Francois Kersaudy
El Ateneo - Ensayo de historia. 572 páginas. Edición 2004.
Eran semejantes: imaginación romántica, energía ilimitada, desprecio por el peligro, consagración absoluta a la patria y a la vanidad, una pasión irrefrenable por guiar a la Historia. Cuando el destino golpeó sus puertas, uno tenía 65 años y el otro 50. Se conocieron el 9 de junio de 1940. Uno fue francófilo, pero el otro sospechó siempre de la Pérfida Albion, acaso por influjo paterno o porque un obús ingles despedazó en 1917 a su novia de Lille. Winston Spencer Churchill y Charles-André-Joseph-Marie de Gaulle fueron dos titanes. Una volcánica relación de amor-odio encarnaron para gloria de Occidente.
Este libro minucioso fue escrito en 1981 y ha sido calificado como “decisivo” sobre un tema bastante ignorado de la Segunda Guerra Mundial. Los vínculos entre Londres y la Francia Libre fueron una suerte de caldero maloliente que nunca dejó de hervir y desbordo en varias ocasiones. El profesor Francois Kersaudy retrata grandezas y menudencias de dos temperamentos sin par. Pero no sucumbe al psicologismo. “Se trató mucho menos de una disputa personal, que de una confrontación en el más alto nivel entre dos imperios, dos mentalidades y dos intereses nacionales“, dice. Enriqueció su obra con transcripciones textuales de diálogos explosivos y discursos memorables. Sólo debe objetarse el tono encomiástico más propio de La vida de los santos y cierto desdén injusto para con los norteamericanos en general y Franklin D. Roosevelt en particular.
Uno observa a los pigmeos de esta época degradada y siente nostalgias por Churchill y De Gaulle. A pesar de su mutua e inquebrantable estima, jamás olvidaron una premisa de estadistas: “un hombre puede tener amigos, una nación nunca''.
Guillermo Belcore
Calificación: Bueno
PD: Churchill y De Gaulle fueron defenestrados por el voto popular. Plutarco escribió que “la ingratitud hacia los grandes hombres es la marca de los pueblos fuertes”.
PD II: Hay una escena conmovedora. Irrumpe De Gaulle en el Parlamento británico para dar un discurso. Estamos ya en los años sesenta. Ve a su viejo amigo, Churchill, decrépito y ajeno a toda la pompa y circunstancia. La demencia senil había hecho estragos en el viejo león. De Gaulle lo mira con ternura pero el Rey de Francia no puede permitirse la debilidad de derramar una lágrima en público. Sigue caminando hacia la tarima con pasos demasiado marcados y el rostro rojo como un tomate.
2 comentarios:
Guillermo: este libro lo tengo subrayado con 10 colores. Muy jugoso. Pensé con la misma nostalgia que vos: qué diferencia con estas caritas de hoy que son la nada misma!. No me imagino a estos dos cascarrabias llamándose por su nombre de pila...
Un aspecto fuerte del libro es mostrar el valor político de tener claro el NO. Y, en la complejidad de la relación, el acuerdo sobre el lugar del conflicto (para de Gaulle, primero derrotar a Vichy y desde allí a Hitler) y el lugar de la tensión (entre Reino Unido y la Francia Libre). Esa tensión es propia de la democracia, de la libertad y del sentido de la independencia y autonomía. No la "buena onda". Unidos desde la diferencia, ganaron una guerra (no ellos sólos, se entiende). Y, no por ser ambos conservadores, dejaron de tener una fortísima vocación por lo público. Otra gran diferencia por contraste, hoy. Es un libro muy sólido. Abrazo
Estimado Juan Martin G.
Estoy de acuerdo con tus apreciaciones. Creo que estos dos titanes, en ese preciso momento histórico, merecen como pocos el título de "estadista". Gobernaron con un admirable sentido de la Historia y, como bien apuntas, supieron decir "No". Pero también "Sí". No se me ocurre nadie más conservador y anticomunista que Churchill, pero trabó alianza con Stalin para derrotar a Hitler. El pragmatismo cuando es eficaz siempre es admirable.
Me encantaría contar en "Diez libros en la maleta" con tu lista de aquellos ensayos que consideras imprescindibles. Una persona con tantas lecturas como vos haría un aporte valiosísimo. Pero sin obligación, por favor, sólo si tienes tiempo y ganas.
Un abrazo
G.B.
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