Salamandra. Edición 2011, 189 páginas
“Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo; debajo hace frío y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas, que se hunden. Ese es el momento que me interesa. Si tenemos suerte, no ocurre nada y seguimos danzando. Si tenemos suerte”.F.V.Sch.
Básicamente, la industria editorial adora esta clase de libros por dos motivos. El best seller de calidad es un espléndido negocio que permite, al mismo tiempo, librarse de la fastidiosa sensación de estar vendiendo basura escrita para complacer a los perezosos. La fraternidad crítica, en cambio, los aborrece (o simula hacerlo) por mero esnobismo: los tiquismiquis piensan que nada que se venda como pan caliente puede ser bueno. Por eso repudian a Eco o a Murakami.
Crímenes se ha convertido en un fenómeno de ventas, primero en Alemania y luego en el resto de Europa. El cine ya se le puso el ojo encima a un libro que tiene algo de la formidable saga Law & Order. Ferdinand Von Schirach es un prestigioso abogado penalista de Berlin, hijo de un jerarca nazi, que ha decidido, supuestamente, narrar sus casos extraordinarios. Emplea una prosa elegante, sobria, de una belleza clásica. Como cualquier manufactura germana, como un Mercedes Benz. Su propósito declamado es mostrar que la culpabilidad es un asunto peliagudo; hay que mirar al asesino con ojos misericordiosos. La clave en la vida es tener suerte.
Las historias son fascinantes; se han urdido como cuentos que suelen tener un final que deja pasmado. Hay un muchacho con ganas de devorar a la novia, y otro al que aterra el número dieciocho. Hay un hombrecillo insignificante que se despacha a dos vándalos neonazi sin siquiera despeinarse. Hay una prostituta reventada a golpes; hay un respetabilísimo medico de provincias que un buen día estalla con un hacha en la mano. El robo a un cuenco de te del Japón del siglo XVI desemboca en la espantosa muerte de dos maleantes. Hay más fábulas terribles. Los relatos tienen un núcleo estrictamente literario que generan dudas sobre su autenticidad, ¿pero qué importa? ¿No dijo Oscar Wilde que la vida termina copiando al arte?
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Muy bueno
PD: Como buen argentino que soy, siempre me resulta interesante la descripción de cómo se procesa y castiga un delito en un país civilizado. Leo que en el distrito de Nordeck, al norte de Berlín, no se había producido un delito de sangre en ¡veintidós años! A pesar de su clima espantoso (parece que llueve siempre), he ahí un lugar donde me encantaría vivir.
PD II: Se ha publicado un excelente reportaje al autor en El País de Madrid. Pinche aquí.
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