viernes, 7 de febrero de 2020

Enviada especial

Por Jean Echenoz

Anagrama, novela de 255 páginas. Edición 2016.

Debajo de la vida institucional y política de un país, prospera una jungla peligrosa. Son los servicios de inteligencia. Son los sótanos de la democracia, según denunció en su primer discurso el Presidente de la República Argentina. ¿Son necesarios? Obviamente. No se puede gobernar bien sin información precisa; y los enemigos de la sociedad abierta, nunca lo olvide, son legión.

Pero el aparato del espionaje necesita de controles muy estrictos, pues como cualquier submundo de la clandestinidad es terreno propicio para el delito y la arbitrariedad sobre el ciudadano inocente. Nunca faltará el funcionario que se corte solo por codicia, ambición y estupidez.

Este es el mensaje que destila una novela asombrosamente divertida que Jean Echenoz (Orange 1947) entregó a la imprenta hace un lustro. Enviada especial fue muy aplaudida en su momento pues significó el retorno del literato francés al mundillo de la farsa y la parodia -"príncipe del absurdo lo definió un crítico de Le Nouvel Observateur- después de convertirse, con gran éxito también, en biógrafo de Ravel, Emil Zapotek y Nikola Tesla.

En la novela se narra una torpe operación de inteligencia. El general Bourgeaud, ex funcionario del Service Action (planificación y realización de operaciones clandestinas) ordena secuestrar a una mujer con ciertas habilidades para convertirla en agente secreta, tras un larga y amable cura de aislamiento. ¿Misión de la novata? Desestabilizar al régimen de Corea del Norte, a lo Mata Hari.

Paul Objat, asistente del general, contrata a una célula gansteril para el disparatado proyecto. Constance, cantante de profesión, es la elegida. Los subcontratistas piden rescate pero el esposo de la cautiva, un músico en decadencia creativa, no responde ni mú. Es más, el muy canalla de Lou Task se busca una novia más joven. Estamos en Francia.

La trama ofrece escenas desopilantes y una escena conmovedora de un suicidio, un final a todo ritmo con una fuga desesperada desde Corea del Norte y reflexiones siempre atinadas sobre diversos asuntos

Verbigracia: monsieur Task encarna esa rara especie de artista (es una forma de decir) al que la Fortuna lo besa en los labios sólo una vez en la vida. ¿Recuerda al ochentoso Patrick Hernández?:

"...que no ha hecho nada en su vida más que 'Born to Be Alive', escrita en diez minutos, grabada en dos días, rechazada en un principio por todos los productores y convertida en éxito internacional cuyos royalties le han permitido pegarse la gran vida el resto de su existencia..."

En cuanto al estilo, depurado como si se tratase de un escritor inglés, Echenoz no sólo cultiva con gran destreza la parodia, la farsa y la sátira sino que le gustan los jueguitos del lenguaje: ha incorporado a su riquísimo léxico vocablos provenientes de la jerga científica: glutamato monosódico, fusiforme, angioma, períptero, etc. Y apela a la complicidad del lector mediante la técnica del narrador entrometido. Sólo podría reprocharse su predisposición a aburrirnos con listas.

Hay que resaltar, finalmente, que la descripción de la infernal Corea del Norte es honesta, sin esas concesiones progres que hubieran estragado la novela. El socialismo juche -uno puede concluir- no es otra cosa que el comunista llevado hasta sus últimas consecuencias.

La pregunta del lector decente debería ser siempre la misma: cómo puede existir a esta altura de la historia una aberración política, económica y moral como la tiranía de Kim Jong Un. Así lo describe Echenoz al dictador:

"...Rollizo y barrigudo, gruesa cara rubicunda oval homotética con un grueso busto oval -huevo de pata sobre huevo de avestruz sin conexión que los una- avanzaba con aire obcecado, afectado, compensando su breve estatura, como su querido líder padre, con espesas calzas sobre las que caminaba balanceando los brazos lejos del cuerpo. Constance se enteraría más adelante de que cultivaba su parecido con su abuelo líder eterno, reproduciendo sus gestos, sun andar, sus mímicas, sus trajes y su corte de pelo rasurado en las sienes, esponjado detrás y con la raya al medio. Se murmuraba incluso, pero tantas cosas se murmuran bajo el cielo, que no menos de seis intervenciones quirúrgicas habían acentuado ese mimetismo ..." 

Guillermo Belcore


Calificación: Bueno 

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