Por Alessandro Baricco
Anagrama, 199 páginas. Novela
Si alguna vez, un crítico decide componer una lista con las mejores veinte novelas eróticas de todos los tiempos haría bien en incluir La Esposa joven, la obra más reciente de Alessandro Baricco (Turín, 1958). El sexo, en efecto, es el hilo de plata que atraviesa la historia de una familia tan burguesa como exótica del norte de Italia. El sexo como obsesión, como el estribillo de una canción, el soniquete de un ave. Pero abordado con una delicadeza y profundidad admirable. Se confirma que cuando las dos Diosas de la Excelencia -Poética y Filosofía- atraviesan la trama no existen los temas gárrulos.Baricco nos conduce a una fascinante casa de maniáticos, cargada de secretos, que desayuna hasta las tres la tarde y con un tío que duerme todo el tiempo. Es una locura feliz. El sacerdote de ese templo se llama Modesto, que sirve en el caserón desde hace cincuenta nueve años. Hay un Padre, una Madre, una Hija, un Hijo ausente (viajó a Inglaterra por distintos motivos) y una Esposa joven (en realidad futura esposa) que un día aparece en el umbral para cumplir el matrimonio concertado con el Hijo tres años atrás. Vuelve desde la Argentina, donde sus padres y hermanos -toscos ganaderos- emigraron para acumular fortuna. La llegada de la chica va levantando los velos que, como si fuesen pesados cortinados, cubre el pasado de cada de uno de los personajes, cuyo nombre nunca oímos. Sólo el de Modesto, el mayordomo que gobierna a golpes de tos.
La revelación de los enigmas -además del erotismo- es lo que hace avanzar una novela que por momentos provoca la agradable sensación de que va a la deriva en la corriente. El procedimiento detectivesco puede compararse con ir quitando una a una las capas de una cebolla. Algo peregrino se había enroscado en el destino de la Familia. Notable estilista, Baricco parece que no confía en sus lectores. En la página cincuenta y cuatro, ve la necesidad de explicar lo obvio: que el texto va cambiando de manera más o menos abrupta la voz del narrador. Nos lo advierte un escritor que evoca la historia de la Familia extravagante. También ha perdido la cordura.
La escritura es simplemente hermosa de leer. El autor del bestseller Seda es uno de esos narradores que tienen muy poco que decir pero lo hace de una manera bellísima. Su prosa está forjada con mil lecturas fecundas, incluso latinoamericanas. Hay pasajes del más rancio realismo mágico, como las maravillosas páginas que describen los efectos tremebundos de los senos de la Madre entre la población masculina. Es que es ésta, por encima de todo, una novela feminista. Las heroínas son mujeres que se liberan de la opresión patriarcal dando vía libre a la cruda necesidad del deseo. Son los cuerpos los que dictan la vida, todo lo demás es consecuencia, se establece.
Un comentario al margen. Baricco dice, con gran amabilidad, tres o cuatro verdades sobre la Argentina. Sus antenas perciben en nuestro país "una idea misteriosa de la propiedad y un concepto escurridizo de la justicia". También padecemos "una violencia invisible que es fácil de percibir, pero resulta arduo de descifrar". Así nos va.
Guillermo Belcore
Publicado hoy en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
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