Babilonia fueron procónsul, esclavo, presidiario, sumo sacerdote. Todos sufrieron alguna mutilación o los declararon invisibles. Todos fueron cazadores o fueron cazados. Deben esa variedad casi atroz a una institución que otros pueblos ignoran o que obran en ellos de manera imperfecta: la lotería. En un principio, era un juego plebeyo (similar a nuestro Quini 6) pero fracasó porque se dirigía a una sola de las facultades humanas: la esperanza. Ante la indiferencia popular, la Compañía fue agregando valores eclesiásticos, metafísicos. Elevó la lotería al rango de secreta, gratuita y general. Una nueva era había empezado. Fue lógico que la Compañía obtuviera finalmente la suma del poder público, aunque algunos heresiarcas sostienen que ya no existe, o peor aun: que nunca existió. Pero lo cierto es que los sorteos hoy son infinitos, rigen cada avatar de cada uno de los hombres o mujeres de Babilonia. La lotería es una intensificación del azar, una periódica infusión del caos en el cosmos. La vida no es otra cosa que un eterno juego de dados.
PD: Releo este magnífico cuento mientras devoro en San Pedro Telmo (Defensa y Pasaje San Lorenzo) un rotundo sándwich de pollo, jamón y queso. Adiós al régimen, estoy harto de rendirle pleitesía a mi estómago maltrecho. Como los lectores saben, soy un Borgéslatra confeso, tengo la necesidad, diría física, de releerlo todos los días. El relato data de mil novecientos cuarenta y cuatro. El sociólogo Zygmunt Bauman, un cartógrafo esencial del presente, sostiene que ningún texto describe mejor el desorden actual (la modernidad líquida) que La Lotería en Babilonia. Las Escritores de Primera, nunca me canso de repetirlo, son las antenas de nuestra especie. John Milton en El Paraíso Perdido también pudo haber anticipado nuestro globalización impiadosa. Véase este fragmento:
”… de juez actúa el Caos,
y con sus decisiones se complica
más la contienda por la cual impera;
junto a él y como arbitro supremo
el Acaso gobierna sobre todo”.
Es deprimente para el ego y es un acicate para nuestros temores, pero el poeta tiene razón, el "Acaso gobierna sobre todo…"
1 comentario:
El acaso gobierna sobre todo y a mí me gobierna el calificativo que tú pondrás a mi historia cuando aparezca ;-)))remite una admiradora llamada Graciela, voy a seguir con la corrección de la correción bye bye
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